Mirelis Morales Tovar 19 de mayo de 2023
@mi_mo_to
Venezuela
no se arregló. La ligera recuperación que experimentó el país a partir de 2021
se detuvo en seco durante los primeros meses de este año y existen temores de
una nueva recesión.
Entre
2014 y 2020, el país vivió una de las contracciones más agudas que
ha afrontado una economía en el mundo al perder 75,5% de su Producto
Interno Bruto (PIB).
Hasta
que en 2021 la economía registró un leve repunte, que obedeció a la
recuperación de la producción petrolera y al auge de consumo.
Tras
siete años de números negativos, el país experimentó un
crecimiento que alcanzó13,3%, de acuerdo con el Observatorio Venezolano de
Finanzas (OVF).
Y algunos venezolanos empezaron a ver luz.
"En
diciembre pasado vimos escenas que teníamos tiempo sin presenciar", cuenta
a BBC Mundo Alexa Gómez, una abogada que vive en Caracas. "Mucha gente en
las calles. Pero, sobre todo, mucha gente comprando. Se sentía cierta
tranquilidad. Había una falsa creencia de mejoría".
Ese
espejismo estaba alimentado por la apertura de grandes tiendas de ropa
importada, de carros de lujo, la reanudación de eventos culturales, la
reactivación de conciertos de artistas internacionales y por la desenfrenada
inauguración de restaurantes de alta gama, como aquel que vendía una
experiencia suspendidos en una grúa.
Pero,
a partir de este año, esa sensación de prosperidad se esfumó.
"Ahora
ves poca afluencia en Las Mercedes", comenta Gómez, quien hace referencia
a una zona del este de la capital, caracterizada por la presencia de bares,
restaurantes y discotecas. "Bodegones y restaurantes vacíos. Comercios
haciendo remates. Mucha gente angustiada y comerciantes desesperados",
acota.
Las
cifras así lo confirman. El pasado febrero, el FMI (Fondo Monetario
Internacional) adelantó que el crecimiento real del PIB en Venezuela durante
2023 sería de 6,5%. Una proyección que luego fue corregida a la baja a 5,0%.
Los datos
del Observatorio Venezolano de Finanzas (OVF) ahora revelan que, durante el
primer trimestre de 2023, la actividad económica registró una caída de
8,3% en comparación con el trimestre del año anterior.
La
inflación, según el FMI, apunta a cerrar a 400%.
El
gobierno sigue culpando de los problemas económicos a las sanciones de Estados
Unidos, pero ¿qué hay detrás de este frenazo económico? Aquí te explicamos
cuatro factores.
1. Los
límites de la dolarización desordenada
Las
transacciones en Venezuela se habían hecho siempre en bolívares. Pero la
hiperinflación que se instaló en 2017 y se mantuvo por cuatro años, diluyó
tanto el valor de la moneda oficial, que los billetes terminaron sirviendo más
para decorar que para comprar.
En
respuesta, los venezolanos comenzaron a utilizar el dólar para hacer sus pagos.
Al principio, de una manera informal, casi clandestina, por las consecuencias
penales que implicaba el uso de divisas desde los tiempos de Hugo Chávez.
Hasta
que el gobierno de Nicolás Maduro en 2018 permitió que los
comercios empezaran a anunciar de forma abierta sus precios en dólares, lo cual
abrió paso a una dolarización de facto.
El uso
de una moneda más estable inyectó un poco de certidumbre al mercado, impulsó la
actividad del sector privado y dio un respiro incluso hasta las clases más
bajas. Sin embargo, la ausencia de normas para su implementación impidió que la
dolarización resultara efectiva.
"La
dolarización en Venezuela fue un proceso espontáneo. No se trató de una
política económica de Estado", explica el economista Giorgio Cunto.
"Se hizo de una manera desordenada y al margen de las instituciones
financieras. Lo que complicó aún más el sistema de pagos en el país".
Los
clientes pagan con dólares en efectivo, pero los comerciantes no tienen
billetes de baja denominación para dar cambio. Y se hacen transacciones a
través de amigos o familiares en Estados Unidos ante la imposibilidad de los
venezolanos de mover dólares entre cuentas en bancos locales.
En
marzo de 2022, el gobierno aprobó una reforma a la Ley de las
Grandes Transacciones Financieras (IGTF), la cual implicó un impuesto de 3%
a las operaciones en divisas realizadas por personas naturales y jurídicas. Una
medida que desestimuló el uso del dólar.
"Después
de siete años de recesión, la economía del país no estaba preparada ni lo
suficientemente fuerte para esta carga tributaria", opina el economista
José Manuel Puentes. "Fue una decisión económica errada, que tuvo un
impacto de enfriamiento", agrega.
En su
opinión, el gobierno de Maduro implementó una dolarización de forma incorrecta
y luego quiso volver a imponer el uso del bolívar.
"Aplicó
una técnica de stop y arranque, arranque y stop, lo cual generó impacto en las
transacciones. Al final, la falta de medidas de estabilización
económica por parte del gobierno hizo que la dolarización fuera menos
efectiva".
2. La
dependencia del sector comercial
El
rebote que experimentó la economía venezolana resultó limitado, porque se
apalancó en un solo sector productivo: comercio y servicios.
Según
cifras publicadas por Bloomberg, el año pasado se abrieron 200
restaurantes en la capital, la mayor cifra en al menos una década. Casi
la mitad estaba dirigido a un público de alto poder adquisitivo, con capacidad
de pagar más de US$50 por comida.
