SADIO GARAVINI DI TURNO 01 de septiembre de 2023
@sadiocaracas
En un
reciente “pronunciamiento” del Alto Mando Militar, el general Padrino, ministro
de la Defensa, afirmó que la Fuerza Armada “tiene un papel constitucional que
cumplir”. En otra ocasión, el General Padrino dirigiéndose a la oposición
democrática, ha dicho lo siguiente:” Mientras exista una Fuerza Armada como hoy
la tenemos, antimperialista, revolucionaria, bolivariana, nunca podrán ejercer
el poder político en Venezuela”. Ahora bien, el artículo 328 de la Constitución
dice que: “La Fuerza Armada constituye una institución esencialmente
profesional, sin militancia política…está al servicio de la nación y en ningún
caso de persona o parcialidad política” y en el artículo 330 agrega que “los
integrantes de la Fuerza Armada Nacional, en situación de actividad, no podrán
participar en actos de propaganda, militancia o proselitismo político.” Sin
embargo, la Fuerza Armada se está convirtiendo en una verdadera guardia pretoriana
del régimen. La progresiva militarización de la sociedad y el Estado son
evidentes. La Fuerza Armada dejó de ser apolítica, obediente y no deliberante y
padece un constante adoctrinamiento ideológico-político. Recordemos el
necrofílico saludo militar obligatorio: “Patria, socialismo o muerte”, que
después del fallecimiento del caudillo se transformó en el “peculiar”: ”Chávez
vive, la revolución sigue”. La administración pública, las empresas del Estado,
el Servicio Exterior, las gobernaciones y las alcaldías están siendo inundadas
de profesionales militares. La Fuerza Armada está ocupando funciones que en
toda sociedad democrática son civiles. En las regiones hay una subordinación de
las autoridades civiles a las autoridades militares. A las Fuerzas Armadas
regulares hay que agregar los centenares de miles de civiles regimentados e
indoctrinados en las “Milicias Populares”, verdadero brazo armado del partido
de gobierno. Con el nombre de “unidad cívico-militar”, se quiere encuadrar
militarmente a la mayor parte posible de la sociedad civil con el objetivo de
facilitar su adoctrinamiento, movilización y control. A todo esto hay que
agregar los llamados “colectivos”, grupos violentos y armados, parecidos a los
CDR castristas, las “squadracce” del jerarca fascista Farinacci, las SA nazi de
Ernst Röhm y los “tonton macoutes” haitianos, organizados por el partido de
gobierno para hostigar y romper las manifestaciones pacíficas de la oposición.
En las democracias avanzadas y “civilizadas”, en todos los sentidos de la
palabra, las instituciones políticas son fuertes y las fuerzas armadas son
profesionales, apolíticas, obedientes y no deliberantes. En cambio, el
militarismo es cada vez más una característica típica de sociedades atrasadas y
semi bárbaras, con graves carencias de gobernabilidad. El militarismo es una
degeneración hipertrófica de la profesión militar, que tiende a convertirse en
una usurpación, por parte del estamento militar, del poder de autodeterminación
del pueblo, al utilizar ilegítimamente la fuerza de las armas que el mismo
pueblo le otorga en custodia.
Como
afirma el general Padrino, la Fuerza Armada debe cumplir el papel que le asigna
la Constitución Nacional.
SADIO
GARAVINI DI TURNO
@sadiocaracas
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