Luis Ochoa Terán 03 de septiembre de 2015
Venezuela
aunque el titulo pareciera de Perogrullo o un juego de palabra, en realidad es
el meollo de la política tanto interna como internacional de una supuesta
revolución contradictoria e ideologizada que no la entendió ni siquiera su
propio creador, Hugo Chávez, que tenía en su cabeza un menjunje que ni el mismo
pudo descifrar y ahora, esta revolución está más perdida que el hijo de
Limbert, con un Maduro que no sabe a dónde va, prisionero de los intereses de
los cubanos y de la cúpula militar que lo gobierna.
Este
gobierno bolivariano habla de amor y genera odio entre las clases sociales,
habla de diálogo y reprime a sus interlocutores, hablan de elecciones libres y
justas y persiguen e inhabilita a los opositores, hablan de una revolución
pacífica pero a su vez es armada, sostienen que el Consejo Nacional Electoral
es el mejor y más transparente del mundo y niegan a la Observación Internacional,
Nicolás habla de defender al pueblo hermano de Colombia y deporta a los
colombianos y los acusa de los males que él mismo ha creado en el país y genera
conflictos con el gobierno de Santos, busca desesperadamente un acuerdo con los
Estados Unidos y los llaman imperialistas e injerencista, en fin, no permiten
la visita de ninguna comisión de un organismo internacional pero invitan al
UNASUR a mediar en un diálogo con la oposición y ahora, a una Comisión de la
Verdad Suramericana.
Como
si todas estas contradicciones fueran poco, Nicolás Maduro es nada más ni nada
menos junto con Chile el acompañante en las negociaciones de Paz de Colombia
con la guerrilla de la FARC, resultando ahora que el flamante Presidente
venezolano se le “olvidó” su papel en el conflicto interno colombiano y decidió
conflictuarse con una de las partes que precisamente él acompaña para la Paz en
Colombia como es el gobierno colombiano, en donde curiosamente la FARC, termina
apoyando a Maduro en contra de su contraparte en las negociaciones de Paz. Esta
es la mescolanza de las izquierdas bolivarianas del continente.
A fin
de cuentas, la UNASUR y la OEA dedicarán sendas reuniones para discutir el tema
y se convertirá para ambas partes en una catarsis sicológica post-traumática
del conflicto que tendrá como principal beneficio posiblemente de bajar los
decibeles, pero no obstante, no se llegará a nada pues definitivamente éste es
un conflicto bilateral que solo se resolverá por la vía diplomática, porque
ésta es una problemática que no tiene solución si no hay voluntad política de
resolverla y la parte venezolana no la tienen, por ahora, por una parte, con
ella pretende distraer al pueblo de la crisis económica, el desabastecimiento,
la inseguridad y los problemas del día a día de los venezolanos para las
venideras elecciones legislativas, por la otra, porque las consecuencias serían
peor para el gobierno, pues tocaría intereses que son precisamente la base del
sostén del débil gobierno bolivariano.
Luis
Ochoa Terán
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