José Luis Farías 14 de marzo de 2021
@fariasjoseluis
Era el mejor tiempo para la Dictadura. Era el peor
para la Resistencia que parecía tener hasta al mundo en contra.
La conocida frase bíblica: “El que no está conmigo,
está contra mí”, podría resumir con exactitud el principio rector de las
relaciones internacionales durante la Guerra Fría en la década de los años
cincuenta del siglo XX.
El nuevo orden mundial surgido de la posguerra fue
asumido sin ambages en términos radicales de cooperación o de conflicto por los
Estados Unidos y la Unión Soviética, uno y otro eran las respectivas cabezas de
los dos sistemas que se disputaban el control del planeta: capitalismo versus
comunismo.
El feroz anticomunismo y la manipulación ideológica
del macarthysmo predominante en los Estados Unidos, calificaba de comunista y
la emprendía contra todo lo que no fuera idelógicamente de derecha. Y esa era
una de las caras del conflicto.
La otra faz era la tiránica y criminal represión
ideológica que aplastaba cuanto no se humillara ante el régimen comunista en la
Unión Soviética, en donde todo el poder del Estado era ejercido contra “la
influencia perniciosa de la cultura burguesa”.
Ambas
posturas ideológicas permeaban la lucha política nacional en todos los países
del mundo. En América Latina eran los días de la “Internacional de las
Espadas”. El continente estaba repleto de dictaduras militares, rechazadas
magistralmente por Germán Arciniegas en su libro “Entre la Libertad y el
Miedo”, pero apoyadas por los Estados Unidos como “muro de contención al comunismo”.
Los frentes eran siameses y dialécticos. En el suelo
estadounidense existía el “Comité de Actividades Antinorteamericanas”,
mientras, en la Unión Soviética estaban los “Comités de Honor”, estas
organizaciones tenían claros fines represivos.
La asfixiante disputa ideológica embutía también a los
venezolanos que luchaban por la recuperación de la democracia. Rómulo
Betancourt ni ningún otro líder político, como tampoco ninguna organización
partidista, escaparon a la influencia de aquella confrontación mundial. Los
pormenores de la diatriba política en el exilio de aquel tiempo reflejaron
intensamente esta influencia.
Sin embargo en Venezuela -por razones de esencial
sobrevivencia y de la progresiva toma de conciencia-, a partir de 1954 buena
parte de los cuadros políticos de AD, URD y el PCV comenzaron a obviar, en lo
esencial, esas “diferencias”.
Mal cálculo
El 8 de enero de 1954, Rómulo Betancourt escribe un
memorándum al CEN de Acción Democrática de la clandestinidad destacando la
proximidad de la X Conferencia Interamericana. Según él, la presencia de
los gobiernos de América en Caracas era “una extraordinaria coyuntura” que
debía aprovecharse “para que el pueblo recupere la calle”.
Rómulo consideraba que con la ciudad llena de
huéspedes extranjeros, durante un mes de deliberaciones, “la policía no
dispersará a tiros manifestaciones populares”.
En su opinión, debían:
… realizarse jornadas de protestas “diariamente”…
… de forma “planificada”,
… “exigiendo restablecimiento de garantías
constitucionales, castigo para los asesinos de nuestros mártires, libertades
públicas, libertad total de los presos y retorno de los exilados”.
No obstante, en su misma comunicación anticipaba, en
cierto modo, cuál sería el probable resultado de su petición:
-“… No estaremos en capacidad de lograrlo si de aquí a
marzo no se ha reestructurado el aparato partidista; y si los estudiantes,
obreros y otros grupos periféricos no han rehecho sus propias organizaciones”
(1)
El cálculo político de Betancourt era errado. Para
entonces, Acción Democrática no tenía capacidad para cumplir una misión de esa
magnitud, pese a la “responsabilidad histórica” que él le atribuía.
