JAVIER CONDE 29 de febrero de 2024
@jconde64
Sociólogo,
profesor universitario, líder político. Fermín tuvo en sus manos el rescate de
Acción Democrática, sometida a la “vieja guardia” y al penoso liderazgo de Luis
Alfaro. De figura admirada pasó a colaborador indirecto del régimen de Nicolás
Maduro.
Un
adeco de toda la vida, siempre gremialista y en aquel momento concejal,
acompañó una noche a Luis Piñerúa Ordaz a una cena en la casa de Ángel
Brito Villaroel, secretario general de URD (Unión Republicana
Democrática), en tiempos en que se discutía el apoyo del llamado “partido
amarillo” a la candidatura de Jaime Lusinchi para las elecciones de
1983. Recuerda que tuvo la suerte de sentarse al lado de Ramón J.
Velásquez, quien le comentó en referencia a Claudio Fermín: “No lo pierdas
de vista. Estudió primaria en los Estados Unidos, bachillerato en el colegio
judío (Moral y Luces), donde la comunidad lo eligió presidente del Centro de
Estudiantes, y realizó Sociología en la UCAB”. Velásquez que era hombre de
pausas y sentencias, tras unos segundos remató: “Algo extraordinario debe
esperarse de él”.
Un periodista, con seguridad el que más supo del trajín menudo y mayor de Acción Democrática y sus figuras más descollantes durante ese trecho de los años 70 hasta finales de siglo, conoció y trató al Claudio Fermín de sus primeras apariciones por la casa del partido blanco en La Florida. “Era un tipo muy grato, de fácil sonrisa, contador de chistes. De gran porte, le gustaba vestirse bien, siempre encorbatado, con un maletín de cuero muy bonito”, cuenta. Fermín entraba en la oficina del buró juvenil, de la secretaría general, sonreía, saludaba a todos, desde Encarnación, el portero, hasta el dirigente más alto. “Formaba parte de una camada de jóvenes muy importante, con Héctor Alonso López, Domingo Alberto Rangel, Antonio Ledezma. Desde muy temprano, Fermín fue visto como una gran promesa política”.
Claudio
Fermín llegó a AD precedido de la trayectoria y reconocimiento de su tía
Mercedes Fermín, nacida en Río Caribe, una educadora formada inicialmente bajo
las orientaciones de su padre, Claudio Fermín, y luego destacada docente de
Geografía e Historia y luchadora tanto por conferir a la educación el rango de
pilar fundamental de la democracia como por los derechos de la mujer. Fue
constituyentista en 1947 y su firma está entre los que aprobaron el voto para
todos los venezolanos mayores de 18 años, sin distingo de sexo, raza o nivel de
instrucción. Fue detenida tras el golpe militar de 1948 y vivió en el exilio
hasta el retorno de la democracia. Por su cercanía a Luis Beltrán Prieto
Figueroa se integró al MEP (Movimiento Electoral del Pueblo) en la
traumática ruptura que resultó decisiva para la derrota de Acción
Democrática en las elecciones de 1968. Fue, sin duda, una mujer de
carácter y muy decidida.
El
otro Claudio
De
todos los asistentes a la convocatoria con fines electorales de Jorge
Rodríguez del pasado 5 de febrero, sin presencia de las fuerzas políticas
opositoras que organizaron la primaria del 22 de octubre, el nombre de Claudio
Fermín es el único con una antigua y relevante trayectoria. “Un capital
político dilapidado”, comenta un destacado miembro del gabinete del
segundo gobierno de Carlos Andrés Pérez. “Ahora, consciente o no, es
un colaborador indirecto de un régimen que en la época en que admiré al
verdadero Fermín no hubiera sido posible”, me escribe el veterano gremialista
adeco que apreció en Claudio cultura, inteligencia, carisma y disposición a
acercarse a los más necesitados.
¿Cuántos
Claudio hay? ¿Uno verdadero y otro que estira su faz conciliadora como un
chicle insípido? ¿El Claudio Fermín que se impuso a la nomenclatura de su
partido para ganar la candidatura de 1993, o este Fermín que elige, siempre,
cuestionar sin matices y sin equívocos a la oposición, que da crédito a
las “conspiraciones” de última hora del régimen para justificar la ola
represiva? ¿El que considera la desaparición forzada de Rocío San Miguel tan
solo un asunto “delicado”? ¿Cuándo se extravió uno de los Claudio, si
ciertamente hubo dos?
Claudio
Fermín fue más que una promesa. Tuvo en su poder, al parecer no en su cabeza,
la posibilidad de rescatar a Acción Democrática de su decadencia, el partido
fundamental de la vida democrática venezolana, y, a partir de ese rescate, dar
una segunda oportunidad al sistema político iniciado en 1958.
Uno de
los consultados para esta nota, que formó parte del grupo de colaboradores
cercanos cuando Fermín aspiró a la candidatura presidencial de AD, recuerda que
en la primaria interna -contra Carmelo Lauría y Paulina Gamus- Claudio
se impuso con más del 92% de los votos, una victoria tan absoluta y definitiva
como la de María Corina Machado en la primaria de octubre pasado.
“Toda la vieja guardia adeca estaba esperando que les diera una patada y los
sacara”, dice, y cuenta que por intermedio de Eric Ekvall, un experto
electoral le redactó una carta sobre lo que Fermín debería hacer para
consolidar su victoria: “convocar en El Poliedro a un Comité Directivo Nacional
y nombrar un nuevo CEN (Comité Ejecutivo Nacional) con gente joven y
cercana”. El asesor era tajante y le dejó una advertencia: “o los
sacas, o esa gente poco a poco te va a joder”.
