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domingo, 15 de diciembre de 2019

La forma de cambiar a Venezuela, por @jguaido




Juan Guaidó 14 de diciembre de 2019
@jguaido

LAS AMERICAS

A lo largo de los últimos cinco años, los venezolanos han pasado por una prueba extremadamente dura. Nuestro sistema democrático, que en el pasado sirvió como refugio para decenas de miles de ciudadanos que huían de la tiranía en diferentes partes del mundo, se ha reducido a cenizas debido al deseo de una persona, y del grupo que lo rodea, a aferrarse al poder. Sabemos que ha sido difícil para el mundo comprender cómo un proyecto político que prometió terminar con la pobreza y fortalecer la democracia hace más de dos décadas ha hecho lo contrario y ha llevado a nuestro país al colapso político, social y económico.

El único resultado de lo que el dictador llama "socialismo del siglo XXI" ha sido la creación de una emergencia humanitaria compleja sin precedentes en nuestra región. Nueve de cada diez venezolanos viven por debajo del umbral de la pobreza. Nuestros hospitales carecen de suministros y médicos. Las escuelas se encuentran sin maestros y la población vive en un estado de miedo.

Las acciones, el abandono y la corrupción masiva del régimen autoritario han arruinado nuestra economía. En 1998, cuando producía más de 3,1 millones de barriles por día (b / d), la industria petrolera venezolana se encontraba entre las más grandes del mundo; en septiembre de 2019 apenas alcanzó 650,000 b / d. Lo mismo ha sucedido con nuestras refinerías, que nos permiten exportar gasolina y otros productos. Hoy cientos de miles de venezolanos tienen que hacer cola para obtenerlos.

Del mismo modo, el sistema de suministro de electricidad está en ruinas y sus deficiencias someten a nuestros ciudadanos a horas y días sin interrupciones, a pesar de que tenemos la cuarta planta hidroeléctrica más grande del mundo. El sector privado no petrolero de nuestra economía, que en 1998 contribuyó con casi uno de cada tres dólares de las exportaciones del país y fue la principal fuente de empleo, ha sido devastado por una política ideológica absurda.

Además, para sobrevivir, el régimen ha tenido que compartir el poder con actores no estatales como el ELN (el Ejército de Liberación Nacional con sede en Colombia), otros grupos armados y el crimen organizado. Los vínculos evidentes entre Nicolás Maduro y los actores criminales e irregulares se han convertido en un problema real para nuestros vecinos.

Todo esto ha llevado a más de 4.3 millones de venezolanos a huir de nuestro país, principalmente en los últimos cinco años. Históricamente recibimos millones de inmigrantes de Europa y Sudamérica, por lo que es desgarrador ver que hoy nos hemos convertido en una nación que expulsa a su población debido a la mala gestión de un pequeño grupo de personas.

Paradójicamente, esto ha ocurrido en un momento en que el hambre, la desnutrición infantil y la pobreza material están en retirada en todo el mundo. Y a medida que las organizaciones internacionales han promovido programas para avanzar en la alfabetización, mejorar la educación y la salud, y proporcionar más acceso al agua potable, nuestro país se ha perdido la tendencia.

Los venezolanos quieren ser y serán parte de este proceso una vez que logremos avanzar hacia la democracia. A pesar de nuestros problemas actuales, aprovecharemos el conocimiento y las herramientas adquiridas por nuestra diáspora. Esos migrantes son una enorme fuente de oportunidades. Gracias a la tecnología moderna, impulsan y conectan a Venezuela de una manera que no hubiera sido posible en otros períodos de la historia humana. Además, la gran mayoría de ellos desean regresar a su país.

Este ha sido un proceso de aprendizaje colectivo muy difícil pero importante para los venezolanos. Hemos descubierto que, a pesar de los abundantes recursos naturales que tiene nuestro país, nuestra verdadera riqueza está en nuestra gente. Ese es el verdadero capital humano que recuperaremos una vez que recuperemos nuestras instituciones.

La fuerza de la esperanza

En 2020, y en los años posteriores, el mundo será testigo del renacimiento de Venezuela. Pero para que esto suceda debemos superar la usurpación de poder de Nicolás Maduro, para comenzar un proceso de transición a la democracia. Somos afortunados de contar con el respaldo de la mayoría de las democracias del mundo.

La fuerza que mantiene a los venezolanos luchando es la esperanza. A pesar de la emergencia humanitaria, nuestros ciudadanos marchan, alzan sus voces, exigen una salida pacífica y democrática de esta tragedia. Toda la nación, dentro y fuera de nuestras fronteras, es firme en su determinación de vivir en libertad.

El régimen busca generar miedo. Generamos esperanza, confianza, sueños. Juntos lograremos el cambio que Venezuela necesita urgentemente. No volveremos a ser el país que fuimos, sino que aprenderemos de nuestro pasado para crear un futuro mejor.


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