El cumplimiento de esa línea política no pasaría de
unas pocas iniciativas sin mayor impacto en la sociedad pero con un costo
altísimo en las filas adecas.
La paz simulada
La dictadura había iniciado 1954 intentando crear un
ambiente general de distensión política en el país, a propósito de la
mencionada X Conferencia Interamericana.
Ansioso por cambiar el rostro de la dictadura previó
al evento, el ministro de Relaciones Interiores, Laureano Vallenilla, anunció
en rueda de prensa del 2 de enero la decisión presidencial de ordenar la
libertad de más de cuatrocientos presos políticos, no sin advertir:
-“Que algunas personas puestas en libertad, han
solicitado irse al exterior, en virtud de que muchas de ellas temen represalias
por asuntos personales que tienen pendientes por su actuación anterior”. (2)
El gesto fue propagandístico, no una muestra de
verdadera voluntad de respeto a los derechos humanos. Un poco de teatro
político que no alcanzó para encubrir la ola represiva que se desataría en
febrero, apenas circularon los primeros volantes de denuncias en las calles de
Caracas.
El objetivo de la dictadura era claro: inhibir
cualquier posibilidad de manifestaciones públicas durante el mes de marzo,
mientras ocurría la X Conferencia.
La razzia represiva se acentuaría una vez concluyeran
las deliberaciones. Las detenciones pre y post Conferencia se contaron por
centenares.
Acción Democrática quedó prácticamente desmantelada y
los comunistas, aunque en menor medida, también sufrieron los rigores de la
represión.
Mal precedente
Y es que la IX Conferencia Interamericana celebrada en
abril de 1948 en la ciudad de Bogotá, había dejado infaustos recuerdos. El
asesinato del líder liberal Jorge Eliécer Gaitán, el 9 de abril, desató la más
terrible ola de violencia de la historia contemporánea de Colombia, un fenómeno
que subsiste 70 años después.
En Venezuela, las circunstancias eran otras: a la
bonanza financiera de aquellos años, el dictador Marcos Pérez Jiménez sumaba un
amplio reconocimiento internacional que le garantizaba estabilidad a su
gobierno en el contexto de la Guerra Fría.
Pero, igualmente, dispuso todas las medidas represivas
para garantizar la seguridad y el éxito del evento hemisférico.
La organización, dirigida por el gobierno
estadounidense, fue ejecutada cabalmente por un régimen perezjimenizta
dispuesto a impedir a todo trance que nada empañara su Cumbre.
La X Conferencia
El 1 de marzo de ese año 1954 arrancó con toda la
pompa del caso la X Conferencia Interamericana, en la recién inaugurada Aula
Magna de la Universidad Central de Venezuela.
Al acto concurrieron todas las representaciones
diplomáticas del continente, exceptuando a Costa Rica que se negaba a reconocer
la dictadura de Pérez Jiménez.
Los debates de la Conferencia transcurrieron con la
mayoría de las naciones de la región bajo la férula del secretario de Estado
estadounidense, John Foster Dulles.
El centro de interés fue copado por la confrontación
entre Foster Dulles y el canciller guatemalteco, Guillermo Toriello: el 4 de
marzo Foster Dulles acusa al gobierno de Guatemala de “comunista” y con fuerza
iracunda lo señala de ser “una cabeza de playa soviética en América”.
La acusación fue refutada firmemente al día siguiente
por Toriello, como un David dispuesto a no dejarse someter por el gigante:
-“Nunca un país tan pequeño estuvo sometido a presión
tan grande como Guatemala. Guatemala no es, ni puede ser un satélite de la
Unión Soviética, ni de los Estados Unidos, ni de ninguna otra potencia.
Guatemala ha cobrado una voz propia en sus asuntos” (3).
El máximo encuentro continental produjo la
célebre “Declaración de Solidaridad para la Preservación de la Integridad
Política de los Estados Americanos contra la Intervención del Comunismo
Internacional”, también conocida como “Declaración de Caracas”.
