Luis Ugalde S.J. 15 de diciembre de 2022
Esta
no es una Navidad normal, sino la de un país en extrema necesidad. Por eso la
queremos alegre y de abrazos sin fingimiento que nos lleve a reencontrarnos a
todos los venezolanos en la reconstrucción que nos devuelva esperanza y vida.
Necesitamos una Navidad que rompa cadenas, la Navidad que anuncia el propio Jesús en la sinagoga de
Nazaret cuando dice que viene “para poner
en libertad a los oprimidos” (Lucas 4,18).
Me tengo que poner en modo "carta al Niño Jesús” para expresar, sin rodeos ni autocensura, lo que en mi opinión necesitamos y deseamos los venezolanos de uno y otro signo: librarnos de las cadenas que nos oprimen y nos niegan el futuro.
Romper:
1- Las
cadenas de la cárcel de cada preso político, de la persecución y del exilio de
millones de venezolanos.
2- Las
cadenas de la miseria salarial y de un aparato productivo brutalmente reducido
al 25% de su capacidad instalada y al 10% de nuestras necesidades básicas.
3- Las
cadenas de la drástica desinversión, cuando necesitamos muchas decenas de miles
de millones de dólares en los próximos cinco años para empezar a caminar.
4- Las
cadenas que amordazan a todas las instituciones públicas democráticas
necesarias para que renazca la República como pacto inclusivo del bien común.
5- Las
cadenas que mantienen la actual ruina de los servicios públicos básicos de luz,
agua, salud y educación…
6- Las
cadenas que amordazan y cierran los medios de comunicación social libres:
prensa, radio, televisión…
7- Las
cadenas que quitan libertad a los partidos políticos opositores y les roban el
sello para entregarlo a otros amigos.
8- La
cadena de la falta de confianza en el sistema político y económico reinante;
seguridad clave para que renazca la inversión de miles de empresas en el país y
del apoyo internacional que tanto necesitamos.
9- La
cadena de una mentalidad de estado petrolero con renta abundante y la ilusión
de que puede cargar con todos nosotros y nuestras carencias. Estado que desde
hace 40 años venía haciendo agua y ahora está en el fondo del mar y no puede
volver a navegar. Recrear otro Estado viable, pequeño y eficaz.
10- La
cadena madre que impide todo deseo y posibilidad de renacer es la falta de
unidad nacional -con pluralidad y diferencias- en la tarea de la
reconstrucción. No me refiero a las lamentables divisiones entre los demócratas
opositores, sino a la necesidad de superar al abismo y rechazo a muerte entre
gobierno y opositores. No se trata de una unión boba entre quienes tienen
razones para rechazarse, sino de un pacto social entre los hoy enemigos, para
superar las diferencias en la gigantesca tarea que es imprescindible para que
Venezuela renazca.
En la
ingenuidad infantil basta que la carta navideña exprese sus deseos, pero en los
adultos romper esas cadenas exige combinar deseos con el compromiso de poner
todas las capacidades para lograrlo. Romper las cadenas significa para el
gobierno y el propio Maduro liberarse y liberarnos de esta cárcel en la que sin querer-queriendo está encerrado
al país sin futuro. La lógica de la acción y reacción lleva a que al actual enfrentamiento
y trato de enemigos suceda otro enfrentamiento con persecuciones y exclusiones
de signo contrario. Pero este año la lógica de la Navidad llama al abrazo, al
perdón y a la reconciliación nacional. Esto significa la alegría navideña de
“Dios con nos-otros”.
Los
adultos cuando en Navidad nos ponemos en “modo niño”, expresamos nuestros
deseos más profundos y auténticos, pero para que estos sean verdaderos, deben
ir acompañados de un compromiso a prueba de toda dificultad y resistencia.
Dios
está con nosotros, solo cuando unamos estos anhelos con el deber de lograrlos,
y será verdad el artículo 2 de la Constitución: “Venezuela se constituye en un
Estado democrático y social de Derecho y de Justicia que propugna como valores
superiores de su ordenamiento jurídico y de su actuación, la vida, la libertad,
la justicia, la igualdad, la solidaridad, la democracia, la responsabilidad
social y, en general, la preeminencia de los derechos humanos, la ética y el
pluralismo político.
Luis
Ugalde S.J.
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