Eddie A. Ramírez 21 de agosto de 2022
Si
fuésemos practicantes de la religión yoruba apelaríamos a varias de las
consideradas siete potencias. Imploraríamos a Elegua para que elimine los
obstáculos que nos impiden progresar como país. También a Obatalá para que haya
paz y armonía en el mundo.
Sin
embargo, las siete potencias a las que hoy nos referimos no tienen que ver con
las Orishas de esta religión que nos merece el mismo respeto que todas las
otras. Las potencias a las que nos referiremos son las que divulga Maduro,
copiándose de Chávez.
Ambos predicaron que Venezuela se está convirtiendo en una potencia en petróleo, gas, hierro, aluminio, electricidad, turismo y agricultura. Desde luego tenemos recursos para desarrollar esos sectores, pero para ello se requieren planes a largo plazo, gerencia, mano de obra calificada e inversión. Hoy, Venezuela retrocedió a principios del siglo XX.
Maduro
no tiene idea de lo que dice y está rodeado de ineptos que no están preparados
para enmendarle la plana. Sin pudor dice que tiene un plan. Se cree un general
Marshall, pero no está en capacidad ni de preparar un plan para el suministro
de agua. Afirma que tiene una estrategia, pensando que está a la par de un Aníbal,
pero ha cometido más errores que quienes apostaron a los discos de acetato.
Divulga que tiene un método científico, pero ha pifiado más que Lysenko, el
seudocientífico soviético.
En
petróleo, la producción actual es la misma que teníamos hace ochenta años. Por
decreto, Maduro pasó las reservas desde 80.000 millones de barriles a 303.000
millones, para mentir de que tenemos las mayores reservas del mundo, con lo que
hizo el ridículo ante el mundo petrolero.
Para
ello, cual Houdini, decidió duplicar el factor de recobro del petróleo
extrapesado de la Faja del Orinoco, sin considerar que ese es un asunto
técnico; además, no tomó en cuenta el concepto mundialmente establecido de lo
que constituyen reservas probadas, en cuanto a que sean comercialmente
recuperables y que exista un plan de desarrollo, tal y como explicó
magistralmente el geólogo Julián Salazar Velásquez en reciente conferencia
organizada por Venamérica y la Venezuelan American Petroleum
Association. En cuanto al gas, Chávez-Maduro, con la alcahuetería de
Alí Rodríguez Araque, de Rafael Ramírez y otros fueron el hazmerreír con la
idea de llevarlo por tubería hasta Argentina.
Sidor
tenía un gran potencial para producir acero a partir de abundante hierro
suministrado por Ferrominera Orinoco. Venalum y Alcasa podrían haber sido
importantes exportadoras de aluminio elaborado a partir de la bauxita extraída
por Bauxiven. Nuestro acero y aluminio podían ser muy competitivos gracias a la
cercanía de la materia prima y a la hidroelectricidad de bajo costo de El Guri
y Macagua. Gradualmente, con sus más y sus menos, esas industrias se iban
desarrollando.
Llegó
el tsunami rojo y las arrasó. Pésima gerencia, falta de inversión y de
mantenimiento, corrupción y clientelismo político las hundieron. El principio
del fin fue el descuido de las centrales hidroeléctricas. Para la reactivación
de la generación de electricidad, producción de acero y de aluminio se
requerirán muchos millones de dólares que el Estado no tiene, ni tendrá, a
menos que sacrifique otros sectores que también pasan por muchas dificultades.
Los llamados revolucionarios del Siglo XXI, los mismos que satanizaron al
sector privado, han hecho inevitable que esas empresas, Pdvsa y
otras tengan que dejar de ser empresas del Estado.
La
industria del turismo puede llegar a tener cierta importancia, pero se ha
exagerado nuestro potencial en ese sector. Solo los chauvinistas o los que no
conocen otros países pueden no estar de acuerdo. La competencia es muy
grande. Muchos países también tienen excelentes playas y paisajes.
En el
pasado la fortaleza de nuestra moneda hacía costoso venir a nuestro país, a lo
cual se sumaba una infraestructura hotelera deficiente y falta de cultura para
prestar buena atención a los visitantes. A esto hay que sumar la
inseguridad y que tardaremos algunos años en mejorar nuestra imagen.
La
agricultura es un sector muy importante, tanto por el suministro de alimentos,
como por ser fuente de empleo y ocupación del territorio. Es vital reactivarla,
pero hay que aceptar que no tenemos la posibilidad de ser una potencia
agrícola. Lo que se requiere es incentivar la producción de ciertos rubros
tropicales que contribuyan a garantizar un porcentaje de nuestra alimentación.
Tradicionalmente, nuestra productividad ha sido baja.
Las
causas son varias. Aquí solo mencionaremos que frecuentemente el agricultor
carece de incentivos para aplicar tecnologías existentes debido a que no tiene
asegurada la venta de su cosecha y que los precios no son atractivos e
inclusive a veces están por debajo del costo de producción; hay inseguridad
jurídica y personal, la investigación y la asistencia técnica han sido
menospreciadas por este y otros gobiernos; insumos tales como semillas de
calidad, fertilizantes y plaguicidas a veces no están disponibles o son muy
costosos. Las invasiones de fincas y la expropiación de Agroisleña han sido
nefastos para el sector. Hace tiempo el financiamiento no era limitante, hoy sí
lo es.
En el
pasado hemos tenido buenos ministros de agricultura y otros no tan buenos. La
ministra Nidia Villegas impulsó un Plan Agrícola de largo plazo que quedó
en el tintero. Con Felipe Gómez Álvarez se incentivó el sector fijando precios
mínimos atractivos para el productor. Los ´ministros revolucionarios, con
excepción del poco tiempo que estuvo JJ Montilla, han sido un desastre. La
guinda de la torta es el militar Castro Soteldo.
En
resumen, hay que dejar la payasada de predicar que podemos ser una potencia en
algo. Limitemos nuestras aspiraciones a que el petróleo, gas, hierro, aluminio
y la agricultura se reactiven para que sean la base de nuestra economía, al
menos por los próximos años.
Como(había)
en botica: Hoy, hace 59 años Estados Unidos extraditó a Venezuela al
dictador Marcos Pérez Jiménez. Maduro, ¿será ese tu futuro? Lamentamos el
fallecimiento de Andreina Febres-Cordero y de Aníbal Medina, compañeros
de Gente del Petróleo y de Unapetrol ¡No más prisioneros políticos, ni
exiliados!
Eddie
A. Ramírez
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