El texto incluía un grotesco gesto de cinismo cuando tantos
gobiernos dictatoriales reiteraban:
-“La fe de los pueblos de América en el ejercicio
efectivo de la democracia representativa como su mejor medio para promover su
progreso social y político”…
Renglón seguido y con el respaldo de la amplia mayoría
de los representantes de los gobiernos se declaraba:
-“que el dominio o control de las instituciones
políticas de cualquier Estado americano por parte del movimiento internacional
comunista que tenga como resultado la extensión hasta el Continente americano
del sistema político de una potencia extracontinental, constituiría una amenaza
a la soberanía e independencia política de los Estados americanos que pondría
en peligro la paz de América”.
Tiempos recios
Aprobada la “Declaración…”, la consecuencia
principal del encuentro de Caracas fue el derrocamiento del gobierno del
coronel Jacobo Arbenz en Guatemala solo unos meses despues: el 11 de junio.
Acusado de comunista, su país sufrió una invasion desde Honduras encabezada por
el coronel Carlos Castillo Armas, orquestada por la CIA, dirigida por Allen
Dulles, hermano del Secretario de Estado.
Más allá de la discutible filiación comunista, la
invasión le cobró a Arbenz, sobre todo, haber aprobado una Reforma Agraria que
afectaba los intereses del “Imperio del Banano” dirigido en toda Centroamérica
por la United Fruit Company, corporación multinacional estadounidense de la
cual, según Toriello, el secretario de Estado norteamericano John Foster Dulles
era accionista y representante legal.
El golpe contra Arbenz ha sido uno de los episodios
más dolorosos y cuestionados de las actuaciones norteamericanas en América
Latina durante el siglo XX, un suceso bochornoso y dramático recogido
recientemente en la novela “Tiempos recios” del premio Nobel de
literatura Mario Vargas Llosa.
El 13 de marzo, el mismo día que Foster Dulles
logra que los gobiernos americanos (en una votación de 17 a 1) condenen
por “comunista” al gobierno de Jacobo Arbenz en Guatemala y el canciller venezolano,
Aureliano Otañez, discurre con penoso caradurismo en la Conferencia sobre “la
implantación de la libertad” en el país, los verdugos de la dictadura que él
representa cometen uno de sus crímenes más atroces:
-“Los esbirros -relata José Agustín Catalá- habían
llegado sigilosamente a su domicilio en Los Rosales. Tomaban posiciones cubrían
posibles vías de escape. De pronto abandonan toda cautela y patean en un
apartamento hasta que le abren la puerta y penetran saltando en todas
direcciones con las armas en las manos. Amenazan. Buscan en los cuartos. Se han
equivocado. Juan Vicente Pacheco no pierde tiempo y ordena escalar al
apartamento vecino por el lavadero. Destrozan las cuerdas y la ropa extendida
hasta caer en el apartamento de los Hurtado. Registraron todo. Rompieron
algunos muebles. Encañonaron a Luis Hurtado que estaba en pijamas y a unos
niños que buscaban la protección de su madre. Lo empujaron por la puerta hasta
la escalera y desapareció en la noche criminal de la S.N.
Luis Hurtado iba en esa madrugada, camino de la
muerte. De la peor muerte que ha inventado la especie humana para sus
semejantes: la del tormento la que se logra dolorosamente en la tortura”. (4)
La narración sobre la abominable muerte del dirigente
sindical de AD es sencillamente escalofriante:
-“Maniatado con las esposas italianas que oprimen las
muñecas al menor forcejeo, es conducido a la solitaria carretera de El
Junquito. Enseguida comienza el interrogatorio y las torturas. Desnudo
recibe primero una salvaje golpiza de black jack. Después lo queman con el tubo
de escape. Finalmente, meten su cabeza atenazada por un ‘gato’ de levantar
camiones hasta que le fracturan el cráneo. Solo lo dejan en paz cuando su
sangre escapa por los oídos”. (5)
“Los riesgos fueron muy altos”
Las acciones de denuncia de los grupos clandestinos a
través del lanzamiento sorpresivo de volantes, en “tres minutos”, desde las
azoteas de los edificios por militantes comunistas, apenas si trascendieron a
la opinión pública, ahogada por la censura, la autocensura y el terror
represivo.
