Por Maximo Flint, 04/09/2013
El título de esta entrada es el título (en inglés) de una recopilación de artículos hecha por una muchacha (a juzgar por la foto de su perfil) llamada Rasha Othman, escritora y activista siria, en el blog Syria Deeply (http://beta.syriadeeply.org/op-eds/articles-syrians-read-syria/#.Uia2IjY2bHA).
Me he propuesto traducirlos al español, no solo porque eso me obliga a leerlos detenidamente, sino para que mis amigos que prefieren leer en nuestro idioma puedan darles un vistazo. Como con la inconclusa serie sobre Egipto ("Por más democracia"), me parece que todo este material sirve para meditar acerca de nosotros mismos, la situación de nuestro país y las historias alternativas de improbables futuros. ¿Queremos que algo así nos pase? ¿Nos identificamos con esa frase de "un estado gobernado por un brutal sindicato del crimen –los Soprano con armas de destrucción masiva", al que estamos tratando de convencer por las buenas de abandonar el poder? En todo caso, ¿qué estamos haciendo para que nuestra historia discurra por un camino diferente?
¡Feliz lectura!
¿Cómo derrocar a Assad, y porqué los
EEUU debería intentarlo?
Por Michael Weiss, Foreign
Affairs, 28 de Agosto de 2013.
El martes, el Secretario de Estado de los EEUU,
John Kerry, habló del reciente ataque químico en Siria como un hecho
“innegable” – no sujeto a debate. Lo llamó una “obscenidad moral” y culpó
directamente al régimen de Bashar al-Assad. La afirmación fue un discurso de
guerra sin disimulo. La única pregunta ahora es qué forma tomará la guerra y
cuánto durará la batalla.
Hay varios rumores arremolinados. Uno es que la administración
Obama preferiría una mera campaña “punitiva”. Algunas fugas de información a
los medios en oportunidades precisas parecen apuntar en esta dirección. Pero
tal estrategia no lograría nada si la meta es disuadir al régimen de Assad de
usar agentes químicos nunca más. Durante el año pasado, Israel ha dado media
docena de golpes de alfiler en escondites de armas avanzadas dentro de Siria,
probablemente porque estuviesen destinados a Hezbollah en el Líbano. El mismo
número de operaciones atestigua sobre cuán poco alteraron la actitud de Assad:
él todavía importa equipo de alta tecnología.
Otro plan rumoreado, que reportó la NBC, citando
altos funcionarios de los EEUU, es que las misiones en los próximos días no
buscarían matar a Assad o derrocar a su régimen, sino destruir o degradar sus
instalaciones de comando y control, sistemas de artillería y aeropuertos. Esa
es con seguridad una opción más inteligente, siempre que .los ataques asciendan
más allá de mandar un mensaje y hagan un daño duradero a la infraestructura
militar del régimen. Cualquier cosa menos que eso sería estrategicamente inútil
y un desperdicio de misiles costosos.
De hecho, el presidente de los EEUU, Barack Obama,
debería re-articular su política de cambio de régimen para Siria, que anunció
primero en el verano de 2011 y luego ha revisado calladamente y rescindido
desde entonces. Y debería equipar cualquier intervención hacia promover esa
política, de acuerdo con lo que aliados claves de los EEUU han dicho que es su
método preferido de desalojar la dictadura dinástica de 40 años: la gradual
afirmación del control por la oposición. Contrario a la sabiduría convencional,
ya hay ejemplos de que esto podría funcionar bien en Siria.
EL PUNTO
La forma más fácil de lograr el cambio de régimen
no es ningún misterio para los formadores de políticas o los planificadores
militares del Pentágono. Su fase inicial puede llamarse aislamiento del
régimen. Los Estados Unidos deberán degradar o destruir la capacidad de
aprovisionamiento aéreo del régimen de Assad. Esto no acarrearía el despliegue
de fuerzas de los EEUU a Siria, ni significaría el desplome del régimen de la
noche a la mañana. Pero estorbaría su capacidad de mover hombres y armas dentro
de Siria.
