Por Vanessa Davies
"El referéndum revocatorio sería una señal positiva para la economía y para la población", asegura el economista y consultor de Gallup. Descarta la tesis de la "guerra económica": "Aquí lo que ha habido es una guerra del régimen contra la economía"
Palabras explosivas las de Gerver Torres. Defender, en un país polarizado, que chavistas y opositores se necesitan mutualmente es equivalente a quitarle la espoleta a una granada. Pero Torres, el economista que acompañó una parte del segundo gobierno del expresidente Carlos Andrés Pérez y que trabajó en ese momento (años 90 del siglo XX) en pro de la privatización de empresas del Estado tildadas de improductivas, no duda en reafirmar que todos nos necesitamos. Incluso, propone que el chavismo se sume a la exigencia de un referéndum revocatorio contra el presidente Nicolás Maduro y subraya que la consulta electoral sería positiva para la economía nacional.
Cuando se trata del presente, Torres –hoy día consultor de la empresa Gallup- prefiere hablar de régimen y no de gobierno; no es un detalle menor porque alude, no a un Presidente y un Gabinete, sino a un grupo entronizado en el poder y con determinadas prácticas no necesariamente democráticas. Al menos, esa es su visión de la Venezuela de 2016, tal como lo relató a Contrapunto durante su última visita al país.
No se muestra nostálgico del pasado de la llamada “Cuarta República”, pero sí piensa que el presente venezolano es tan malo, que hace que lo anterior (a pesar de sus heridas, a pesar de sus costuras) sea visto con añoranza. También enfatiza que la sensación de bienestar que la población sintió durante varios años del chavismo experimenta, ahora, un franco retroceso. La realidad se impone. Y un elemento de esa realidad es lo que no duda en describir como privatización salvaje.
La paridad real debe ser de 600 o 700 bolívares por dólar
¿Cuánto vale el dólar?
Torres, como “médico” de la economía, ofrece un diagnóstico de la situación económica venezolana, de sus enfermedades y opciones: “Esta economía presenta un cuadro crítico, muy complicado, de pronóstico reservado; está extremadamente descompensada”.
Señala la existencia “de graves y crecientes desequilibrios macroeconómicos”, que “tienen que ver con distorsiones cambiarias, gran déficit fiscal, un desorden monetario”. Suma, igualmente, “problemas de la economía real muy serios”: un sector productivo “que está incapacitado, muy debilitado, constreñido, cercado, con una productividad muy baja”. El sector de las empresas públicas “está hipertrofiado” y ha crecido de manera alarmante, con el hándicap de la ineficiencia, deplora Torres.
Pero por si esto fuera poco, el economista reporta que la infraestructura está “totalmente colapsada”, lo que afecta directamente la producción del país. Servicios como agua, comunicaciones y electricidad están “colapsados en distintos grados”, ilustra; de este balance negativo no quedan fuera los aeropuertos y las carreteras. “Mi estimación es que en Venezuela se requieren alrededor de 100 mil millones de dólares para actualizar la infraestructura”, calcula.
En distorsión cambiaria Venezuela se lleva todos los palmarés, sostiene el analista: “Es el país con la mayor distorsión cambiaria en el mundo”, si se mide la diferencia entre el tipo de cambio oficial “protegido” (10 bolívares por dólar) y el del mercado paralelo (al menos 1.100 bolívares por dólar). “No hay otro país en el mundo que tenga una brecha de esa magnitud. Siria, Irak, Afganistán también tienen mercados negros de divisas, que ya de por sí la existencia de un mercado negro es señal de una economía que no funciona bien. Venezuela no es el único país que tiene mercado negro de divisas, pero es el país con la brecha cambiaria más grande del mundo”, razona.
-¿Cuál es la paridad verdadera bolívar-dólar?
-Eso nunca se sabe con exactitud, porque eso lo sabe el mercado. Cuando el mercado opera, te dice cuál es el verdadero precio de la divisa. Eso es como cuando la gente se pregunta: ¿Cuál es el valor de mi casa? El dueño tiene una idea de lo que vale su casa, generalmente muy por encima de lo que otros piensan. El precio verdadero es aquel que, al final, alguien está dispuesto a pagar. Como hay una situación de alteración fundamental del mercado es difícil saber cuál es el precio real del dólar, pero podrías decir que está en alrededor de 600 o 700 bolívares. Debe estar por allí.
