ALEJANDRO J. SUCRE 14 de octubre de 2018
@alejandrojsucre
En
estos días circula un experimento en un aula de clases para demostrar que el
socialismo no funciona. Un profesor decide que es necesario igualar las notas
en los exámenes entre sus estudiantes. Era algo escandaloso que algunos
estudiantes lograran las más altas notas en los exámenes mientras otros las más
bajas. Las diferencias entre las calificaciones de los estudiantes generaban
roces y malestares. El profesor decidió igualar las notas entre todos los
estudiantes en un primer examen y a cada quien le dio la nota promedio de la
clase y no su nota individual. Ya no habían 10s 6s, 5s y 2s sobre 10 como
calificaciones. Las notas que asignaría el profesor a los estudiantes no serían
la de sus logros individuales sino el promedio de la clase. Así en el primer
examen el promedio fue 6 y esa nota se la dieron a todos los estudiantes. Luego
vino un segundo examen. Los que más estudiaban para los exámenes entonces
decidieron no estudiar ya que el mérito personal beneficiaba a otros más que al
que realizaba el esfuerzo. Y los estudiantes que sacaban bajas calificaciones
tampoco estudiaban ya que decían para qué estudiar si los que más estudian van
a subir el promedio de los que menos estudian. En ese segundo examen el
promedio de la clase bajó de 6 a 4 puntos sobre 10. Y así fueron bajando las
calificaciones de todos los estudiantes y el promedio de la clase también en
ese experimento socialista de igualar a todos y no reconocer los esfuerzos
individuales.
En el
socialismo del XXI, los controles de precios y de cambio y la emisión de dinero
inorgánica que el gobierno ha ejecutado en los últimos años están inspirados en
igualar a todos los miembros de la sociedad entre sí (i.e. menos a los
dirigentes). En la regulación de precios no importa cuánta inversión o mejora
se realice al producto, no se reconocen los costos reales, lo importante es
regular el precio por un funcionario público que elimine rentabilidad. El
gobierno emite dinero inorgánico para regalárselo a los más pobres para que
compren productos e igualarlos a los profesionales y empresarios. Emite tanto
dinero que sube la demanda de productos y regula tanto los precios por de bajo
de los costos que aparece la escasez. Así como en el salón de clases todos
dejaron de estudiar. La clase obrera y los pobres no crearon nuevas empresas. Y
los funcionarios públicos expropiaron y dejaron caer la producción. Y así la
producción nacional cayó a la mitad como cayeron las notas promedios en el
salón de clase. Obviamente, así como al principio el profesor que regalaba la
calificación de los mejores estudiantes a los peores se hizo popular, cuando
nadie estudiaba ni ponía atención a clase, el promedio bajó tanto que ya nadie
sabía nada ni querían al profesor. Igual los dirigentes del socialismo del
siglo XXI perdieron popularidad y al aparecer la escasez y subir la inflación
los ciudadanos empezaron a huir del país.
Para
mejorar a los estudiantes de más bajas calificaciones hay que estimularlos,
entender qué les impide estudiar en su entorno, y ayudarles a buscar su
vocación. Las misiones bien ejecutadas tenían una orientación de política
pública correcta de dar oportunidad a los que no la tenían. Pero al agredir al
emprendedor y profesional con expropiaciones, congelación de precios y emisión
de dinero inorgánico para igualar quitando al que produce, la calidad de vida
de todo venezolano cayó. El pobre es más pobre hoy que en 1998. Ya el gobierno
debe reconocer que su socialismo no funcionó y dejar de disimular sus errores
con una apertura de a poquito que no llega a nada y abrir las puertas a la
economía de mercado de “par en par” y retomar las misiones.
ALEJANDRO
J. SUCRE
@alejandrojsucre
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