Claudio de Castro 28 de mayo de 2016
Estamos
en mayo, el mes de la Virgen.
Te
escribo porque he descubierto un tesoro y quiero compartirlo.
“No se
angustien por nada” (Filipenses 4,6). Qué palabras más esperanzadoras.
Me di
cuenta que las Promesas del Evangelio se cumplen.
Flaqueo
mucho, lo sé. Conozco mis debilidades y sé que por mis propias fuerzas nunca
conseguiré seguir adelante. Sabiendo esto me apoyo en mi mejor amigo, el buen
Jesús, mi amigo de la infancia, para que me de las fuerzas que necesito, el
amor que no poseo, la perseverancia que me cuesta tanto, la fortaleza con la
que pocas veces he podido sostenerme.
Él
siempre me da lo que me falta. Y
créeme, me falta muchísimo. Sobre todo la fe.
“Quiero
creer Señor, aumenta nuestra fe, ¿acaso no ves nuestra debilidad?”
A mi
edad no comprendo muchas cosas, y me doy cuenta que con mi pobre humanidad
nunca podré hacerlo, por ello decidí confiar. Dios suele mostrarte
lo que espera de ti. Y se desborda demostrando Su amor infinito,
eterno.
Vivo
cada día con la certeza de ser amado desde una eternidad. No imaginas la
tranquilidad y la paz que esto me da.
En
este momento me nace del corazón vivir agradecido, decirle a al buen Dios:
“Padre,
gracias por amarnos tanto”.
¿Cómo
es posible tanto amor? ¿Acaso no ves lo que somos? Es algo que me
sobrepasa. Nos amas a todos y nos pides amar, no condenar, ser misericordiosos,
no criticar.
¿Has
experimentado la presencia de Dios? Su dulce
presencia. Un amigo catequista me contaba que para evangelizar le
recomendaba a los jóvenes experimentar a Dios..
Me
encantan estas palabras de Job:
“Yo te
conocía sólo de oídas; pero ahora te han visto mis ojos…” (Job
42, 5)
Debes
conocerlo, para amarlo.
A
veces me detengo a reflexionar en este lugar donde ahora me encuentro. Puede
que me sienta desanimado, de pronto llega Él y me anima. Me siento pecador y me
sugiere una buena confesión.
“Vamos”, me dice. “Es hora de levantarse”.
“Vamos”, me dice. “Es hora de levantarse”.
En
julio cumpliré 59 años. Por momentos pensé que siempre tendría 18 y no
fue así. He pasado muchas dificultades y me di cuenta que era verdad:
“Todo pasa, lo que ahora te afecta también pasará”.
Ahora
sé que “Yo lo puedo todo en aquel que me conforta”.
(Filipenses 4, 13)
Esta
es mi alegría.
¿Y
cuál es esa promesa que me quitará el miedo?
Es
maravillosa:
“Y he
aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo”.
(Mateo 28, 20)
“No
temo Señor, porque sé que Tú vas conmigo”.
No
temas, querido lector (a) porque Dios va contigo. Él te sostendrá en la
dificultad.
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