Ismael Pérez Vigil 30 de abril de 2022
Está
claro que “las cartas” −ya son tres, dos de ellas dirigidas al Presidente Biden
y una “a los venezolanos”−, aunque se centran en el tema de las sanciones, en
realidad −como bien dice la última de ellas, la de los 62−, su destinatario
somos los venezolanos, los opositores y los no opositores, que hemos perdido la
costumbre de dirigirnos unos a otros, de manera directa y civilizada para
dialogar o discutir las cosas que tenemos en común y las que nos apartan y
hemos reemplazado esa práctica por el insulto, la descalificación y la
diatriba. Pero esa es la realidad con la que nos toca lidiar.
La
semana pasada −Ver: https://bit.ly/36DuFiX)−
me réferi a las sanciones en general y a las sanciones sobre el negocio
petrolero, mencionadas por la carta de los 25; en esta oportunidad lo haré
sobre “la negociación”, y un añadido sobre el rechazo popular a las mismas, que
contiene dicha carta.
La negociación.
El de
la reanudación de la “negociación” es otro de los temas medulares de la carta
de los 25, que no es mencionado en la carta de los 68, y apenas tocado, sin
profundizar en él, en la carta la dirigida “a los venezolanos”, aunque algunos
de los firmantes de estas dos últimas se han pronunciado, alternativamente a
favor o en contra, de cualquier negociación con el régimen venezolano.
En la
carta de los 25, el de la negociación es el tema con el que arranca la misiva,
pidiendo al Presidente Biden (?): “…seguir impulsando negociaciones sustantivas
y productivas para resolver la crisis venezolana…” (el interrogante se debe a
que esa iniciativa en realidad no ha sido nunca muy impulsada por el Gobierno
Norteamericano). Pero también, la carta insta: “…al gobierno de Venezuela, a
los partidos políticos de oposición y a la Plataforma de Oposición Unitaria, a
retomar sin demoras los procesos de negociación…”, que nos parece más
apropiado.
Al
igual que los firmantes de la carta de los 25, soy partidario de la reanudación
de estas o cualquier otra negociación, siempre que sea una negociación política
cuyo objetivo fundamental, nuestro, sea lograr la salida de este régimen y el
restablecimiento de la democracia y la plena vigencia de los derechos humanos.
Pero el tema de la negociación tiene varias aristas; yo me referiré a tres de
ellas: ¿Con quién se negocia?, ¿Cuál es la agenda, o qué se negocia? y:
¿Quiénes negocian?
… ¿Con
quién se negocia?
Desde
luego con quien hay que negociar en Venezuela es con Nicolás Maduro (NM),
cabeza del régimen y responsable del oprobio en el que estamos sumidos. NM es
la cúspide de un régimen que controla todo el poder y los recursos del Estado,
sobre lo que no abundaré, pues todos los conocemos bien, aunque a veces parece
que lo olvidamos. Por supuesto, entre ellos controla −o es controlado, en
realidad− el “Poder Militar”, que es el verdadero “poder” del país. Por lo
tanto, está claro, que cualquier negociación se tiene que dar con NM, que es el
“amo del poder” y no solo porque contesta el teléfono en Miraflores.
… ¿Qué
se negocia?
Los
temas de esa negociación, como bien dice la carta de los 25, “… no pueden
limitarse al ámbito económico…” sino que debe incluir áreas “…sustantivas y
productivas para resolver la crisis venezolana… colocar los temas
humanitarios al centro y avanzar en su solución con la urgencia que ameritan…
(y que) … se basen en éxitos incrementales, creando confianza y buena voluntad
para nuevos acuerdos.” Pero, no abunda la carta en este tema, como si lo hace
en otros, a los cuales ya me referí en mi artículo de la semana pasada, ya
mencionado.
Sin
embargo, como el centro de la negociación, de su agenda, es la negociación
política, eso implica incluir en la agenda: Elecciones democráticas, libres,
supervisadas internacionalmente, en las que participen los venezolanos mayores
de 18 años, residentes o no en el país; sin candidatos ilegalmente
inhabilitados, ni partidos políticos secuestrados por el régimen y
entregados a testaferros políticos electoreros; con regreso de los exilados,
libertad de los presos políticos; cese de la persecución de dirigentes
opositores y levantamiento de los juicios abiertos contra los mismos; y por
descontado, plena libertad de expresión, sin persecución a los medios de comunicación
y periodistas.
Suena
a agenda larga y difícil, sí, pero no puede haber otra, aunque se incluyan más
temas, también muy importantes. En otras palabras, la agenda, en realidad, se
puede resumir en: Restablecer la plena democracia en Venezuela y los derechos
humanos y políticos, hoy severamente conculcados, según consta en diversos
informes de organismos internacionales, que todos conocemos y no vale la pena
repetir aquí. Restablecer derechos humanos implica garantizar suministros
básicos a la población, salud, alimentos y educación.