Pero el repunte de
la inflación,aunado a la abrupta devaluación de 25% que ocurrió en
agosto de 2022, desestimuló el consumo y los comercios se fueron
vaciando.
"La
dinamización de la economía sobre la que se sostenía ese rebote era muy
desbalanceado", explica Cunto.
"No
involucraba otros sectores más productivos y de mayor valor agregado como la
construcción, la minería, la industria manufacturera, que quedaron rezagadas.
Eso no era sostenible, porque estaba impulsada por el consumo. Al caer
el consumo, el rebote se quedó sin combustible".
La
cifra que revela Iván Puerta, presidente de la Asociación de Restaurantes, en
una entrevista publicada por Bloomberg muestra la dimensión del
descalabro: alrededor de 60% de los nuevos locales de comida cerró tras
un exceso de entusiasmo inicial.
En
consecuencia, la contracción de las ventas comerciales respecto a enero
del año pasado fue de 17%, de acuerdo con el economista Asdrúbal Oliveros.
"En términos económicos es la peor contracción en los últimos tres
años", asegura.
A su
juicio, hubo otro factor que también tuvo un efecto negativo sobre el
consumo: la caída de 15% en la remesas producto de la crisis
pospandemia, pues tres de cada diez hogares en Venezuela dependen de las
divisas que mandan sus familiares que viven en el exterior.
3. La
dificultad de vender el petróleo
Durante
el primer semestre de 2022, la producción petrolera de Venezuela registró un
repunte, en virtud de la recuperación de la actividad de su principal empresa:
PDVSA.
Luego
de estar en los niveles más bajos de su historia, la estatal petrolera
alcanzó para mayo de ese año los 735.000 barriles diarios, según cifras de
la OPEP.
Ese
impulso representó un aliciente para un sector estratégico de la economía
venezolana que había sido afectada por las sanciones ordenadas por el gobierno
de Donald Trump y la pérdida del control de activos petroleros en Estados
Unidos.
En
medio de ese escenario, la invasión de Rusia a Ucrania abrió para
Venezuela la oportunidad de vender más crudo.
Sin
embargo, el país no logró aprovecharla del todo.
"Ese
conflicto tuvo un efecto neto positivo sobre Venezuela por ser un país
petrolero, pero no pudo sacarle mayor provecho por su incapacidad
actual de aumentar su producción", comenta José Manuel Puentes, quien
recuerda que PDVSA en el pasado llegó a producir tres millones de barriles
diarios.
De
paso, las sanciones a Rusia trastocaron la reducida capacidad
de Venezuela de comercializar su petróleo. Una circunstancia que, de cara al
gobierno, se tradujo en dificultades para obtener más divisas.
En
paralelo, otro factor les jugó en contra: los problemas de cobro.
"Venezuela
vende su petróleo en condiciones muy opacas", asegura Cunto. "No todo
el valor termina llegando al país, lo cual dificulta el acceso a los recursos
con los que puede contar el gobierno".
Esa
falta de liquidez, al final, le impidió a la administración de Maduro mantener
controlado el mercado cambiario. Amén de sus bajas reservas internacionales.
Y ante
la merma de ingresos, expandir el bolívar terminó siendo la salida.
4. La
persistencia de problemas estructurales
La
corta duración del rebote económico que experimentó Venezuela responde, en
opinión de los especialistas, a la persistencia de los problemas estructurales
del país.
"En
una economía con una profunda crisis estructural como la de Venezuela
toda mejora tiene un techo", afirma el economista Asdrúbal
Oliveros.
"Tenemos
un Estado colapsado que no puede generar ingresos. Una economía sancionada que
mantiene al país aislado. Sin posibilidad de crédito. Con problemas de servicios
públicos… En ese escenario, cualquier signo de mejora se diluye",
añade.
Cunto
coincide en afirmar que la fuerza de la recuperación económica fue muy tenue,
porque no contaba con una base sólida. Incluso, opina que el error fue
sobrevalorar la recuperación, a partir de las expectativas que estaba
generando en la población.
"Tenemos
una economía muy improductiva, poco competitiva. Eso limita su crecimiento y la
diversificación", agrega.
Un
futuro no tan desalentador
¿Qué
esperar en los próximos meses?
El
economista José Manuel Puentes no se muestra muy optimista.
"Si
volvemos a registrar números negativos en el trimestre abril, mayo y
junio, entraremos técnicamente en una recesión, con
base en las cifras extraoficiales. Eso es muy preocupante",
comenta.
Oliveros,
en cambio, considera que, si bien se está en un escenario de desaceleración, no
cree que el país vuelva a la crisis económica que experimentó en 2017.
"Ahora
tenemos una economía dolarizada. Un sector privado que ha ganado independencia
y un gobierno más pragmático. Tendremos un segundo semestre menos malo
y podríamos cerrar el año con un crecimiento de 5%. Pero dependerá de que
comencemos a ver signos de estabilización".
Esa
visión la comparte Cunto, quien asegura que el frenazo económico se seguirá
sintiendo, pero sin rayar en un cuadro crítico. "Todavía existe mucha
vulnerabilidad en la política monetaria, pues no se mueve de forma
independiente sino atada al Ejecutivo. Así no creceremos más de 5% al cierre de
este año".
Con
ese panorama, sugiere ser más conservadores en cuanto a la magnitud del rebote
y explorar actividades de mayor productividad. "Hay que ser más ágil
para adaptarse a las condiciones de este entorno tan volátil. Lo
cierto es que no podemos confiar en un salto cuántico".
Tomado
de: https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-65490101
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