Miguel Méndez
Rodulfo 06 de febrero de 2015
Hablarle
con honestidad al pueblo, decirle que luego de la salida de este régimen vendrá
un período, no corto, de serias dificultades; una transición ardua, plagada de
inconvenientes que se constituirán en el reto que tendremos que superar como
Nación, unidos sociedad y gobierno, se convierte en estos momentos en una
necesidad comunicacional que le derivará a nuestros líderes democráticos
credibilidad e identificación. Lo que viene será un lapso que pondrá a prueba
nuestra capacidad como país para organizarnos, planificar la gestión, dar lo
mejor de nosotros mismos, trabajar esforzadamente, tener una fe inquebrantable
y mantenernos unidos en pos de la esperanza. Pero tenemos que tener mapas de
rutas en las diversas áreas de políticas públicas que nos iluminen los caminos
(se necesitarán, brújulas, baquianos e intuición) y una conducción político
técnica que sea capaz de armar este complicado rompecabezas, convertirlo en un
plan de desarrollo económico y social, determinando las prioridades, ordenando
las secuencias, coordinando las interacciones, administrando los tiempos,
obteniendo los recursos financieros y humanos, estableciendo una organización
del gobierno que permita implantar dicho plan de una manera eficiente y ágil,
eliminando las trabas, minimizando la corrupción y reevaluando periódicamente
el plan. Además hay que crear un nuevo entramado legal.
Por
ello es extremadamente conveniente que el liderazgo opositor incorpore a su
discurso los temas que constituyen los problemas de la gente y como
solucionarlos. Hoy es muy relevante el problema de la escasez y el
desabastecimiento, pero ayer era el problema de la inseguridad, el problema de
la electricidad, el problema del agua, el problema de la vivienda, el
transporte público, la mala calidad de la vialidad, el deterioro de los
hospitales, el mal estado de las escuelas, el endémico problema de la basura,
los problemas ambientales, etc. Estos
problemas no han desaparecido, al contrario se han agravado, sólo que están
solapados por la falta y encarecimiento de los alimentos y productos de la
dieta de los venezolanos. Muchos ciudadanos de bajos recursos que están
desencantados del oficialismo, no terminan de dar el paso hacia el bloque
democrático porque dicen que nosotros no tenemos propuestas concretas que den
solución a los severos problemas que los agobian. Esto no es verdad, propuestas
hay y como nunca antes en la historia republicana de Venezuela, pero esa una
percepción de la gente que obedece entre otras cosas, a un defecto de
comunicación de nuestro discurso.
Cierto
es que las políticas públicas elaboradas por la MUD, que se formularon bajo el
formato de “Lineamientos Programáticos” han debido haber sido bajados desde el
“Qué” hasta un detalle más específico para su garantizar la gobernabilidad, que
correspondería al “Cómo”; sin embargo, no es difícil elaborar en cada sector de
política pública un discurso propositivo. Por ejemplo, en materia de Desarrollo
Urbano y Vivienda, se pudiera divulgar algo como: La prioridad de este sector
de política pública va a estar dirigida a los barrios; 50% del presupuesto del
ministerio se dedicará a las zonas populares; habrá un subsidio directo a los
pobres para que puedan dar la inicial de su vivienda; hay que comenzar
generando grande lotes de suelo urbanizado para poder construir viviendas;
vamos a darle a los pobres lo que ellos no pueden hacer: parcelas de terrenos
con servicios, aprovechando las capacidades constructivas del pueblo; compañías
de las alcaldías comprarán y dotarán de servicios los grandes lotes de terrenos,
los cuales luego se venderán a promotores inmobiliarios para que éstos hagan
las viviendas; el gobierno no construirá viviendas; se eliminarán las trabas al
alquiler y se estimulará a este sector; se creará un mercado de financiamiento
inmobiliario alternativo. Igual debe hacerse en todos los demás sectores.
Caracas,
6 de febrero de 2015
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