Por Claudio Nazoa
Estimado don Felipe VI:
Le escribe un ex colonizado de
España, país que no deja de impresionarme por maravillas que no puedo menos que
admirar. Esta extraña misiva, que estoy seguro usted nunca leerá, es producto
de la emoción irracional que me produjo visitar su reino, el cual, un día ya
lejano, también fue mío, ya que Venezuela perteneció al imperio español.
Mi país fue descubierto por
Cristóbal Colón bajo el patrocinio de sus ahora lejanos familiares, los reyes
católicos Isabel y Fernando, imagino que para quitarse de encima a italiano tan
perseverante y soñador.
Colón quedó tan maravillado
ante la riqueza y belleza de estas tierras que creyó que había llegado al
paraíso terrenal. Algunos necios no lo aceptan, pero fue allí cuando ocurrió el
encuentro de dos culturas: la de los españoles y la de mis antepasados
indígenas.
En lo personal, estimado rey,
me encanta que los españoles llegaran a Macuro y nos regalaran un colorido y
exótico mestizaje, además de un bello, difundido, complejo y descriptivo
idioma.
Por nuestra parte, aportamos
muchas riquezas y América, gobernada casi trescientos años por la corona
española, se unificó en una sola lengua.
Don Felipe, muchos de sus
antepasados nos gobernaron desde España. Incluso “Juana la loca”, hija de
Isabel y Fernando, conocida así no por eufemismo, sino porque ¡estaba loca e’
bola!, lo que indica que en Venezuela no es nuevo tener locos en el poder.
A principios del siglo XIX, un
grupo de jóvenes venezolanos, inteligentes, millonarios y oligarcas, hijos y
nietos de españoles, se alzan e inician el proceso de independencia que culmina
el 24 de junio de 1821 en la Batalla de Carabobo, bajo el mando de Simón
Bolívar.
Hasta allí la cosa se oye
bien, después empezó la vaina.
Bolívar, en 1830, dijo:
—Yo la hice libre, háganla
ustedes próspera.
Y… se murió. Sí. ¡Se murió y
no explicó cómo se hace eso!
Ahora, a esta tierra de
gracia, le cayó la plaga comunista de la decadente dictadura cubana cuyos
dictadores subyugaron a su pueblo durante cincuenta años. ¡Qué pena, señor
rey!, ahora somos colonia de un imperialismito.
Le voy a pedir algo. Si no se
puede me avisa… ¿Podría enviarnos otro italiano vía Macuro para comenzar de
cero? Si sale otro Bolívar le digo que se quede quieto y le prometo que los
maracuchos no van a joder como los catalanes.
Bueno, mi rey, aquí quedo
esperanzado con su regreso al “Palacio de Miraflores” que cuando usted esté al
mando, podría llamarse el “Palacio de Miraleticia”.
16-07-18
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