Gerver Torres está convencido de que la distorsión cambiaria “ha fortalecido grupos de intereses en el seno del régimen, que lo preservan y que tienen interés en que continúe ese sistema, porque el hecho de obtener divisas a un tipo de cambio preferencial y colocarlas en el mercado negro es, posiblemente, el negocio más rentable que uno pueda imaginarse hoy en Venezuela”. Posiblemente es “más rentable que el narcotráfico” y “con una condición adicional: que es un negocio legal”, caracteriza.
-Usted no pone en duda esto. Usted piensa que efectivamente hay grupos que se están enriqueciendo con esa distorsión cambiaria.
-Sí, sí. Absolutamente. Y creo que ese es uno de los factores que dificulta los cambios en Venezuela.
-¿De qué manera golpear a quienes usted dice que están haciendo negocios ilegalmente?
-Solamente con la suplantación del régimen por un nuevo régimen.
-¿Si este gobierno liberara el cambio, por ejemplo?
-Creo que esa es una de las razones por las cuales no lo libera. Si lo llega a liberar es porque esos sectores habrían sido derrotados. Puede ser que, en un momento de extrema gravedad de la situación, tengan que terminar haciéndolo. Pero hasta hoy es uno de los factores que ha bloqueado los cambios a Venezuela: el tema de la corrupción.
Los grupos de interés –como los de medran alrededor del bachaqueo a gran escala, el contrabando, los tipos de cambio o las aduanas, cita Gerver Torres- “han adquirido un poder extremadamente grande en la economía y en la sociedad venezolanas y son un factor fundamental. Es uno de los factores que le dificulta a la oposición entender la naturaleza del régimen o del gobierno al cual se enfrenta”.
A su juicio, “el carácter delictivo del gobierno, del régimen al cual se enfrenta” es una variable que la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) no ha valorado por completo, y que conduce a que “acuerdos políticos que serían normales en una democracia aquí se hacen más difíciles, porque no estás lidiando con actores políticos”.
En condiciones normales, de acuerdo con su visión, los factores políticos del chavismo “se estarían planteando una negociación política con la oposición, un repliegue táctico y estratégico de sus fuerzas” para ser una opción y plantear una visión diferente de la sociedad. “Pero como no son un actor político, sino que tienen este componente delictivo, actúan desde otra lógica. A algunos de estos actores les resulta muy difícil concebir la negociación, porque los delitos cometidos son de tal gravedad que no se pueden imaginar fuera del poder”, opina.
El déficit fiscal prolongado "sobre todo empobrece a los más pobres, porque genera inflación"
¿Guerra económica o guerra contra la economía?
Si se trata de hablar de las cuentas de la nación, Gerver Torres concluye que el Gobierno ha gastado mucho más de lo que ha ganado. El Ejecutivo se mueve en “un desorden fiscal extremo”, acusa.
-Pero el Gobierno argumenta que lo ha hecho por una política social, para favorecer a las grandes mayorías excluidas.
-Sí. Lo que pasa es que el déficit fiscal prolongado al final empobrece a todo el mundo, pero sobre todo empobrece a los más pobres porque genera inflación, y se sabe que la inflación perjudica de manera especial a los más pobres. Utilizar para beneficio de los pobres algo que afecta a los pobres es una contradicción. Ocurre que los gobiernos incurren en déficit fiscal, gastan más de lo que ganan. Por ejemplo, se habla de un déficit del 2%, 3% o 4% del tamaño de la economía. En el caso de la economía venezolana estamos hablando de déficit extremos, de 19% o 20% del producto.
Venezuela ha tenido ingresos petroleros de 110 dólares el barril “pero ha gastado como si el barril hubiese estado en 160 dólares, y lo ha hecho endeudándose”, critica el analista. La gente “habla de la dilapidación del ingreso petrolero”, un ingreso que fue enorme por un boom de los precios del petróleo. A esto se agregan “un endeudamiento masivo y acelerado” y la paralización de pagos a proveedores de materias primas y servicios (por un monto de 15 mil a 20 mil millones de dólares, según sus estimaciones).