La estrategia tendría el beneficio añadido de
aislar a Siria de sus aliados. Martin Dempsey, el Jefe del Estado Mayor
Conjunto, ha minimizado repetidamente la importancia de la Fuerza Aérea Siria,
afirmando, por ejemplo, que de todas las muertes sirias en los dos años y medio
de la guerra, sólo aproximadamente un décimo han sido causadas por cohetes y
bombas tirados desde los aviones de Assad. Pero esta estadística elude un
aspecto más importante del uso de los aeropuertos, los helicópteros y los aviones
del régimen: los aviones militares y comerciales rusos e iraníes llegan
diariamente a descargar armas (algunas de ellas son sistemas avanzados de
defensa aérea o marítima); municiones y personal. Irán está gastando un
estimado de $500 millones de dólares por mes para mantener a flote a su aliado.
Como consecuencia, Irán ha heredado virtualmente el
portafolio de seguridad sirio. Según admiten los propios funcionarios de
seguridad sirios, Irán y Hezbollah han ayudado a Damasco a construir una
milicia sectaria de 100.000 miembros llamada la Fuerza Nacional de Defensa, sin
la cual, como concluyó el Wall Street Journal el 26 de Agosto, esas victorias
recientes en Homs simplemente no habrían sido posibles. En algunos casos, Irán
ha estado llevando en avión a reclutas de la Fuerza Nacional de Defensa a
Teherán, donde reciben entrenamiento de guerra de guerrillas. Debido a que
todas las fronteras de Siria – excepto la frontera con el Líbano – están
controladas por los rebeldes (Turquía, Jordania) o son fácilmente vigiladas por
ellos (Iraq), los transportes de equipo y personal por tierra son cada vez
menos frecuentes. Pero los despachos que llegan al aeropuerto
internacional de Damasco y a la base aérea Mezze, que está controlada por la
Cuarta División Blindad y está ubicada al suroeste de la capital, no han
disminuido su frecuencia.
Así, es tan simple como esto: si quitas las pistas
de aterrizaje, los aviones iraníes y rusos no pueden aterrizar, ni pueden
despegar los aviones sirios.
Las buenas noticias son que no hay muchas pistas de
aterrizaje de alto uso que queden por atacar. De las 27 bases aéreas en Siria
que son capaces de ayudar a las misiones primarias de la Fuerza Aérea Siria,
sólo seis quedan en pleno uso. Las otras están bajo control rebelde o se las están
peleando ferozmente. Chris Harmer, un alto analista naval del Institute for the
Study of War (Instituto para el Estudio de la Guerra), ha demostrado que la
Fuerza Aérea Siria se ha reducido a unos 100 aviones preparados para operar. En
una serie de conferencias intrincadamente detalladas, Harmer también delineó un
plan de acción verosímil para degradar seriamente la capacidad aérea de Assad
sin “que ninguna aeronave de los EEUU entre en el espacio aéreo sirio”. En
cambio, los Estados Unidos confiarían principalmente en misiles lanzados desde
navíos o sistemas de enfrentamiento disparados desde aviones en territorio
internacional o aliado. El suelo israelí, jordano, árabe saudita, turco o
incluso italiano podría ser usado con este propósito. Estos países también lo
permitirían.
Ya, los destructores de clase Arleigh-Burke con
misiles Tomahawk de ataque a tierra – el USS Mahan, el USS Barry, el USS Ramage
y el USS Gravely – están en ruta o en posición en el Mediterráneo oriental.
Todos están equipados con armas defensivas contra las cuales cualquier ataque
naval sirio sería ineficaz (Los Tomahawk tienen un alcance de 1.000 millas
náuticas; los misiles contra-buques más avanzados de Assad, los P-800 Yakhont,
tienen un alcance de 180 millas). El número de Tomahawks en la región se podría
duplicar eficazmente si los Estados Unidos también despliegan allí submarinos
de ataque o de misiles crucero. Además, como hace notar Harmer, si la división
del portaaviones USS Harry Trumanm que incluye dos cruceros clase Ticonderoga y
dos destructores clase Arleigh-Burke adicionales, se reubicará del Mar Rojo,
donde está ahora, al Mediterráneo oriental, “aumentaría significativamente el
poder de fuego disponible para atacar a blancos en Siria.” Los blancos para
estas municiones pueden y deberían incluir pistas de aterrizaje, aeronaves de
ala rotatoria y fija estacionados, torres de control de tráfico aéreo,
vehículos del ejército, sistemas de defensa aérea, buques de la armada, y la
sede del régimen.
