Por Víctor Corcoba Herrero
Ser tolerantes es una
obligación de todos y de cada uno de nosotros; si en verdad queremos hacer del
planeta el paraíso con el que soñamos. Hay que ejemplarizar liderazgos y
realidades, gobernar coherentemente, sirviendo al bien colectivo sobre todo lo
demás, aplicando las leyes sobre derechos humanos, prohibiendo actitudes
criminales y corruptas, no permitiendo las discriminaciones contra las
minorías, propiciando otras atmósferas más justas, que nos insten a la
realización plena, que verdaderamente es lo que nos armoniza, activando el
pensamiento crítico y el intercambio de ideas constructivas.
Hay que ponerse el
objetivo de que no quede nadie en el olvido, si en verdad queremos construir un
orbe de moradores en paz, comenzando por mejorar el sistema de salud global y
finalizando por aprovechar este tiempo de avances de la revolución digital para
acercarnos mucho más unos a otros.
En ocasiones, la
intolerancia emana de un espíritu poco instruido en principios y valores, de la
ausencia de voluntad comprensiva, del recelo a lo inexplorado y de un profundo
sentido extremado del valor de lo propio, lo que nos hace ser verdaderamente
egoístas e intransigentes. Hoy más que nunca, hace falta que los planes
educativos se orienten en la formación humana del ser, al menos para que
podamos tener continuidad como linaje.
Estamos llamados a
tomar conciencia de nuestra misión, que ha de ser siempre responsable; y, esto
tiene mucho que ver con nuestro propio crecimiento moral, espiritual y social.
Es vital, por consiguiente, educar sobre el tema y enseñar el espíritu
indulgente y los derechos humanos a los menores.
El sectarismo se
acrecienta aún más cuando se usa con fines partidistas. Cada día son más los
ciudadanos que piensan en la política para sus anhelos de poder. Usan
argumentos embaucadores, manipulan hechos para contribuir a sus propias
ganancias e intereses mundanos, acentuando odios y resentimientos entre las
gentes y obviando aquello por lo que han sido elegidos por el pueblo. Así, el
progreso no llega a los más débiles, normalmente este injusto globalismo
favorece el espíritu de los más fuertes, favoreciéndose a sí mismos.
Ojalá aprendamos a
hablar claro, es la mejor manera de llegar a la verdad; y, de este modo,
protegiendo el derecho a la información y a la libertad de prensa,
conseguiremos enjuiciar aquello que nos esclaviza, y que no es otro que la
falta de horizontes para el desarrollo de todos, sin exclusión alguna.
Aprendamos, además, a
no ser desconsiderados. Indudablemente, luchar contra la ceguera del descarte,
cultivando la intolerancia por doquier, requiere una toma de conciencia individual.
De ahí, lo importante que es poder examinar nuestros andares, movidos por el
círculo vicioso que nos lleva a un estado permanente de cuestionamiento y
confrontación. Desde luego, no podemos continuar bajo esta pugna
destructiva. La solución forma parte de todos.
Habrá que rebajar ese
espíritu violento, afianzar la solidaridad con las víctimas de la intolerancia
que daña las relaciones entre personas, familias y sociedades. Por eso, cuando
una determinada política siembra el odio o el miedo hacia otras naciones en
nombre del bien propio del país, es menester reaccionar a tiempo y corregir de
inmediato este maldito rumbo de inútiles divisiones, cuando la casa común nos
corresponde a todos su protección.
La ciudadanía no puede
continuar pasiva, ha de ejercitar desde la tolerancia otro diálogo social más
auténtico, comprendiendo el sentido de lo que su análogo dice y hace, aunque
uno no pueda asumirlo y nos genere cierta tensión, lo transcendente es llegar a
los consensos, desenmascarando el ocultamiento de la exactitud, porque además
esto nos ayudará a reconocernos como gente en camino, que estamos llamados a
entendernos.
Ya está bien de imponer
el uso de la fuerza entre semejantes. Despojémonos de rencores y aprendamos de
tantas historias de horrores vividas, ya que nuestro fundamento último ha de
ser siempre tender puentes tolerantes, romper muros intolerantes,
conciliar sueños y sembrar sobre la tierra el espíritu de la reconciliación
entre corazones diversos. Esta es nuestra gran asignatura pendiente. Trabajemos
en ello.
Víctor Corcoba Herrero
es Escritor.
17-11-20
https://talcualdigital.com/ser-tolerantes-es-un-deber-a-ejercitar-por-victor-corcoba-herrero/
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