Para Torres, otra gran distorsión de la economía criolla es la que atizan los controles de precios, que “producen una escasez generalizada, desaparición de los bienes y servicios” y lo que toda venezolana o todo venezolano sufre hoy por hoy: pagar lo que sea por un paquete de harina de maíz o por una bolsa de leche en polvo. “Los bienes, sencillamente, han desaparecido”, lamenta.
-El Gobierno dice que esto es porque hay un sabotaje económico, una guerra económica. ¿Qué respondería usted a esto?
-La verdad es que eso es tan absurdo y es tan ridículo que es casi un chiste.
-¿Por qué?
-Esa pregunta tendría respuestas en muchos planos. Una guerra económica supone, por ejemplo, que los empresarios están confabulados y autodestruyéndose. Esa sería una guerra extraña: la acción fundamental de batalla del ejército que te está haciendo la guerra es destruirse a sí mismo. La guerra económica consiste en que, supuestamente, producen y esconden los productos. No entenderías quién produce para luego esconder lo que produce; para no venderlo, para quebrar. Las empresas venezolanas han venido quebrando. Desde que comenzó este régimen del socialismo del siglo XXI hasta hoy en Venezuela han desaparecido no menos de 8 mil empresas, sin contar las empresas estatizadas. Esa sería una guerra en la que, quien está peleando contigo, su guerra consiste en destruirse a sí mismo, desaparecer. Eso es incomprensible. También habría que entender por qué eso ocurre en Venezuela y no ocurre en ninguna otra parte del mundo. En ninguno de estos países que formaron parte de lo que representó el llamado socialismo del siglo XXI hablan de guerra económica. Los cubanos tampoco hablan de guerra económica. Aquí lo que ha habido es una guerra del régimen contra la economía, y contra las leyes y los principios fundamentales de la economía. Eso es lo que ha habido acá.
Sin capacidad de “hacer un viraje”
Lo que sucede en Venezuela es “muy lamentable”, reitera Torres; entre otras razones, porque las cosas que el país padece –como escasez e inflación- “el mundo las aprendió a curar” hace tiempo.
-¿Se refiere a experiencias como la de la Unión Soviética?
-No. Me estoy refiriendo a fenómenos como la alta inflación. Venezuela es el país con la más alta inflación del mundo y con la mayor caída del producto del mundo. Ningún otro país de América Latina tiene los problemas de inflación o de déficit fiscal que tiene Venezuela. El mundo hace tiempo aprendió a resolver ese problema. Es como si me dijeras que en tu familia hay varios niños con poliomielitis, que es una enfermedad que el mundo aprendió a prevenir hace décadas. Las enfermedades económicas que tiene Venezuela no es que son enfermedades que representen una novedad; son cosas elementales.
-¿A qué atribuye usted el hecho de que no se corrijan? ¿Por qué el Gobierno no reacciona viendo que lo van a desalojar del poder por la economía?
-A una combinación de factores. Creo que este régimen no tiene capacidad de hacer un viraje.
-¿Económico?
-Económico ni político. Creo que este es un régimen que está atrapado en la siguiente situación: si sigue por donde va, se va a hundir. Y si intenta un viraje, se quiebra. No tiene salvación, y lamentablemente eso implica un costo para el país. Creo que no puede hacer un cambio de rumbo por varias razones. En primer lugar, por el modelo en el cual está inserto, que es un modelo que fracasó en el mundo: de centralización, de estatización, de controles. En segundo lugar, por carencia de liderazgo. Para hacer un viraje de la naturaleza que habría que hacer se requeriría dentro del régimen un liderazgo de mucha envergadura. Tendría que haber alguien en el gobierno capaz de hablarle al país, a su base social y política de apoyo, y decirle: “señores, tenemos que hacer una vuelta en U”, como lo está haciendo Cuba. “¿Saben qué? Perdimos todos estos años. Tenemos años viajando en la dirección incorrecta”. Eso requiere un liderazgo que aquí no existe. No sé si Chávez lo hubiese podido hacer.
-Hugo Chávez hizo virajes…
-Pero una cosa es un viraje a la izquierda, otra cosa es un viraje a la derecha. Estos lo que tienen que hacer es una vuelta en U.
-El pasado tampoco fue una maravilla. No lo fue con los expresidentes Pérez ni Caldera…
-Este régimen está logrando que aquello que al principio la gente decía “no al pasado”, ahora le parezca mejor. Yo no tengo la menor duda de que la Cuarta República frente a esto luce mejor. Puedo ir uno por uno de los rubros.
