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viernes, 29 de abril de 2016

PRESIÓN REVOCATORIA, por @trinomarquezc



Trino Márquez 28 de abril de 2016

La entrega de la planilla por parte del CNE para recoger 1% de las firmas del Registro Electoral Permanente (REP), con lo cual se inicia el proceso revocatorio, representa un cambio sustantivo en la situación política. Se abre la posibilidad de que el gobierno de Nicolás Maduro sea sustituido de acuerdo con un mecanismo señalado en Constitución, ya probado en 2004 cuando el procedimiento se le aplicó a Hugo Chávez. La entrega del formulario fue consecuencia de la promesa de movilización opositora hacia las sedes del organismo electoral en todo el país, prevista para el miércoles 2 de abril, y de las protestas populares registradas los días previos en Zulia, Bolívar, Vargas y Trujillo, estas dos últimas entidades tradicionalmente chavistas. Probablemente los militares le indicaron a Maduro que era preferible abrir las compuertas para aligerar la presión, a continuar taponando las salidas constitucionales a la peor crisis global vivida por la nación desde la Guerra Federal.


Este primer escalón para nada significa que la escalera hacia la cumbre esté despejada. El régimen colocará en el camino hacia la cima todo tipo de obstáculos, como de costumbre. Cuenta con dos poderosos aliados. El CNE y la Sala Constitucional, aunque esta tenga muy poco que decir y hacer, una vez que el mecanismo se  ponga en marcha. El tercer factor, la cúpula militar, a pesar de las declaraciones altisonantes del ministro Vladimir Padrino López, no pareciera estar dispuesta a bloquear una vía ya transitada por Chávez en momentos en los que el país se encontraba al borde de una guerra civil. En esa ocasión se impuso la consigna según la cual era preferible contar  votos en las urnas, que urnas en los cementerios. Fue la época de la mediación internacional del entonces secretario general de la OEA, César Gaviria, y del expresidente norteamericano, Jimmy Carter. La nación estaba estremecida por la crisis política luego de los sucesos del 11-A, pero en el plano económico había ido recuperándose del paro económico registrado entre finales de 2002 y comienzos de 2003.

Chávez, padre de la democracia refrendaria tal como está aparece delineada en la Carta del 99, aceptó, luego de numerosas marchas y contramarchas, ir al referendo revocatorio. Admitió los consejos de Gaviria y Carter, quienes habían comprometido su autoridad y prestigio en impedir que Venezuela se deslizase por el precipicio de la violencia.

Si en 2004 el revocatorio era necesario para evadir la confrontación armada, hoy ese imperativo resulta mucho más urgente y perentorio. Por primera vez, junto a la deslegitimación del régimen, confluyen varios problemas de enorme gravedad e impacto social: pobreza, inflación, escasez, desabastecimiento, incluidas las medicinas, desempleo, inseguridad personal y deterioro alarmante de los servicios públicos, con la electricidad, el agua, la salud y el transporte colectivo a la vanguardia. Una sólida franja de ciudadanos está pasando hambre porque no tiene dinero para comprar alimentos o porque, si lo posee, no los encuentra en los anaqueles. Ciudades como Caracas parecen en guerra. De día, porque las colas alrededor de los mercados y farmacias reflejan la carencia de alimentos y medicinas; de noche, por la desolación. La gente se refugia en sus casas por temor a la delincuencia y porque carece de dinero para gastarlo en diversión.

A Nicolás Maduro y su gobierno, quienes aparecen señalados en las encuestas como responsables del colapso, les resultará muy difícil sortear el revocatorio. Su padre putativo impuso esta fórmula en la Constitución y se sometió a ella. Los militares saben que para preservar la precaria paz existente se necesita resolver las tensiones en el marco de la Carta Magna.  Factores importantes del PSUV están conscientes del riesgo que corre la organización si la ira popular se transforma en violencia: las víctimas no serán los dirigentes opositores, sino los líderes de un partido que ha gobernado durante diecisiete años en medio de la mayor abundancia de recursos financieros y sin controles institucionales de ninguna clase.

A partir de ahora quienes militamos en la alternativa democrática tenemos que exigir que los plazos se respeten y las normas se cumplan. La presión revocatoria, a través de la presencia popular en actos, movilizaciones, firmazos y refirmazos, tendrá que ser de millones de atmósferas sobre un presidente acorralado por el legado de su benefactor y la ruina que provocó.

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