Américo Martín 01 de octubre de 2018
El
gobierno no sabe encarar la partida que tiene perdida. Se han acumulado
demasiados factores en su contra, su impopularidad es absoluta. El crecimiento
de la solidaridad internacional es superior a cuanto se haya conocido. El
gobierno es el deux ex machina de la fuerza desatada e indeseada por más que no
pocos presionan en su seno el viraje y no descartan la construcción de una
confluencia nacional dirigida al cambio democrático.
Si
lograran ponerle la mano en el pecho a la violencia homicida, abrirían la
posibilidad de un tránsito incruento a la democracia, que salvaría a los
venezolanos del horror del hambre y el despojo. Pero no hay signos de
rectificación o voluntad para silenciar a los violentos porque los violentos
son los que marcan la pauta oficialista.
Tender
la mano en la ONU al presidente Trump, una lógica de librito, parece ahora
tardío y exangüe. Un viraje profundo sería natural, no obstante el concierto de
miedos que genera la salida del mando descarta esa fórmula
¿Y
cómo le va a la oposición? Su crecimiento y posibilidades se expanden, sin
embargo la lucha candidatural agitada por la cercanía del cambio, impide
cauterizar heridas. La lógica no está de moda. Muchos ponen todo en manos de la
noble solidaridad mundial sin comprender que mientras más necesaria sea ésta
más unida debe estar la oposición para afrontar lo que venga. Es una verdadera
desgracia que el cambio encuentre a la oposición en tan difícil trance.
Afortunadamente
no todo es inmolación y suicidio. Despuntan sectores lanzados al logro. Desde
la sociedad civil, la plataforma comunitaria de la Mesa Social de Caracas ha
creado decenas de organizaciones locales vinculadas a la gente en sus
problemas, y proyecta expandirse a los últimos rincones del país. Son
incansables. No piden, dan. No muestran aspiraciones de liderazgo, lo ejercen.
Van contra el Poder amistándose con los que estén en lo mismo. Están haciendo
confluir las protestas sociales de cada día. Actúan por su cuenta, sin excluir
ni disputar de mala fe.
Ayudaron
a llenar el Aula Magna de la UCV en resonante denuncia social acompañada de un
enérgico llamado a recuperar y ampliar la Unidad Nacional
Al
descansar muchos en la esperanza de una intervención foránea piensan que
políticas cívicas generarían ilusiones que la extraviarían. No lo sé. La
situación es tan tensa que nada podría anticiparse pero en cualquier caso es mejor
disponer de una unidad nacional abierta a las diversas corrientes e intereses
de la sociedad. Abierta, serena y pensante.
En el
acto del Aula Magna se escuchó una aislada canción de Alí Primera que agitó sin
razón la intolerancia de valiosos opositores, incapaces de entender que el
logro es función de la ampliación constante de la unidad. El incidente podría
quizá incidir emocionalmente en el incendio oficialista: mucha gente hirviendo
de ira por el horrendo desempeño del gobierno, en busca de democracia y
libertad de expresión. Fue inteligente y creativo incluir semejante voz en
aquel mar agitado.
Lo
nuevo es eso. En la dirigencia alguien está usando la cabeza y no solo el
corazón.
Américo
Martín
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