EL DESPERTAR SUNNI
Ningún enfrentamiento militar directo de los EEUU
podría funcionar sin un compromiso paralelo en desarrollar a la oposición
armada, lo que ha sido una meta oficial de los EEUU descuidada por mucho
tiempo. Un ejército rebelde responsable y confiable podría encargarse no solo
de luchar contra el régimen y sus múltiples representantes, sino también de
proteger a los intereses estadounidenses, europeos y regionales del aumento de
extremistas en el Levante.
Luego de la anterior violación de Assad de la línea
roja de Obama, la Casa Blanca anunció que comenzaría a enviar armas ligeras al
Comando Militar Supremo, un paraguas logístico y de coordinación respaldado por
los Estados Unidos liderado por Salim Idris, un hombre con quien se han
familiarizado todas las agencias de inteligencia de Occidente. Hasta hoy, sin
embargo, se han despachado pocas o ninguna de esas armas. La política del
status quo de permitir el contrabando indirecto de armas en los estados del
Golfo sí persiste.
Y aún así, a pesar de ese letargo, hay signos esperanzadores.
Aunque poco cubierto por la prensa internacional y los “expertos” en política,
en los meses recientes, el frente sur en Siria ha visto a unidades rebeldes
respaldadas por Occidente y sus aliados, ganando cada vez más territorio, a
expensas tanto de Assad como de al Qaeda, que ha estado usando la guerra en
Siria como una oportunidad para expandir su alcance para establecer lo que
espera sea un emirato islámico previo a un califato mundial. El crédito por
esto se debe fundamentalmente a Arabia Saudita y lo que ella llama su
“estrategia del sur,” o la construcción de fuerzas rebeldes en y alrededor de
Damasco, particularmente en los pueblos de Barzeh, Jobar y Qaboun, donde los
rebeldes han incautado alijos de armas y hasta tomaron una instalación
eléctrica. Todos estos pueblos están en el distrito de Ghouta Este, el mismo
que Assad gaseó la semana pasada y había gaseado antes, también.
Como parte de su estrategia sur, Arabia Saudita ha
trabaja cercanamente con Jordania – un desarrollo que Arabia Saudita ha
minimizado, hasta negado, debido al temor del rey Abdullah de que Assad tome
represalias contra su vecino del sur. Juntos, los dos países y sus
contrapartidas estadounidenses, británicas y francesas han dispuesto y manejado
un centro de operaciones conjuntas no revelado en Jordania para entrenar a los
rebeldes sirios en métodos de guerra táctica, inteligencia, contra-inteligencia
y uso de armas. Un sirio que entrevisté este mes me confirmó que su hermano
había pasado recientemente por el programa de entrenamiento. Destacó el marcado
contraste de antes y después en las destrezas marciales de su hermano, que
ahora incluían hasta técnicas para respirar correctamente al apuntar un rifle.
Se dice que aproximadamente 1.000 entrenados se han graduado del programa hasta
ahora.
Ahora, los Estados Unidos deberían hacer de
reclutar y entrenar muchos miles más de rebeldes una prioridad principal. Un
incentivo para hacerlo es que, a menos que Washington planee despachar unidades
del Comando de Operaciones Especiales Conjuntas a Siria en una fecha posterior
(y eso no parece probable), necesitará su propio representante –una gendarmería
siria- para reducir la influencia militar y política de al Qaeda.
