Pedro Campos 17 de septiembre de 2015
Desde
luego, todo cubano, no importa donde esté, tiene el derecho a pensar como lo
estime sobre los acontecimientos en Cuba y a mirar a los demás y a los hechos
relacionados de acuerdo con la capacidad de su visión o la calibración de sus
lentes, y los demás tienen derecho a compartir o no esas visiones. Mis respetos
para todos.
Y
henos aquí frente a la tercera visita de un papa a Cuba en unos pocos años
cuando en toda la historia anterior de Cuba no habíamos tenido ninguna. Es
suficiente evidencia de la importancia que concede el Vaticano a este pequeño
archipiélago del Caribe, a sus moradores y originarios en general.
Algunos
critican a Bergoglio sus constantes referencias a los pobres y sus
insatisfacciones con los sistemas mundiales de dominación, sus declaraciones
que les parecen muy izquierdistas, sus reformas y acciones en el seno de la
Iglesia, o su prólogo de algún libro donde se mencionan beneficios sociales que
alcanzó el pueblo cubano en sus luchas por mejorar sus condiciones de vida y
que algunos se atribuyen, como si hubieran tenido ellos el don de multiplicar
panes y peces.
No es
posible establecer una relación de dependencia entre las angostas
modificaciones introducidas por Raúl Castro y la influencia de la Iglesia en
las mismas, pero es indiscutible que en los últimos años ha estado jugando
algún papel en las mismas. Para algunos ha sido una simple pantalla, para otros
algo más.
Pero
lo que nadie podría discutir es el papel mediador del papa Francisco en el
restablecimiento de relaciones entre Cuba y EE UU, uno de los eventos políticos
de mayor trascendencia en el mundo en lo que va de año y del cual espera muchas
cosas buenas el pueblo cubano.
Este
papa bien pudiera venir a "pasar revista" a ese acontecimiento con el
cual quedará históricamente relacionado. No por pura casualidad de Cuba se va a
hacia EE UU.
El
papel reconciliador de la Iglesia, sin duda alguna, ahí está claramente
expresado. También quisiéramos que nos ayude en la reconciliación interna, es
verdad.
Algunos
opositores no concuerden con ese restablecimiento, como igual rechazan toda
eventual conversación o diálogo con el Gobierno. Pudieran no compartir la
reconciliación, las políticas de diálogo, la misericordia y el perdón que
promueve la Iglesia católica como parte de la convivencia social. También tienen
derecho a ello.
En
este contexto cabe hacer referencia a posiciones que estamos defendiendo en una
parte de la izquierda democrática cubana. Y es que el primer punto de la
plataforma "Por un amplio movimiento político de la izquierda democrática
cubana", levantada por los tres grupos que hicieron el llamado, precisa:
"La
creación de un ambiente de distensión y concordia que lleve al establecimiento
de un Diálogo Nacional inclusivo, al reconocimiento de las libertades
fundamentales; a una nueva Constitución fruto de la creación y discusión
colectivas y horizontal del pueblo cubano, aprobada luego en referendo; a una
nueva ley electoral democrática, y al establecimiento de un Estado moderno de
derechos con plena transparencia funcional e informativa, bajo control popular,
con autonomías municipales, presupuestos participativos en los diferentes
niveles y el sometimiento a referendo de las leyes que afecten a todos los
ciudadanos. En fin la República Democrática humanista y solidaria, con plena
justicia social, donde rijan integralmente los principios consagrados en la
Declaración Universal de Derechos Humanos y en la que quepamos todos".
Desde
estas posiciones damos la bienvenida a todo lo que ayude a la creación de ese
clima.
¿Alguien
duda que Cuba hoy necesite un ambiente de distensión y concordia que nos lleve
a ese diálogo constructivo y gestor de condiciones para un amplio proceso de
democratización? ¿O todavía alguien cree que puede alcanzarse la
democratización por otros medios que no le sean afines?
¿Alguien
no desea ese proceso de democratización para Cuba?
Y
cabría preguntarse quién está en mejores condiciones de influir para hacer
realidad la concreción de ese ambiente que a casi todos los cubanos convendría.
¿Figuras como el papa Francisco en su acercamiento al Gobierno cubano o
aquellos que desde la oposición desdeñan y hasta tratan de ridiculizar los
esfuerzos de la Iglesia católica y de sus figuras por tratar de ayudar,
precisamente, a la creación de ese clima imprescindible?
La
respuesta es obvia, pero debe quedar expresa: el papa Francisco está en mejores
condiciones de influir a favor de la democratización en Cuba, por su política
de acercamiento al Gobierno, que quienes le critican desde la oposición.
Que su
acción resulte en respaldo a la continuación del actual Estado autoritario,
intransigente, o en influencia positiva a favor de los cambios graduales que
desea una inmensa mayoría, es cuestión que la práctica misma ha venido ya
mostrando.
En
política cada cual dice y hace desde la posición que se ha dado a sí mismo,
pero hay posiciones desde las cuales se puede conversar, dialogar, negociar y
conseguir resultados, y existen otras que dificultan o imposibilitan, que
alejan y dividen.
Cada
cual es libre de escoger su posición política, su actuar, que no es lo mismo
que la ideológica, pero no espere recoger los mismos frutos. En todas partes no
hay la misma tierra fértil, no hay la misma humedad, no hay el mismo sol y
desde luego no están los mismos cultivadores y cosecheros.
Escoja
cada uno como referirse al papa y a sus gestiones en Cuba: recoja cada cual lo
que siembre.
Desde
las posiciones de un socialismo participativo y democrático, que contempla
muchos aspectos coincidentes con la doctrina social de la Iglesia católica,
esperamos que la próxima visita del papa Francisco pueda contribuir a que en
nuestro país se cree ese clima de distensión y concordia que propicie otros
desarrollos democráticos por el bien de todos los cubanos.
De hecho,
ya su venida está contribuyendo, con la reciente liberación por el Gobierno de
más de 3.500 sancionados por diferentes delitos. Ojalá también logre estimular
cambios en las leyes que impidan tanto preso y arbitrariedad.
Bienvenido
a la llave del Golfo, papa Francisco. Que tenga usted una feliz estancia y que
se cumplan con éxito sus expectativas.
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