Y eso
fue lo que ocurrió. En la campaña electoral de 1993 en la que Fermín fue el
candidato de su partido -terminó segundo, tras Rafael Caldera, en la
elección donde murió el bipartidismo- funcionaron dos comandos electorales en
paralelo, uno dirigido por Luis Emilio Rondón, puesto por Fermín, y
otro bajo el control del CEN, que manejaba los fondos y la maquinaria
partidista. “Hasta Rondón concluyó subordinado al poder de siempre”, añade el
colaborador del equipo del candidato.
“Le
faltó valentía”, resume su antiguo colaborador, que consigna la imagen de la
casa del partido rodeada por 2.000 o 3.000 espontáneos que coreaban el nombre
de Fermín mientras el CEN sesionaba puertas adentro después de la victoria
electoral de éste en la primaria interna. “O matas o te matan”, es la lectura.
Desaparecido
sin combate
Al
periodista que hizo de AD su fuente predilecta aún le extraña a la distancia
que una vez concluida la campaña electoral de 1993, en un país que el año
anterior había padecido dos golpes de Estado y luego la destitución del
gobierno de Carlos Andrés Pérez y su expulsión del partido, Claudio Fermín se
haya ido a estudiar para Estados Unidos. “Él quedó muy bien parado en ese
proceso electoral, se creía que había formado un movimiento para enfrentar a (Luis)
Alfaro pero desapareció repentinamente y dejó a sus amigos ladrándole a la
luna”.
Claudio
anduvo entre Nueva York y Boston y perdió la relación con la gente en Venezuela
que era su apoyo político. Otro exministro del gabinete de Pérez refiere que,
al cabo de un tiempo, se reanudó el contacto y se programó una reunión en Nueva
York, en la casa de Diego Arria, en la que, entre otros, estuvo el
expresidente. “Allí se acordó avanzar en su candidatura para las elecciones de
1998 a su regreso a Venezuela, con el apoyo de Pérez, enfrentar a Alfaro y
producir un cisma en Acción Democrática”.
Cuando
volvió al país ya estaba formado lo que el exministro califica de un “trabuco”
con nombres como los de Oswaldo Álvarez Paz, Américo Martín, Freddy Muñoz,
Alonso Palacios, venidos de otras militancias, más el núcleo de exadecos para
sumarse a la candidatura de Fermín. Solían reunirse en el hotel CCT y
corría el tiempo para definir una estrategia que permitiera enfrentar la
candidatura de Chávez que comenzaba a crecer. Se preparó un documento
al respecto y se convocó a una reunión de carácter definitivo. Fermín consideró
“muy importante” el asunto y pidió adelantar el encuentro para luego dejarlo en
la fecha original. “Más nunca supimos de él”, dice otra persona involucrada en
las conversaciones. Claudio finalmente no fue candidato en las elecciones de
1998.
“Por
alguna razón nunca quiso enfrentar a Chávez, prefería atacar a (Henrique)
Salas Römer, como en las siguientes elecciones cuestionó más a (Francisco) a
Arias Cárdenas”, dice el exministro, que cree que Fermín interpretó mal las
“amabilidades” de Alfaro “y tomó decisiones equivocadas”. En las elecciones de
2000, Fermín sí se lanzó, (postulado por Encuentro Nacional, un movimiento ya
desaparecido) y apenas cosechó 2.7% de los votos.
Debate
con Chávez
En la
presentación de Wikipedia de Claudio Fermín se lee que “es el único político en
la historia de Venezuela en someter a un debate a Hugo Chávez”. Fue en marzo de
1998 en el programa Polos Opuestos conducido por María Elvira
Salazar. Según comentarios de dos de las personas consultadas hubiera sido
mejor que tal debate nunca se hubiera producido. “Fue una tragedia, Chávez lo
destruyó, nunca se recuperó de eso”, dice el miembro del gabinete de Pérez,
que, subraya, Fermín es una excelente persona y bien formada. Para el momento
del debate, aún a nueve meses de las elecciones, Fermín estaba bien posicionado
en las encuestas que lideraba Irene Sáez.
Por
internet circula todavía un fragmento del cara a cara con Chávez, en el que
éste ataca a los gobiernos de la cuarta por echar la policía a la calle para
reprimir al pueblo durante el Caracazo de 1989, como justificación de su
4F. Salazar le pregunta a Fermín si él teme, como el país, que Chávez
vuelva a recurrir a la violencia. Y en su respuesta logra acorralar a Chávez
cuando le dice que no teme que vuelva a la violencia en primer lugar porque
cuando lo intentó, fracasó. Pero el “comandante” le responde que Fermín se
escondió en una embajada y éste lo precisa: “¿A usted le consta eso?, Chávez
recula, “¿pero le consta insiste?, Chávez tiene que admitir que estaba
repitiendo la “conseja popular”. Round para Fermín, pero en el remate, cuando
lo tiene contra las cuerdas, lo salva: “celebro, señor Chávez, que estemos
conversando con las ideas y no con las armas que no pueden hacerle bien a
Venezuela”.
El
cercano colaborador de Fermín recuerda otro pasaje al final del debate. “María
Elvira le pregunta si en un gobierno de Chávez colaboraría con él y dice que no
tendría ningún problema; cuando le hace la pregunta a Chávez, éste dice que no
colabora con ladrones. Fue un nocaut, frente a un tipo que solo decía
consignas. Él tendría que haber dicho que no colabora con asesinos”.
A la
conversa acude, citado de improviso por alguno de los consultados a un lado y
otro del Altántico, Hamlet y su ser o no ser: “¿Cuál es más digna
acción del ánimo, sufrir los tiros penetrantes de la fortuna injusta, o tomar
las armas contra este torrente de calamidades, y darlas fin con atrevida
resistencia?”
JAVIER
CONDE
@jconde64
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