Orlando Viera-Blanco 15 de julio de 2022
@ovierablanco
Gisela
Catanzaro, como antesala a la obra de Eduardo Grüner [Lo sólido en el aire,
El retorno de la crítica Marxista], comenta: «La intuición persistente en
la obra de Grüner de que no hay marxismo sin intranquilidad del marxismo y sin
un marxismo inquieto tiende a afianzarse el imaginario de una reconciliación
que deja intacta la explotación, adquiere una nueva complejidad con el
aborrecimiento de la revolución y en la circunstancia de una tendencial
consolidación de la experiencia presentista»
Esta cita de Catanzaro deja entrever aquiescencia por el pensamiento crítico del Marxismo, que el propio Grüner rescata y redime como «las reservas, mediaciones, intersecciones y aperturas donde no ve necesidad alguna de abandonar el marxismo» Y desafía: «Más bien al revés, sí veo la necesidad de seguir ahondando en él [Marxismo] buceando en sus faltas y sus fallas, usándolo, en el mejor sentido, para ejercer hasta donde nos sea posible aquella “crítica de todo lo existente…”
Vale
debatir: ¿De qué van esas reservas, mediaciones y “aperturas” del pensamiento
Marxista? ¿No es acaso el Marxismo un método bárbaro, un modo de pensar
sombrío, de vivir amargo, de horadar en la crítica filosa, de silogismos
totalitarios, absorbentes, qué demonizan la vida creativa, inteligente y
aspiracional? No quiero pecar de ingenuo. Al igual que se le criticó a Mills,
sabemos que no todo hombre libre por racional es bueno. ¿Pero quién es bueno
para Marx? ¡Veamos, pensemos… críticamente!
¿El
pensamiento crítico es acertado?
Los
marxistas se mofan de «la utopía multiculturalista y las promesas de un
capitalismo globalizado y libre de fricción”. Y lo dicen con piquete burlón. El
capitalismo no es alternativa. Punto y raya.
No es
poca cosa el verbo atrevido de Grüner: “Cuando el capital todavía podía
ilusionarse con una auto-reforma que detuviera o retardara indefinidamente sus
crisis y el anticapital todavía podía ilusionarse con crear algo diferente del
capital aparece -según sentencia- la utopía multicultural con la que el
capitalismo buscó relanzarse en las últimas décadas del siglo pasado…
conformándose con vivir en una combinación abyecta de terror bélico generalizado,
desaparición de facto de la democracia, dominación mundializada del capital
financiero-especulativo; y parloteo alienante de los media, las virtualidades
informáticas o las mal llamadas redes (a)sociales.”
Cambiando
sólo la palabra capitalismo por marxismo, el párrafo se ajusta.
Sin duda la dialéctica del pensamiento crítico propio de marxista es muy
potente por poderosamente falaz y seductora.
El sociometabolismo del
comunismo es mucho más degradante que el capitalismo. La socialización cutánea
de la vida, es azarosa, todo o nada y utilitaria de la cultura, la democracia y
la libertad. En las venas de Marx está su tirria con la historia y el espíritu,
antivalores que los rematan las cartas desde la cárcel Gramsci.
El
marxista denosta de la riqueza. Dice que “el presentismo del capitalismo
contemporáneo pierde, desconoce o escamotea a la cultura, la sociedad y la
polis como políticas periódicamente requeridas de refundación”. ¿Y qué busca el
marxismo crítico? Si algo ha escamoteado y castrado la dialéctica socialista es
la cultura, la ciudadanía y la identidad. Han sido los regímenes refundados en
ideales comunistas como la Unión Soviética, la Cuba de Fidel-que se
apropió de la poesía de Martí-o la Venezuela de Chávez-que se adjudicó las
épicas del libertador-las que enviaron la historia real a la alcantarilla.
Sigue
la crítica de Grüner: “Ningún sistema anterior había logrado inscribirse tan
indeleblemente en la gramática libidinal de los sujetos sociales, de modo que
todos hoy, hablamos y pensamos en la lengua del capital».
Entonces
vemos como para un marxista la creación, el emprendimiento libre, es un
sacrilegio libidinoso. Pensar en prosperidad, propiedad o bienestar individual,
es un sainete flagelante; una suerte de pornografía política que según afirman
«corta los lazos sociales». A partir de esta “lógica libidinal” el marxista
construye etiquetas victimizadas, proletarias, explotadas; desechos humanos
devenidos de un capitalismo decadente y codicioso. Y desatan todos los demonios
y todos los odios… Como método de réplica y disolución es acertado, pero
históricamente muy peligroso como discurso proveedor de violencia y conflicto.
Nada edifica. Sólo cárcel, muerte, tortura y paredón.
El
marxismo sí, es muy congruente en la revisión audaz del presente y de los
fenómenos de su tiempo. Es sibilino y furtivo, pero subjetivizante y
sensibilizador. Se oculta en la ética anticapital donde la solución
es la aniquilación, el exterminio, la lógica de la guerra de todos, de
“desatar” egoísmos [!madre mía!] ¿Es que no es una lógica infinitamente
libidinal, obscena, sangrienta y trágica la del estado inquisidor de filosofías
progresistas decimonónicas, justificado en lucha de clases, adoctrinamiento y
ojeriza?
¿El
fin de la historia y comienzo de cuál?
Es el
sociometabolismo del comunismo-igualitario, abstracto y enemigo de la religión
y la familia-se alimenta de un Marxismo de cuerpo crítico, agnóstico, de
apariencia salvadora, alterna y redentora.
La
argumentación de Grüner es rechazar toda acusación al marxismo como totalizante
y desmentir en los hechos la representación satisfecha de un presente plural,
dúctil y sin marxismo. Es «repensar lo político» desde una esfera de
neo-dominación de las masas, a través de la dialéctica de la globalización y
quiebre de un presentismo capitalista, que desdice del pasado épico, idealista
y romántico. En ese proceso de victimización del explotado, del medio ambiente,
de la raza; un discurso preso de la retórica, de la ideología de género, el
ateísmo y el igualitarismo, el capitalismo es arrojado a lo que “ya fue” y debe
desaparecer. Es la dialéctica de la confrontación, del rencor, de la
prepotencia revolucionaria que ayer guillotinó a reyes y
contrarrevolucionarios, donde la guerra fue la paz, la muerte fue la patria, y
la vida y la libertad fue de aquellos que adoptaron la predicación laudatoria
del hombre revolucionario, el anti-imperial, el fetiche del hombre permanente y
nuevo, que es la oda a Marx, por crítico, barbudo y respondón.
El
propio Güner concluye: “Sería preciso evitar la reedición de cualquier tipo de
ilusión respecto a la omnipotencia de la reflexión teórica, hoy minada en sus
condiciones de posibilidad, entre entre otras cosas, por la cruzada
anti-intelectualista del capitalismo neoliberal” Curiosa la afirmación de
Grüner, sobre todo-como dice mi hijo-cuando “la intelectualidad marxista” nunca
viene acompañada de estadísticas [que la desmienten], y la capitalista que si,
las exhibe con mucho fastidio…
Habrá
que buscar el justo medio, al decir Confucio, porque parafraseando a Grüner,
sin capitalismo inquieto nos madrugan con marxismo puro y duro…
Orlando
Viera-Blanco
@ovierablanco
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