En general, las acciones clandestinas fueron muy
limitadas. El testimonio de Simón Sáez Mérida, -protagonista de los hechos-
sobre las tareas políticas cumplidas por los grupos de Acción Democrática
estableciendo contacto con las delegaciones de Guatemala, México y Bolivia
durante la Conferencia para “entrega de materiales, aclaratorias políticas,
informaciones sobre la represión” y distribuir alguna propaganda en Caracas,
revela que tuvieron duras consecuencias:
-“Los riesgos fueron muy altos. Casi todos los
organismos de AD y del PCV que participaron en las acciones tuvieron
bajas significativas. Y aunque en el mes de marzo -mes de la X Conferencia- las
detenciones fueron escasas, en los meses de abril y mayo las razzias de la SN
tuvieron efectos mortales para los partidos clandestinos y sus órganos de
dirección. El Buró Juvenil quedó desmantelado: Manuel Alfredo Rodríguez y Juan
Pablo Peñaloza se asilaron [en la embajada de México], Ortiz Bucarán, Sáez
Mérida y Freddy Melo fueron detenidos. Y los dos restantes: Armas Alfonso y
Pagés se escabulleron hacia el interior. El secretario general del CEN ,
[Héctor] Vargas Acosta, el de Organización [José] Manzo González tuvieron que
asilarse [en la embajada de Ecuador] y Luis Hurtado, secretario sindical, fue
asesinado. El partido, como en otras circunstancias, quedó descabezado” (6)
Un Frente para la Resistencia
A mediados de febrero de 1954 se produce en el sector
de Monte Piedad (al oeste de Caracas) una reunión a la cual asistieron el
profesor Pedro Felipe Ledezma (para el momento secretario general del CES del
Distrito Federal) y Manuel Alfredo Rodríguez por AD, Guillermo García Ponce por
el PCV y los periodistas Fabricio Ojeda y José Herrera Oropeza por URD para
discutir qué hacer sobre la X Conferencia Interamericana, decidiendo entre
todos que:
-“queda constituido el Frente Nacional de la
Resistencia y su núcleo dirigente nacional formado por Manuel Alfredo Rodríguez
(AD), José Herrera Oropeza (URD) y Guillermo García Ponce (PCV). Suscriben un
compromiso unitario de lucha contra la Dictadura. El 20 de febrero circula el
primer manifiesto. Protesta la celebración de la Conferencia Interamericana en
un país sometido a un régimen de terror, donde una dictadura militar viola
brutalmente los derechos humanos sin consideración alguna por los principios
internacionales ni respeto por los derechos soberanos del pueblo venezolano”.
(7)
El breve pero riguroso estudio que precede la
documentación correspondiente al año 1954 en la “Antología
Política” de Rómulo Betancourt precisa que:
“La noticia de la formación del Frente Nacional de la
Resistencia apareció en febrero de 1954 en el No. 29 de Tribuna Popular
(Segunda Época) [dirigida tenazmente por Pompeyo Márquez] órgano del Partido
Comunista de Venezuela en el que se copiaba el Boletín Número Uno, en que dicho
Frente se dirigía a los venezolanos civiles y militares”. (8)
El hecho produciría fuertes divergencias entre la
vieja guardia de Acción Democrática en el exilio y las nuevas promociones de
dirigentes del partido, constituida en gran parte por jóvenes profesionales y
líderes estudiantiles de la UCV.
