ACI Prensa 05 de septiembre de 2015
Uno de
los principales aliados de la industria del aborto es el silencio cómplice de
los grandes medios de comunicación. Ya sea por miedo, convicción o por
intereses económicos o de cualquier otra índole, los medios de comunicación han
permitido que los corsarios del aborto naveguen plácidamente hacia sus metas y
objetivos. Es por eso que cuando se rompe ese silencio, se rompe también la
comodidad de los abortistas, sus promotores y encubridores, y se da rienda
suelta a su vocación totalitaria y censuradora. El suyo es un negocio que
necesita de las sombras para crecer y prosperar, y esa necesidad los ha
convertido en los maestros de la intimidación. En los profesionales de la
matonería leguleya.
Y esto
es precisamente lo que ha sucedido a raíz de la difusión que ACI Prensa ha
realizado de los videos con los que el Center for Medical Progress ha
mostrado al mundo la vileza que mueve a Planned Parenthood. Como
hemos venido informando, los abortistas dePlanned Parenthood han
sido expuestos como posibles traficantes de órganos humanos, hecho que, aunque
en nuestra opinión ha sido demostrado satisfactoriamente, aún no es materia de
sentencia ni pronunciamiento judicial alguno. Ante ello, resultaba relevante
(periodística, pero ante todo moralmente) reiterar lo que para quienes luchamos
diariamente por la vida es plenamente conocido: que Planned Parenthood (y
la International Planned Parenthood Federation, engendro
internacional de su fundadora, la eugenista Margaret Sanger) no solo tienen
presencia en América Latina a través de capítulos locales, sino a través de sus
dólares sangrientos.
Fue
por esa razón que el 23 de julio pasado denunciamos en esta
publicación que “Planned Parenthood Federation of America y
su matriz, la International Planned Parenthood Federation (IPPF),
destinaron 3.002.257 dólares a tres organismos no gubernamentales con sede en
Perú: El Instituto Peruano de Paternidad Responsable (INPPARES), sucursal
oficial de la IPPF, la organización abortista Católicas por el Derecho a
Decidir y el Centro de Promoción y Defensa de los Derechos Sexuales y
Reproductivos (PROMSEX)”. Dicha denuncia, debidamente sustentada en información
de carácter público y oficial, fue acompañada de unas declaraciones en las que
Carlos Polo, reconocido promotor de la vida y enemigo declarado del lobby
abortista peruano, señalaba que “voceros del aborto como INPPARES, PROMSEX y
las llamadas Católicas por el Derecho a Decidir son empleados a sueldo que corrompen
autoridades locales para disfrutar de estos cuantiosos fondos”.
Y es
esta última cita la que despertó el apetito censurador y totalitario de los
abortistas de PROMSEX, quienes, mediante una carta notarial extensa, aburrida y
colmada de intimidaciones que apenas arrancaron una sonrisa sardónica de
nuestros abogados –bastante mejores que los de Promsex, dicho sea de paso-, le
exigieron a ACI Prensa rectificarse sobre esas declaraciones que no habían sido
pronunciadas ni por ella ni por sus colaboradores. Como es evidente,
ACI Prensa no puede retractarse de opiniones ajenas ni mucho menos se amilana
ante amenazas sin sustento. Por tales razones, nos remitimos a la
aclaración que el autor de la cita cuestionada ha hecho, la misma que hemos
cumplido con publicar por considerarla relevante y, sobre todo, porque deja sin
piso a las denuncias y falsas indignaciones de los abortistas de PROMSEX.
Pero
lo que resulta realmente curioso en este asunto es el cinismo y la desvergüenza
de los representantes de PROMSEX. Y es que estos campeones de la moralina,
estos boy scouts en busca de estrellitas que premien su
ejemplar ciudadanía, rechazan que su supuesto honor sea mancillado por una
acusación de corruptos que ya ha sido aclarada por nuestro entrevistado. ¡Su
honor, dicen! ¡Promotores del desmembramiento de niños inocentes hablando de
honor! ¡A lo que hemos llegado! Conocemos perfectamente, y esto va para que
enfunden sus lapiceros y se eviten su siguiente carta, que desde el punto de
vista jurídico el honor es un derecho que le asiste a todos, incluso a los
decapitadores profesionales. Pero eso no quita que nosotros opinemos (vuelvan
a guardar su lapicero) que el aborto no solo no es una práctica honorable sino
abyecta, y que opinemos también que ofenderse por una supuesta imputación de
corrupción pero vanagloriarse de su condición de abortistas no solo no es una
conducta honorable, sino cínica y patética.
No
obstante, este minúsculo incidente (incidente que, no tengan dudas, nos
fortalece y nos anima a seguir combatiendo sin temores a los embajadores del
aborto), nos ha llevado a reflexionar sobre un aspecto muy particular. Las
risibles ofensas de PROMSEX por unas ya desmentidas acusaciones de corrupción
tienen dos objetivos concretos que nos corresponde frustrar y desenmascarar:
intimidar y, por otro lado, desviar la atención de lo que verdaderamente
importa. Lo que en el fondo busca PROMSEX es iniciar una discusión en torno a
su honorabilidad e intachabilidad (discusión que a nadie le importa), para
distraernos de su agenda abortista latinoamericana. Y es precisamente eso, qué
curioso, lo que está haciendo su matriz Planned Parenthood.
En
efecto, y aunque parezca mentira, existe la posibilidad de que estas denuncias
por tráfico de órganos sean utilizadas en favor de los asesinos de niños en los
Estados Unidos y de sus mayordomos latinoamericanos, y eso es algo que no
podemos permitir. La astucia con la que Planned Parenthood está
transformando estas denuncias en una conversación sobre la entrega de órganos
humanos (que ellos llaman donación y nosotros venta), solo busca una cosa:
retirar la mirada de los cuerpos despedazados de niños inocentes, y centrarlas
en un tecnicismo jurídico posterior a la masacre, como es la disposición de los
restos humanos. Pero esa prohibición legal, que nada nos sorprenda, podría ser
derogada en un futuro mediante la autorización de venta de “tejidos”, y eso no
eliminaría la abyección de una industria sanguinaria como la del aborto. Ni Planned
Parenthood será respetable si mañana decide donar “tejidos humanos”,
ni PROMSEX será admirable si no corrompe funcionarios y paga puntualmente sus
arbitrios. El aborto es un crimen, y así debe ser tratado.
La
industria del aborto está en la mira y no descansaremos hasta verla derrotada.
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