ANTONIO MARIA DELGADO 12 de marzo de 2014
Presionado por el ala más radical del
chavismo, el régimen de Nicolás Maduro se ha visto obligado a mantener una
fórmula de control totalitario que solo sirve para acelerar su propio colapso,
ya que implica la profundización de políticas económicas que acentúan la
escasez de productos, y por ende, el descontento social, dijeron analistas.
Las pretensiones de profundizar la
“revolución bolivariana” han llevado a un callejón sin salida a Maduro, quien
está entrampado en el choque de fuerzas que se está produciendo en Venezuela y
debe dar un giro de 180 grados para aspirar a permanecer en el poder,
comentaron los expertos.
Es un paso que incluso el propio
Maduro podría estar considerando desde el laberinto político en que está
inmerso.
“Creo que ya comenzó a darse cuenta de
que Venezuela no es Cuba y que el país no se puede aislar del mundo simplemente
cerrando los medios de comunicación”, dijo el analista político Orlando Viera.
“Ya Maduro debe haber entendido eso”.
No obstante, la pregunta más
importante es si Maduro estaría en condiciones de propiciar un cambio que en
gran medida contemplaría el desmantelamiento del “socialismo del siglo XXI”
construido por el fallecido mandatario Hugo Chávez.
Es una tarea que para el propio Chávez
hubiera sido difícil de ejecutar, y lo es más aún para un Maduro mucho más
débil, dijo Jesús Seguías, presidente de la encuestadora Datincorp.
“Yo intuyo que Maduro está consciente
de la necesidad de los virajes, pero para poderlos dar necesita desmarcarse de
los ‘talibanes’ del [gobernante] PSUV [Partido Socialista Unido de Venezuela]”,
señaló Seguías en declaraciones desde Orlando, Florida.
“Yo percibo que él sabe que tiene el
juego trancado y que la única manera de cambiar el juego es dando un viraje”,
agregó.
La percepción de que Maduro está
considerando la posibilidad de dar un viraje político se basa en la conducción
esquizofrénica de la política venezolana, con un régimen que intenta entablar
un diálogo con Estados Unidos, enviando unilateralmente a Washington un nuevo embajador,
pero que días antes expulsa de Venezuela a tres de sus diplomáticos.
También puede olfatearse en los
intentos por entablar un diálogo con la oposición en medio de la represión que
su régimen ha emprendido contra las manifestaciones en su contra, que hasta el
momento han dejado un saldo de 21 muertos, más de 300 heridos y más de 1,000
detenidos, incluyendo al líder opositor Leopoldo López.
Y particularmente ante los tímidos
intentos por encontrar algún punto de entendimiento con el sector privado
venezolano para reactivar una economía en estado catatónico, mientras
simultáneamente insulta a los empresarios y los amenaza con quitarles sus
empresas y con arrestarlos si venden sus productos por encima de los niveles de
los precios que considera justos.
Esas iniciativas son el resultado de
los intentos de cambiar de rumbo por parte de un capitán de barco que no ejerce
el mismo grado de control sobre el chavismo que tenía Chávez, dijo Seguías.
“Chávez era un excelente
sobreviviente; cuando tenía la soga al cuello, daba giros. En este caso es
diferente, Maduro opera bajo gran desventaja, porque Chávez no tenía que
consultarle a nadie para dar el giro. El solamente tomaba sus decisiones, y
todo el mundo obedecía”, comentó el asesor político.
“Maduro, en cambio, para tomar una
decisión debe confrontar 40,000 factores internos que no lo dejan dar los
virajes”, agregó.
Pero esos virajes lucen
imprescindibles para su supervivencia, en momentos en que enfrenta
multitudinarias jornadas de protesta en las calles. La aprobación nacional de
su gestión no supera el 20 por ciento, más de un 62 por ciento de los
venezolanos declara abiertamente que rechaza su gobierno y el resto prefiere no
responder.
Según el último Venebarometro (sondeo
de opinión elaborado por la firma Croes, Gutiérrez y Asociados), el 77.8 por
ciento de los venezolanos admiten que son afectados por el deterioro de la
economía, con un 57.8 por ciento de los consultados expresando temor de que
puedan terminar perdiendo sus empleos.
El agudo problema de desabastecimiento
del país, que los economistas atribuyen a más de 14 años de políticas hostiles
para los empresarios, está afectando virtualmente a todos los venezolanos, con
solo 2.1 por ciento de los consultados afirmando que consiguen en los
supermercados todos los productos que necesitan, reveló la misma encuesta.
Insistir en la profundización del
“socialismo del siglo XXI”, como hasta hace muy poco venía haciéndolo Maduro
con su reciente aplicación de la ley de precios justos, solo conduce al
suicidio político, dijo Viera desde Montreal.
No obstante, propiciar una reforma
conllevaría al fortalecimiento de los empresarios, sector que el chavismo
tradicionalmente ha considerado como un enemigo político.
“Fortalecer al empresariado es
compartir el poder, bajo la visión controladora, y en su visión colectivista
del Estado”, dijo Viera, resaltando que los últimos planteamientos del chavismo
con la ley de precios justos adelantan ya un modelo económico más alineado con
el comunismo que con el socialismo.
El viraje es un planteamiento que luce
antinatura para los protagonistas de un proyecto político que pretendía
construir un modelo donde todos los venezolanos dependieran de un Estado que lo
controla todo.
“Este es un modelo muy orwelliano,
basado en tres consignas. Uno, la creación de una sociedad miserable, que
requiere de un Estado todo poderoso para hacer justicia. Dos, un modelo basado
en la dialéctica de la paz, que al final es la dialéctica de la guerra y la
represión. Y tres, una estructura basada en una economía de control”, explicó.
Ese modelo plantea que la abundancia
no esté basada en la productividad, sino en la capacidad del Estado de generar
un mecanismo de reparto, agregó.
Pero es un modelo que no funciona,
incluso con la enorme renta petrolera que disfruta Venezuela.
“Esa visión orwelliana, absolutamente
totalitaria del Estado, es lo que le impide a Maduro salir de su propia trampa.
Y mientras no entienda que en el Siglo XXI, las sociedades globalizadas son
modernas y son otras, el país va a continuar en la espiral de ingobernabilidad
que estamos viendo”, comentó Viera.
Agregó que las manifestaciones que
comenzaron en febrero contra Maduro no son más que una reacción de rechazo de
la sociedad venezolana contra las consecuencias de esa visión totalitaria del
Estado y pronosticó que las protestas continuarán en el país hasta que se
produzca un cambio.
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