El referido estudio ubica:
… en la condición “inexperta” de los dirigentes;
… en “la escasa comunicación de la resistencia
interior con la rama exiliada del partido”;
… en la “inevitable influencia comunista” y
… en “las secuelas de la apertura establecida por
Carnevalli en 1952”;
… que se “arribara en su momento cumbre con la
formación de un Frente Nacional de Resistencia”. (9).
Y también refiere que Eligio Anzola Anzola, quien
sustituye a Alberto Carnevalli como secretario general de AD, una de las
principales resoluciones que adoptó:
-“fue revocar la política de acercamiento con los
comunistas que habían propiciado Ruiz Pineda y Carnevalli, quien incluso ‘…
había creído conveniente formar comités con representantes de todos los
partidos y firmar un documento juntos. Yo he creído prudente no hacer tales
cosas y suspendí todas las conversaciones referente a ello’. En efecto, ya
desde diciembre de 1952, Carnevalli había favorecido acercamientos entre
representantes de URD, PCV y AD en abierta contravención con lo pregonado por
Betancourt”. (10).
La Alergia Anticomunista
Sin embargo, el “Frente…” había sido creado: estaba
vivo y gritaba alto.
El Manifiesto publicado, desde su título, denunciaba
la X Conferencia Interamericana como:
“Una reunión dirigida a acentuar la dominación
imperialista yanqui sobre los países latinoamericanos”.
Y hacia “un llamamiento a todos los venezolanos a
deponer todo interés mezquino y partidista, estructurar el gran Frente Nacional
Democrático y de la Resistencia y llevar a la práctica las tareas anti-dictadura
y anti-imperialistas para asegurar el auge revolucionario y acercar el día en
que habremos de derrocar la dictadura perezjimenizta”. (11)
Este llamado a la unidad nacional revivió la añeja
disputa de Rómulo Betancourt y la vieja guardia con los comunistas venezolanos.
El comunismo producía escozor en los fundadores del
partido, les. preocupaba que se dejara “de lado la orientación ideológica y
doctrinaria de la militancia, especialmente de la juventud, acechada por la
influencia comunista”. Las inquietudes se expresaron en voces críticas
“pidiendo más doctrina y menos ‘actividades especiales’ ya que juzgaban que el
partido había dedicado sus mayores esfuerzos y sacrificado los mejores hombres
a la conspiración”. (12)
La política de captación de jóvenes adecos por parte
de los “rábanos” -así llamaba Betancourt a los militantes del PCV- es un
reiterado problema que alborotaba lo que él llamaba su “alergia anticomunista”.
El deslinde
La penetración comunista en AD no sólo ocurría en
Venezuela sino también en otros países de América Latina, en especial en
México, donde habían ido a recalar numerosos exiliados adecos.
La atención al problema produjo la decisión de enviar
a Gonzalo Barrios al país azteca para “bajar las aguas revueltas” en las filas
internas.
La misión principal de Barrios fue fundar un órgano de
periodismo político que llamó “Venezuela Democrática”, en el cual se
debatiría con los comunistas venezolanos exilados en México nucleados en su
publicación periódica “Noticias Venezolanas”.
El órgano adeco se identicó como “vocero de principios
nacional revolucionarios”, una publicación bimensual de “los desterrados
venezolanos de Acción Democrática”.
Desde su llegada a México, Gonzalo Barrios se mostró
decidido a apaciguar los ánimos internos, alborotados por la influencia de los
paisanos prosoviéticos exilados allá.
En esos días, Betancourt escribía a Barrios que no era
“atinado” la “formación de un frente nacional” con los comunistas:
“Ni siquiera firmar con ellos podemos hacer. Y no por
el Departamento de Estado o las compañías, como gustan decir. Sino porque nos
arruinaríamos internacionalmente. El día que apareciéramos en concomitancia con
los camaradas todos los periódicos amigos nos darían con las puertas en las
narices y las infiltraciones en frentes gubernamentales serían cerradas a
piedra y lodo”. (13)
En el Editorial del primer número de “Venezuela
Democrática” titulado “Definición”, Barrios realiza una larga
disertación en la que argumenta el porqué era inconveniente incluir a los
comunistas en la alianza unitaria que proponían.
