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lunes, 9 de junio de 2014

La mentira como política


Omar Barboza Gutiérrez junio de 2014

El tamaño y la profundidad de la crisis que afecta a Venezuela en el momento de la más extensa bonanza petrolera con el barril alrededor de los 100 dólares, está representada por la escasez, la inflación, y por el hecho de que el llamado Bolívar “fuerte” sea el más débil que conoce la historia de nuestro país, todo lo cual motiva a muchos investigadores del mundo para que tengan el caso de Venezuela como digno de estudio, sobre todo en estos últimos días cuando se comprueba también el fracaso de las políticas sociales, la gran bandera de este gobierno, con el aumento de la pobreza de acuerdo a las cifras del Instituto Nacional de Estadística (INE).

A la situación económica y social se le suma la crisis institucional, como consecuencia de que todos los poderes públicos han sido colonizados por el partido de gobierno, lo que le impide a los que piensan distinto el ejercicio de sus derechos constitucionales, porque siempre la respuesta es negárselos, incluyendo el derecho a la defensa, o la represión abierta como manera de acallar las protestas justas y pacíficas. Con el agravante de que todo este cuadro está acompañado por la creciente inseguridad personal, por una corrupción galopante, y por la impunidad de los delitos permitida por un gobierno cuyas instituciones solo son eficientes para perseguir a sus adversarios políticos.

En medio de la crispación generada por la situación antes referida, el gobierno llamó a un diálogo nacional para buscar soluciones a la grave crisis que entre otras víctimas, tiene a la producción nacional. Quienes desde la Mesa de Unidad Democrática (MUD) entendemos que nuestro principal deber es luchar por el bienestar de nuestro país por encima de las diferencias políticas, a pesar de que ese llamado era la primera vez que ocurría en 15 años, y conociendo los riesgos que corríamos, llegamos a la conclusión de que el interés nacional justificaba correr ese riesgo ante gobernantes que no nos merecen confianza. Pero que, igualmente debíamos exigir condiciones mínimas para trasmitir transparencia ante los venezolanos, y protegernos ante la opinión pública nacional e internacional de una mala jugada por parte de un gobierno acostumbrado a engañar.

Por eso, entre las dos condiciones básicas que impusimos como previas para dialogar fueron: en primer lugar, que esos encuentros se iniciaran con un debate en cadena nacional donde quedaran claras nuestras posiciones ante el país; y en segundo lugar, que tuviéramos testigos internacionales del diálogo para protegernos de las versiones falsas que el gobierno pudiera dar, con la intención de descalificar la posición honesta y de buena Fe de la oposición democrática venezolana.

Hoy, cuando Maduro miente al decir que fuimos al diálogo para solicitar cargos públicos, gracias a esas previsiones, le podemos probar al pueblo de Venezuela y al mundo esa falsedad, teniendo como testigos calificados de la misma a los Cancilleres de Brasil, Colombia y Ecuador, además de la representación del Papa Francisco a través de su Nuncio Apostólico en Venezuela, quienes estuvieron presentes en las reuniones que sostuvimos con el Presidente Maduro, en las cuales solo planteamos exigencias fundamentadas en la Constitución Nacional. Nos negamos a reunirnos en privado con el Presidente, porque con quien no tiene palabra no se puede conversar sino en presencia de testigos calificados.

Ahora, la pregunta es: ¿Por qué miente? Nosotros estamos convencidos de que lo hace para no rectificar, para que las cosas sigan como están, y para descalificar a quienes pedimos cambios. Miente porque concibe el poder como un fin en sí mismo, y no como un instrumento para servirle a la sociedad y a nuestros intereses nacionales, en vez de servirle al régimen cubano o a sus testaferros. Miente porque enfrente tiene dirigentes democráticos que no van a Miraflores a negociar por debajo de la mesa los intereses de la mayoría, entonces ese tipo de diálogo no le interesa. Prefiere dialogar con los que estén dispuestos a entregar sus principios por prebendas, y esos no están en la MUD.

Categóricamente responsabilizamos a Maduro y al régimen en general por el estancamiento de este intento de diálogo para buscar salidas a la crisis por la vía del consenso democrático, teniendo como norte el respeto a la Constitución y  los derechos de todos los venezolanos. La historia no perdonará esta traición a la verdad y al interés nacional para servirle al autoritarismo y a los intereses de los aliados ideológicos y beneficiarios de nuestro fracaso económico.

Hoy más que nunca, la lucha continúa con diálogo o sin diálogo por el cambio político en Venezuela.


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