ALONSO MOLEIRO y FLORANTONIA SINGER 17 de marzo de 2021
@amoleiro y @fsingerf
El Gobierno decreta el cierre de algunos Estados y
habilita nuevos espacios para atender los casos positivos de coronavirus. Los
hospitales trabajan a máxima capacidad
Venezuela padece un acelerado aumento
de contagios de la covid-19. El país parece encaminado a alcanzar de nuevo
los niveles más álgidos del tiempo de la cuarentena, registrados en agosto
pasado. Los centros hospitalarios públicos y clínicas especializadas privadas
están al límite de su capacidad. Para contener la situación, el Gobierno de Nicolás
Maduro ha decretado un cerco sanitario sobre Caracas y los Estados
Miranda, Vargas y Bolívar, y ha habilitado de nuevo espacios que permitan
atender una alta cantidad de pacientes, como El Poliedro de Caracas, el domo
para conciertos masivos y exposiciones más grandes de la ciudad.
Maduro, que ya se ha vacunado así como casi todos los
funcionarios del Gobierno, ha declarado de nuevo a Venezuela “en emergencia” y
estableció como prioridad “desarrollar nuevas capacidades hospitalarias”.
Las cifras oficiales reconocen 146.000 casos de la
covid 19 y 1.400 fallecidos. El
registro de algunos cálculos médicos no oficiales plantea que la cantidad de
contagiados es cinco veces superior. El Gobierno no dispone de medios para
hacer suficientes pruebas, según han afirmado médicos independientes. El
promedio de contagios diarios, de acuerdo con el epidemiólogo José Félix
Oletta, es de 2.500 personas. A la cabeza de un sistema público de salud
precario y carcomido por la corrupción, el Gobierno trabaja de prisa para poder
tener disponibles nuevas camas hospitalarias.
Para los expertos consultados por EL PAÍS, el actual
aumento de casos es una consecuencia inevitable de la decisión oficial de
decretar la apertura de actividades en las fiestas navideñas ante el repliegue
del virus observado hasta entonces. En diciembre, por primera vez en varios
meses, la población pudo desplazarse sin restricciones por ocio o para visitar
familiares.
Venezuela teme por la llegada de la variante brasileña
del virus, una mutación más contagiosa. “En un mes, esa variante estará en
plena actividad transmisora en nuestro país y nuestra capacidad de vacunación
estará lejos de garantizar la inmunidad de rebaño”, afirma Rafael Orihuela,
médico experto en salud pública y miembro del Instituto de Medicina Tropical de
la Universidad Central de Venezuela. Datos del Ministerio de Ciencia y
Tecnología reportan hasta el momento 56 casos de esta variante, concentrados
casi todos en los Estados donde está decretado el cerco epidemiológico.
“Estamos entrando a la segunda ola de contagios. Con
toda claridad, la capacidad de los centros asistenciales está a punto de ser
rebasada, tenemos muchos pacientes buscando camas de hospitalización.
Quisiéramos poder atenderlos a todos, pero es imposible”, relata María Eugenia
Landaeta, jefa del Departamento de Infectología del Hospital Universitario de
Caracas. “Los concentradores y bombonas de oxígeno, así como los
anticoagulantes, están agotados en Caracas en este momento. Los centros de
salud se han copado demasiado rápido”, agrega el médico epidemiólogo y
exministro de Salud, José Félix Oletta
Luego de pasar tres meses bajo cuarentena, a partir de
julio del año pasado los venezolanos organizaron su vida en función del sistema
“7x7” decretado por Maduro: una semana con el comercio y la movilidad
restringida seguida de otra con actividades normales. La actual explosión de
contagios, observa Oletta, guarda relación con el relajo general en las normas
de estas últimas semanas. Salvo las rutas a la Isla de Margarita en carnavales,
en Venezuela siguen vetados la mayoría de los vuelos comerciales internos.
Maduro
ha anunciado una fase masiva de vacunaciones para el mes de abril. Sus
ministros han declarado que esperan tener al 70% de la población vacunada a
finales de 2021, meta que muchos expertos ponen en duda. Al país han ingresado
unas 700.000 vacunas rusas y chinas que están siendo aplicadas con criterios
opacos y con un claro filtro político. Oletta afirma que con eso se ha cubierto
el 0,5% de la población. La lentitud en el proceso de vacunación, recuerda por
su parte Rafael Orihuela, dejaría libre el terreno para las mutaciones del
virus.
Caracas veta a AstraZeneca
La posibilidad de frenar la epidemia en Venezuela se
ha complicado tras el veto oficial a la vacuna de AstraZeneca. El país
sudamericano sigue los pasos de países europeos como Dinamarca, Francia y
España que han
suspendido temporalmente la vacuna por 11 casos de trombosis venosa
cerebral tras administrar más de 17 millones de inoculaciones. La
vicepresidenta de Venezuela, Delcy Rodríguez, afirmó: “Venezuela no dará
permiso a la vacuna AstraZeneca para ser utilizada en nuestra inmunización en
razón a las situaciones que se han presentado”.
A principios de febrero, la Organización Panamericana de la Salud
(OPS) señaló que ya tenía reservadas para Venezuela entre 1,4 y 2,4
millones de dosis de la vacuna desarrollada por Oxford y AstraZéneca, a través
del mecanismo Covax. La OPS tiene acceso a otros fabricantes con los que podría
entregar las 12 millones de dosis a las que podría tener acceso Venezuela.
Fue necesario un acuerdo político entre el Gobierno de
Nicolás Maduro y el equipo del
opositor Juan Guaidó, que todavía controla los fondos congelados en el
extranjero con los que Venezuela podría pagar los productos. Un total de 18
millones de dólares permitirían asegurar la llegada de más vacunas, que se
espera sea para mayo. Hace tres semanas se acordó la creación de una Mesa
Técnica para trazar el plan de vacunación bajo control de Unicef y OPS. La
última semana se vacunó a los maestros. Venezuela necesita 40 millones de dosis
para alcanzar la inmunidad del 70% de su población.
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