Cabe destacar que al deslinde anticomunista encabezado
por los adecos del exilio se sumaban urredistas y copeyanos. En ello coincidían
con Rómulo, tanto Jóvito Villalba como Rafael Caldera.
Verticalismo
La penetración ideológica bolchevique, sin embargo,
requería más que acuerdos y distanciamuento para su combate.
En lo que respecta a las continuas peticiones para
debatir política, aspiraban cumplir las mismas en el marco de una
nueva “Convención Nacional del Partido”.
La última había sido la VIII, celebrada mayo de 1948,
cuando aún disfrutaban de legalidad. Ahora las condiciones eran adversas.
Los problemas económicos, de seguridad y de país sede, la hacían una meta
complicada.
Debido a eso, se sustituyó por una “Conferencia
de Exiliados” a realizar en julio de 1954 en Costa Rica, pero hubo de
postergarse para diciembre… cuando tampoco se pudo realizar.
Se intentó al año siguiente, pero esa nueva cita
tampoco tuvo éxito. (14)
Las demandas insatisfechas que no pudieron atenderse
en una nueva “Convención…”ni en la “Conferencia de
Exiliados” sólo lograron algunas respuestas en el “Estatuto Orgánico
de la Fracción de Acción Democrática en el Exterior”, elaborado por
el “Comité Coordinador Ampliado”.
Pero despertó críticas por acentuar el “verticalismo”
y devino en serios problemas internos.
El “Comité Coordinador” fue acusado de
imponerse por encima de la autoridad del CEN del partido, instancia que tenía
la dura misión de dirigir la resistencia.
“Su Excelencia…”
En noviembre de 1954 el presidente Eisenhower aprueba
conferirle a Marcos Pérez Jiménez la condecoración “Legión del Mérito” en su
más alto grado, la más alta condecoración de los Estados Unidos.
Lo invitan a ir a Estados Unidos, pero él desiste de
viajar a pesar de que le “halagaba” la “condecoración militar”, según Pedro
Estrada:
-“…los americanos buscaban a su vez mejorar las
relaciones porque advertían que las fragatas eran hechas en Italia, la
autopista a cargo de los franceses, y así. Ahí entraban en juego los más
grandes intereses y toda esa lucha lo que hacía era reflejar intereses
económicos muy grandes”. (15)
Finalmente, la condecoración le fue impuesta en la
sede de la Embajada Americana en Caracas por el embajador Flechter Warren,
quien al distinguirlo señala que la misma es “por su conducta excepcionalmente
meritoria en el desempeño de elevadas funciones” y lee la Carta enviada por
Eisenhower:
-“Su Excelencia, el Coronel Marcos Pérez Jiménez en su
condición de Presidente de la República de Venezuela y también con
anterioridad, ha puesto de relieve su espíritu de colaboración y de amistad
hacia los Estados Unidos. Su política en materia económica y financiera ha
facilitado la expansión de las inversiones extranjeras, contribuyendo así su
Administración al mayor bienestar del país y el rápido desarrollo de sus
inmensos recursos naturales. Esta política, cuidadosamente combinada con
programas de obras públicas de vasto alcance, ha logrado mejoras notables en
educación, sanidad, transportes, viviendas y otras importantes necesidades
básicas. Todo este conjunto de realizaciones ha elevado el bienestar general
del pueblo de Venezuela. También su infatigable energía y la firmeza de sus
propósitos han elevado grandemente la capacidad de las Fuerzas Armadas de
Venezuela para participar en la defensa colectiva del Hemisferio Occidental.