Han dicho que construir un aliado rebelde confiable
es una tarea imposible. Pero quizá no hay mejor indicador de la disposición de
ciertas formaciones rebeldes a jugar pelota que la confianza con que los
principales comandantes de la FSA (el Ejército Sirio Libre, por sus siglas en
inglés) en Deraa abiertamente condenan a Jabhat al-Nusra y al Estado Islámico
de Iraq y el Levante –las dos franquicias de al Qaeda en Siria- y los etiquetan
como mercenarios de la inteligencia siria. Una reunión que tuve hace dos
semanas con Ziad al-Fahad, el principal comandante en el frente sur del Comando
Militar Supremo, fue instructivo. Fahad me dijo que “la única razón por la que
la gente comenzó a pelear para los grupos extremistas es porque ellos tenían
armas y medios.” En contraste, “nosotros teníamos armas y medios en el sur –
asaltamos escondites del régimen eficazmente. Por eso los extremistas no son
tan fuertes aquí.” También habló en términos inequívocos sobre el hecho de que
la lucha por Siria ahora es una lucha contra el régimen y contra los
jihadistas. ¿Por qué? Porque si “los extremistas consiguen todas las armas
avanzadas, [el FSA] mismo se convertirá en víctima.”
El instinto de supervivencia, debe recordarse, fue
la razón principal de que los rebeldes tomaran las armas contra Assad en primer
lugar. Su temor de ser decapitados por los militantes luego que Assad se vaya
está justificado, y es un cálculo fuerte en su planificación hacia el futuro.
Tanto Fahad como su suplente, Abu Fadi, con quien también hablé, me contaron
varias anécdotas sobre cómo las unidades FSA y las poblaciones locales han
desafiado o expulsado a Jabhat al-Nusra de los poblados en Deraa. Sus historias
fueron corroboradas luego por los activistas. En total, el desafío contra los
militantes alineados con al Qaeda es un ejemplo embrionario, así como una lección
objetiva para una especie de despertar Sunni, o sahwa, que será crucial para
cualquier estrategia de los EEUU.
Desafortunadamente, las perspectivas de la sahwa en
las provincias norteñas de Idlib, Aleppo y Raqqa son mucho más tenues que en el
sur, dado el predominio de las fuerzas jihadistas allí y la dependencia de las
poblaciones locales de estos grupos, para necesidades diarias tales como
alimentos, agua y atención médica. (El Estado Islámico hasta montó ferias y
repartió juguetes para los niños sirios en Aleppo, durante Ramadán). Aún así,
aparte de los Teletubbies y el juego de la silla, al Qaeda sigue siendo al
Qaeda. Ya está cometiendo los errores usuales asociados con las iniciativas de
“construcción de un estado” Zarqawista en Iraq. Por ejemplo, impusieron
penalidades de sharia para los supuestos crímenes de blasfemia, disparándole a
Muhammad Qata’a, un adolescente quinceañero, en el cuello y la cara frente a
sus padres. Detuvieron a respetados ancianos tribales en Raqqa, la única
provincia completamente “liberada” de Siria, que estuvieron en desacuerdo con
su estilo de gobierno draconiano. Recientemente respaldaron el asesinato de un
comandante de alto nivel del FSA en Latakia. Y muy probablemente secuestraron y
asesinaron a Paolo Dall’Oglio, un sacerdote católico muy respetado por la
oposición, por su apoyo temprano al movimiento de protesta anti-Assad. Todo eso
anuncia el desencanto público: las manifestaciones contra el Estado Islámico
han sido consistentes y crecientes en Raqqa. Como me planteó un analista sirio
recientemente: “¿Cuándo fue la última vez que viste una unidad del FSA que se
hiciese tan impopular que, en unos dos meses, hubiese incitado protestas en su
contra en cinco ciudades, una de las cuales siguió todos los días por al menos dos
semanas?”
Las condiciones son fértiles para debilitar a los
jihadistas a expensas de los moderados. Más allá del entrenamiento, hay formas
en que los Estados Unidos pueden ayudar. Turquía parece haberse dado cuenta ya
de que, al dejar su frontera abierta para que cualquier tipo de mujahidín
escrofuloso cruce caminando, se ha buscado un palo para su propio lomo. Hay
rumores en Ankara de que la inteligencia turca por fin ha comenzado a
restringir el flujo de armas a Jabhat al-Nusra en el norte de Siria. (A pesar
de que el gobierno turco niega haberse hecho la vista gorda con los
extremistas, ha estado reacio a reprimirlos por lo formidables que son en
batalla. Ver a al Qaeda referida como las tropas especiales del pobre no es la
menor de las tragedias de Siria). Los Estados Unidos deberían hacer todos los
esfuerzos para convertir en realidad los rumores sobre la interrupción de
al-Nusra. Turquía está desesperada por intervenir. Los Estados Unidos pueden
usar eso para su propia ventaja, haciendo que su participación dependa de una
mejor disciplina fronteriza turca. También puede ofrecerle a las unidades del
FSA en Aleppo, Idlib y Raqqa incentivos basados en desempeño para que alejen
sus operaciones militares y responsabilidades administrativas civiles de las manos
de los loquitos. Si las armas se comparten, se incautan o simplemente “se
pierden”, no se entregarán más. El mismo Idris ha ofrecido un acuerdo de
responsabilidad así a los Estados Unidos.
