Opus Dei 13 de mayo de 2023
@OpusDeiVE
Comentario del sexto domingo de Pascua.
"El que me ama será amado por mi Padre". Estas palabras nos
introducen en ese clima de intimidad con el que Jesús abría su corazón a los
apóstoles durante la Última Cena.
Evangelio
(Jn 14,15-21)
Si me
amáis, guardaréis mis mandamientos; y yo rogaré al Padre y os dará otro
Paráclito para que esté con vosotros siempre: el Espíritu de la verdad, al que
el mundo no puede recibir porque no le ve ni le conoce; vosotros le conocéis
porque permanece a vuestro lado y está en vosotros. No os dejaré huérfanos, yo
volveré a vosotros. Todavía un poco más y el mundo ya no me verá, pero vosotros
me veréis porque yo vivo y también vosotros viviréis. Ese día conoceréis que yo
estoy en el Padre, y vosotros en mí y yo en vosotros. El que acepta mis
mandamientos y los guarda, ése es el que me ama. Y el que me ama será amado por
mi Padre, y yo le amaré y yo mismo me manifestaré a él.
Comentario
Estas
palabras nos introducen en ese clima de intimidad con el que Jesús abría su
corazón a los apóstoles durante la Última Cena.
Comienza
diciendo algo claro y exigente: “Si me amáis, guardaréis mis mandamientos” (v.
15). Dios no es veleidoso, ni sus mandamientos son ocurrencias arbitrarias para
imponer su autoridad. Al contrario, son expresión del amor con el que un buen
Padre enseña a sus hijos cómo comportarse para ser felices. Ciertamente, en
algunas situaciones ajustarse a lo que Dios manda resulta costoso. De hecho,
“en las discusiones sobre los nuevos y complejos problemas morales, puede
parecer como si la moral cristiana fuese en sí misma demasiado difícil: ardua
para ser comprendida y casi imposible de practicarse. Esto es falso –respondía
San Juan Pablo II–, porque –en términos de sencillez evangélica– consiste
fundamentalmente en el seguimiento de Jesucristo, en el abandonarse a él, en el
dejarse transformar por su gracia y ser renovados por su misericordia (…). El
seguimiento de Cristo clarificará progresivamente las características de la
auténtica moralidad cristiana y dará, al mismo tiempo, la fuerza vital para su
realización. (…) Quien ama a Cristo observa sus mandamientos”[1]. La justa
correspondencia al amor que recibimos de Dios reclama dejarse querer, y eso no
consiste en otra cosa que en guardar fielmente todo lo que ha mandado. Así lo
dice Jesús confidencialmente a sus discípulos: “el que acepta mis mandamientos
y los guarda, ése es el que me ama” (v. 21).
Jesús
es consciente del esfuerzo que supone guardar sus mandamientos, pero nos
asegura que contaremos con una ayuda inestimable: “yo rogaré al Padre y os dará
otro Paráclito para que esté con vosotros siempre” (v. 16). La palabra
Paráclito viene del griego parakletós, un término que
significa uno llamado al lado para ayudar – un consolador, defensor o abogado.
Es alguien invitado a caminar junto a nosotros, que nos acompaña, nos advierte
de los obstáculos, nos defiende, pero, a la vez, va hablándonos suavemente,
confortando, sugiriendo, animando… El Paráclito es un fiel compañero
inseparable.
Jesús
mismo no dejará nunca de ser nuestro parakletós, como lo
prometió a los discípulos: “no os dejaré huérfanos, yo volveré a vosotros” (v.
18). Pero, además de él, promete “otro Paráclito para que esté con vosotros
siempre” (v. 16). Se refiere al Espíritu Santo. “En efecto, el primer Paráclito
-son palabras de Benedicto XVI- es el Hijo encarnado, que vino para defender al
hombre del acusador por antonomasia, que es satanás. En el momento en que
Cristo, cumplida su misión, vuelve al Padre, el Padre envía al Espíritu como
Defensor y Consolador, para que permanezca para siempre con los creyentes,
habitando dentro de ellos. Así, entre Dios Padre y los discípulos se entabla,
gracias a la mediación del Hijo y del Espíritu Santo, una relación íntima de
reciprocidad: ‘yo estoy en el Padre, y vosotros en mí y yo en vosotros’, dice
Jesús (v. 20)[2]”.
“Meditando
estas palabras de Jesús –nos dice el Papa Francisco–, nosotros hoy percibimos
ser el Pueblo de Dios en comunión con el Padre y con Jesús mediante el Espíritu
Santo. (…) El Señor hoy nos llama a corresponder generosamente a la llamada evangélica,
al amor, poniendo a Dios en el centro de nuestra vida y dedicándonos al
servicio de los hermanos, especialmente a los más necesitados de apoyo y
consuelo”[3].
[1] S. Juan Pablo
II, Enc. Veritatis splendor, n. 119.
[2] Benedicto
XVI, Homilía, 27 abril de 2008.
[3] Papa
Francisco, Regina coeli, 21 de mayo de 2017.
Tomado
de: https://opusdei.org/es-ve/gospel/
Invitamos
a suscribirse a nuestro Boletín semanal, tanto por Whatsapp como vía correo
electrónico, con los más leídos de la semana, Foros realizados, lectura
recomendada y nuestra sección de Gastronomía y Salud. A través del correo
electrónico anunciamos los Foros por venir de la siguiente semana con los
enlaces para participar y siempre acompañamos de documentos importantes,
boletines de otras organizaciones e información que normalmente NO publicamos
en el Blog.


No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico