GUILLERMO DESCALZI 03 de marzo de 2014
Es sencillo. Lo que hace Maduro para
salvarse es una adaptación del Método Castrista de Opresión con Recurso a
Víctima. Los hermanos oprimen a la vez que le dan a su población una imagen
para el altar de la revolución. Es una imagen de víctimas casi religiosas de la
maldad estadounidense, recurso con que balancean todo, incluyendo su opresión,
su pobreza y su miseria. La mezcla es delicada. Deja de funcionar o revienta al
menor descuido. Maduro le da toques venezolanos para que no reviente en
Venezuela, volviéndolo Método Castro-Maduro de leche cubana para queso
venezolano.
La explotación venezolana con recurso
a víctima aparece como esquema del Estado Comunal en el Plan de la Patria,
introduciendo una tarjeta de racionamiento electrónico, versión moderna de la
cubana, "para garantizar la satisfacción de las necesidades de las
familias que trabajan, que permitirá acabar con los especuladores y
bachaqueros". Serán "tarjetas que garanticen necesidades básicas y
electrodomésticos”. Esto último es lo más original. ¿Alguien había oído de
garantizar electrodomésticos?
El Método Castro-Maduro está
articulado en la Ley Orgánica de Precios Justos, “un sistema superior para
aplastar a los que se aprovechen”. Registrará toda compra y evitará que el
consumidor adquiera más de lo mismo en otro lugar. El plan fija ganancias
máximas de 30% y penas de hasta 14 años de cárcel para especuladores,
acaparadores y contrabandistas. “ El comandante Hugo Chávez sabía que sin poder
popular el pueblo continuaría esclavizado y explotado por las élites”. Pues el
poder popular que ofrece Maduro es ‘comu-capi-popu-lista’, un poder algo como
el ornitorrinco, un animal extraño con espuelas venenosas en sus patitas
traseras, con membranas de pelícano con garras, piel de nutria y pico de pato,
el único mamífero que pone huevos. Maduro promete que con su tarjeta
ornitorrínica, tal como en "las cadenas capitalistas, regalará casas,
vehículos y motocicletas a los que se inscriban. Tendrá componentes que
fortalezcan el apoyo a la familia que va a abastecerse".
El desabastecimiento es tal que el
Gobierno admite que 28% de los productos básicos están agotados en Venezuela
por " la guerra económica". A la escasez se añade una inflación por
encima de 56%. Luego está el descontento, instrumento del Método para orquestar
su adoración a la imagen que alza, de un pueblo victimizado por la oposición,
los capitalistas y Estados Unidos, a quienes Maduro acusa de financiar la
“violencia, y una conspiración mediática internacional que pretende generar una
falsa imagen de guerra y represión generalizada en todo el territorio
venezolano, cuando en realidad se trata de focos puntuales creados por los
artífices de la violencia contra el pueblo”. Ahora, sí hay guerra económica y
violencia contra el pueblo, hay que reconocerlo, pero son guerra y violencia de
su propio gobierno contra la población, exprimiendo al empresariado, racionando
el consumo, regalando recursos a Cuba, y ni hablar de matones y manifestantes
muertos. Algo, mientras tanto, está cambiando.
El régimen, que enviaba gente a
formarse en Cuba, ha empezado a enviar militantes del Partido Socialista Unido
de Venezuela al Instituto de Formación de Cuadros Políticos del Partido
Comunista Chino en Pudong, Shanghai, según comunicado de su embajada en
Beijing. Esto apunta al deterioro del aislamiento y bloqueo como instrumentos
de la política exterior de Estados Unidos, que ya no es el capitalista
principal ni el motor del mundo industrial. Maduro va directamente al nuevo
cuerno de la abundancia, Beijing.
El bloqueo de Cuba se ha vuelto
irrelevante. Los Castro aún se quejan de desabastecimiento, pero es un
desabastecimiento prácticamente voluntario en la actualidad porque, si quisieran
y Beijing consintiera, China llenaría Cuba con todo el capital y bienes de
consumo que Fidel y Raúl pudiesen desear y odiar en sus delirios más extremos,
y allí está el detalle: Es un deseo con odio, algo esquizofrénico que tienen
hacia los bienes de consumo y el capital. Maduro también. El triunvirato
Castro-Maduro-Castro, y hay que reconocer que es un triunvirato para dos
países, sabe que para mantener su pureza tendrán que regimentar Venezuela y
Cuba como la misma China, solo que entonces todo se vuelve muy extraño. No será
capitalismo ni comunismo. Será el comu-capi-popu-lismo, ese del ornitorrinco
político-económico-social, más afín al nacional-socialismo que a cualquier otro
sistema.
La sola presencia de Fidel en el
triunvirato, por anciano que está, sirve de ‘espíritu’ garante en su proceso
binacional. Todo cambia el día que muera, y se preparan para el nuevo mundo de
híbridos ad portas. Su método contempla el modelo chino, pero no lo podrán
implementar porque no tenemos la idiosincrasia china, de abejas en las celdas
de sus panales produciendo miel para los jefes. Sus esquemas no pasarán del
cubano al chino. En Venezuela ya está pasando de Maduro a Podrido, y los mandos
militares tendrán que decidir si se van con Podrido... o qué.
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