Finalmente, el Departamento del Tesoro de los EEUU,
que ya ha designado a al-Nusra como una entidad terrorista, debe presionar a
los países del Golfo –especialmente a Kuwait y Qatar- para eliminar cualquiera
de los mecanismos privados o cuasi-estatales de obtención de fondos que
explotan al Qaeda y otros grupos extremistas no alineados con el FSA en Siria,
para mantenerse con dinero y balas. En Kuwait, las campañas promocionales para
conseguir dinero para Ahrar al-Sham, otra brigada principal salafista que
seguramente será una amenaza a la seguridad en el futuro, son asunto público y
notorio. Es un escándalo, pero uno fácil de remediar.
ROMPIENDO LOS MITOS
Ha tomado dos años y medio y más de 100.000 vidas
para que se rompiesen varios mitos sobre Siria. El primero es que un estado
gobernado por un brutal sindicato del crimen –los Soprano con armas de
destrucción masiva- puede ser presionado u obligado a dejar el poder
pacíficamente. El segundo es que un dictador Baathista nunca usaría gas
venenoso contra la gente que esclaviza, mucho menos hacerlo en la era de la
cámara del celular y de YouTube. El tercero es que cualquier intervención
militar directa sería unilateral y por lo tanto enfrentaría el escepticismo o
la censura internacional.
Obama nunca tuvo que salir a buscar una coalición
para Siria, ya hay una pre-armada y que ha estado tocando a la puerta de la
Oficina Oval, de hecho, por bastante tiempo. Israel, Jordania, Kuwait, Qatar,
Arabia Saudita, Turquía, y los Emiratos Árabes Unidos, todos ven a Siria como
una grave amenaza a corto plazo a su seguridad nacional. Gran Bretaña y
Francia, ambos justamente petrificados por el retorno de militantes
radicalizados a suelo europeo, parecen atisbar al menos una amenaza a mediano
plazo a sus propias fronteras. Todos participarán en una intervención liderada
por los EEUU, como se ha hecho ampliamente claro esta semana. Y con cuatro
destructores de los EEUU en el Mediterráneo –y las pistas de aterrizaje
marcadas de viruela en Damasco- es poco probable que Rusia e Irán, ninguno de
los cuales comparte fronteras contiguas con Siria, puedan hacer mucho más que
gritar y vociferar. Materialmente hablando, ya han estado haciendo todo
lo que pueden, y es lo que nos ha llevado a donde estamos.
En los próximos días y semanas, entonces, no
deberían ser solo las imágenes de las explosiones en Damasco las que consuman
la atención de los Estados Unidos, sino también la actividad en las fronteras
norte y sur de Siria. ¿Están recibiendo armas y entrenamiento adecuados los
rebeldes? ¿Están ganando terreno en el frente sur? ¿Idris ha dejado de redactar
cartas abiertas al presidente rogándole más ayuda que la que ha recibido? Las
respuestas indicarán si hay una estrategia coherente en acción.
Aún así, sería una locura haber presenciado el destrozo de los viejos
mitos sobre Siria para ver el recrudecimiento de otro: que Siria con Assad
sería más estable y manejable que sin él. Obama tiene que comenzar reconociendo
cuán tonto y peligroso es ese supuesto. Dos o tres días de ataques aéreos que
no están equipados para el cambio de régimen, harían poco para impedir la
emergencia de un Congo en el Mediterráneo. Pero garantizarían que los Estados
Unidos tengan que volver a este conflicto más tarde, sin que pueda escoger
cuándo.
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