…
¿Quiénes negocian?
Un
punto en el que difiero con los proponentes de la reanudación de la
negociación, los firmantes de la carta de los 25, es en la composición de la
“mesa negociadora”. La carta habla de tres grupos, dos de ellos claramente
identificados −el gobierno de Nicolás Maduro y la Plataforma de Oposición
Democrática−, y un tercer grupo, algo vago y genérico, que denomina: “partidos
políticos de oposición”.
Como
no sé exactamente a que se refieren los firmantes de la carta con eso de
“partidos políticos de oposición”, de una vez señalo que creo que en esa
negociación, como contraparte del régimen, debe participar, exclusivamente, la
oposición democrática, lo que en la carta se denomina Plataforma de Oposición
Democrática, porque es la única que tiene alguna legitimidad, aunque sea
“residual”, que se desprende de procesos electorales, aunque sean ya de hace
varios años, y de la actividad en el país de los partidos políticos y grupos de
la sociedad civil, de larga y conocida trayectoria de oposición a este régimen.
En otras palabras, no creo que en la negociación deba participar, como
“oposición”, esa que es producto de una decisión abusiva e ilegal del régimen,
que mediante sus tribunales y organismos electorales despojó de nombres,
símbolos, colores, sedes, etc. a los partidos legítimamente constituidos. En
todo caso, si estos grupos que se prestaron a esa usurpación van a participar
en la negociación, que se sienten en la mesa de negociación del lado del
régimen.
Necesidad
de apoyo internacional.
Este
es un aspecto que no podía dejar de mencionar, puesto que aunque la negociación
debe ser fundamentalmente interna, pues los problemas del país los debemos
resolver en primera instancia los venezolanos −como bien dice “la carta a los
venezolanos−; debe ser con apoyo internacional; imprescindible por dos razones:
Una, por nuestra debilidad política, interna, actual, pues carecemos de
mecanismos de presión para forzar al régimen a aceptar una negociación; y la
otra, porque lo que ocurre en el país −especialmente la emigración− afecta la
situación económica y social de varios de nuestros vecinos más cercanos y otros
de la comunidad internacional.
Afirmación
dudosa.
Por
último, no podía concluir sin referirme a una afirmación de la carta de los 25,
que lo menos que se puede decir es que es muy polémica; y se refiere al
altísimo porcentaje de la población que está en desacuerdo con las sanciones.
Tras conocerse la carta, ha circulado un cuadro de la empresa Datanálisis −como
sabemos dos de los firmantes están vinculados con esta empresa− en el que se
aprecia que ante la pregunta: “¿Está usted de acuerdo con las sanciones
petroleras impuestas por Estados Unidos a Venezuela?”, desde julio de 2020 la
respuesta es negativa en más del 60% de los casos y en febrero de 2022, la
respuesta del 75,4% es que “NO” están de acuerdo con las sanciones.
Lo
primero que me vino a la mente es recordarles a los encuestadores eso de: “una
encuesta es una fotografía, en un momento determinado”, que muchas veces ellos
nos han repetido, seguramente para prevenir que algún resultado en la realidad
se contradiga con lo que dice una determinada encuesta. De allí que me
sorprenda la categórica afirmación de esa “mayoría” del pueblo venezolano que
está en desacuerdo con las sanciones. ¿Es, o no es, una foto?
Pero,
lo que no sabemos es si esa encuesta comenzó por averiguar cuántos venezolanos
conocen que hay sanciones contra la industria petrolera venezolana y cuáles son
esas sanciones; y lo más importante, si los venezolanos encuestados saben
cuáles son las causas por las cuales se impusieron las sanciones; porque desde
luego que si a cualquier venezolano se le pregunta en la calle, en su casa o
por teléfono, si está de acuerdo con que se apliquen sanciones a Venezuela, la
respuesta más obvia es que no esté de acuerdo.
Conclusión.
Continuar
con la discusión sobre las sanciones, por las razones que expliqué en mi
artículo de la semana pasada, y que no repetiré ahora, es una discusión
estéril. Además, da la impresión que se trata de una toma de posición, una
forma de agruparse, de salir en esta foto y no en aquella. Por lo tanto, mi
ánimo es que pasemos del tema de las sanciones a otros temas; por ejemplo, este
que hoy describo, la “negociación”; que ojalá derive en otros, como: La
necesaria renovación de los partidos políticos, la unidad en torno a un
programa que ofrecer al país para salir de este oprobio y la selección de un
candidato aceptable y con opción válida para los venezolanos, en las elecciones
de 2024, que inevitablemente van a ocurrir, a pesar del rechinar de dientes de
algunos y aunque los opositores, por decisión política o indiferencia,
decidamos no hacerlo.
Ismael
Pérez Vigil
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