Las medidas tomadas bajo su dirección para preparar la
Décima Conferencia Interamericana, en Caracas, constituyeron factor decisivo
para garantizar el éxito de la misma. Su constante preocupación ante el
problema de la infiltración comunista ha mantenido alerta a su gobierno para
alejar la amenaza existente contra su propio país y el resto de las Américas, a
más que su conocimiento de la similitud de intereses de los Estados Unidos y
Venezuela ha permitido que las relaciones tradicionalmente cordiales entre los
dos países sean hoy mejores que nunca”. (16)
Breve documento que no dejaba dudas respecto a la
colaboración de Pérez Jiménez con los norteamericanos en el marco de la Guerra
Fría. Pero también era un mensaje decepcionante para la aspiración de Rómulo
Betancourt, dado su resuelto respaldo a los Estados Unidos en su conflicto con
la Unión Soviética.
1954 año de “lejana ilusión”
“[El año] 1954 -afirma García Ponce- disipa las
esperanzas de un desplazamiento pronto de la dictadura. Las ideas de los años
1949-50-51 sobre la posibilidad de un rápido cambio que restableciera las
libertades democráticas es cada vez más una lejana ilusión. La imagen del
gobierno prevaleciente en los primeros años, impregnada de contradicciones,
incluso de inestabilidad, deja paso a un perfil férreo, inconmovible,
aplastante. Venezuela yace bajo la pesada bota de Pérez Jiménez, Vallenilla
Lanz y Pedro Estrada”. (17)
No obstante, las confusiones permanecían, la
estructura clandestina aún se mantenía, un poco confundida y pidiendo recursos
al Comité Coordinador para llevar adelante actividades
conspirativas. Todavía a comienzos de 1956 el secretario general de AD, Pedro
Felipe Ledezma, en carta a Carlos Andrés Pérez admitía que:
-“Tenemos en nuestras manos una organización
desmantelada, que carece de todo y que ni siquiera puede escoger entre la gente
que va a movilizar (…). Mientras se resuelve la Operación Inicial deben meternos
la mano, toda la mano”. (18)
Rómulo continuaría con su “desvelada preocupación”
siguiendo el proceso politico, el balance era negativo para la resistencia, el
desaliento penetraba aún en los espíritus más temerarios y las circunstancias
eran totalmente adversas. Venezuela era “Jauja”. Sin embargo la lucha, aunque
menguada, no se detendría. Ya vendrían días de optimismo que abrirían camino
hacia la democracia.
Notas:
(1) Rómulo Betancourt, Antología Política, Vol.
VI, p. 184
(2) José Rodríguez Iturbe, Crónica de la Década
Militar, p.175
(3) Ramón J. Velázquez y otros, Venezuela
Moderna, p.135
(4) José Agustín Catalá, Pedro Estrada y sus
crímenes, pp. 241-242
(5) Guillermo García Ponce y Francisco Camacho
Barrios, Diario de la resistencia y la Dictadura 1948-1958, p. 180
(6) Simón Sáez Mérida, La otra historia de AD,
pp. 96-97
(7) Guillermo García Ponce y Francisco Camacho
Barrios, op. cit, p. 176
(8) Rómulo Betancourt, op. cit, Vol. VI, p. 177
(9) Ídem
(10) Ibídem, Vol. VI, p. 39
(11) Guillermo García Ponce y Francisco Camacho
Barrios, op. cit., p. 173
(12) Rómulo Betancourt, op. cit. Vol. VI, p. 178
(13) Ibídem, Vol. VI, p.. 179
(14) Ibídem, Vol. VI, p. 180
(15) Agustín Blanco Muñoz, Pedro Estrada Habló,
p.227
(16) José Rodríguez Iturbe, op. cit., p.181
(17) Guillermo García Ponce y Francisco Camacho
Barrios, op. cit., p. 192
(18) Rómulo Betancourt, op. cit. Vol. VI, p. 491
José
Luis Farías
@fariasjoseluis
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