Gerver Torres observa que, para dar esa vuelta en U, “se necesita un liderazgo de una calidad, de un tenor que no existen”, porque “tienes que saber exactamente en qué dirección quieres ir, qué es lo que quieres poner en juego”. Pero el liderazgo del chavismo “no sabe a dónde quiere ir”, está “medio muerto, medio vivo pero sin destino; uno no sabe para qué existe o qué haría si se preserva unos años más en el poder”.
“En sus fases finales”
-Si sigue, se hunde, y si vira, se quiebra. ¿Está destinado a desaparecer?
-Sí.
-¿Le pone fecha de expiración?
-Creo que este régimen está en sus fases finales. Los médicos algunas veces dicen “este paciente está en fase terminal, se va a morir”, pero eso puede pasar en los próximos 10 minutos o se puede pasar un año más. Uno no sabe, pero sí sabe que está en fase terminal.
Otro elemento que, a criterio del economista, “hace imposible un viraje” es “la absoluta desprofesionalización de la gerencia pública”. Para una estrategia “se necesitan equipos, gente”, recuerda Torres, pero la administración pública se convirtió en un cuerpo en el que vale más la lealtad política que la profesionalización.
En el ámbito internacional hay “profunda desconfianza en este régimen”, apunta el consultor de Gallup. Eso quiere decir que si el equipo económico presidencial “se presentara con el programa económico más ortodoxo, nadie se lo creería”, porque “las contradicciones son tan flagrantes, tan contundentes, tan continuas” que aparecen entre un discurso y otro en cuestión de minutos.
-¿Hacia dónde cree que va nuestra economía? ¿Vamos a seguir teniendo inflación?
-Ojalá fuera eso. La inflación se está acelerando y nosotros estamos en la fase temprana de una hiperinflación. La hiperinflación es el fenómeno económico más devastador de todos. La gente en Venezuela dice “los precios están cambiando casi todos los días”, pero en hiperinflación los precios pueden cambiar varias veces al día. La gente puede entrar en un supermercado y, mientras está comprando, le dicen que todo aumentó 10%. La gente sale de los trabajos a gastar el dinero porque sabe que, si espera al día siguiente, el dinero vale menos.
-¿Hacia eso vamos?
-Estamos en una aceleración inflacionaria ya. En Venezuela es más grave, porque la inflación está cruzada con un problema de escasez, porque el régimen ha cercado el sector privado, ha creado trabas y controles. Viene una progresiva paralización de líneas de producción en Venezuela, rubros cuya producción se va a ir paralización porque los proveedores no quieren seguir dando crédito a los productores locales. Lo que tenemos es una aceleración de la inflación, un incremento de la escasez y del desabastecimiento. Eso hace particular esta alta inflación venezolana, porque es alta inflación con escasez y en un contexto en el cual el sector privado es diezmado por múltiples vías.
Entre las contradicciones que detecta en el sistema venezolano, Gerver Torres pone el dedo en la llaga al hacer referencia a una palabra casi maldita para el Gobierno: privatización. Ahora “hay una privatización perversa que expone a los más débiles a las fuerzas libres del mercado”, acusa. Ejemplo de ello es lo sucedido con el servicio eléctrico, con la salud, con la inseguridad: “Cuando la gente tiene que buscar sus medicinas desesperadamente, y buscarlas en el exterior y pagar cualquier precio que sea… ¿qué es eso? Eso es la privatización de la salud. Los que pueden se consiguen sus guardias privados, blindan sus carros, ponen cercas sofisticadas, y los que no pueden pagan con su vida”.
Aunque parezca paradójico en un país con una dirección política que le tiene “grima” a la palabra privatización, la conclusión del analista es clara: “En Venezuela todo se está privatizando. Lo que el régimen ha venido progresivamente haciendo es diciéndole a cada uno: ‘sálvense quien pueda’. Eso es la selva”.
Y ese “sálvese quien pueda” termina “en una crisis humanitaria, de la cual creo que hay síntomas en Venezuela”, alerta. Pero “el régimen tampoco la quiere reconocer”, aun cuando se le causa “un daño estructural a la población, especialmente a los más pobres”. De acuerdo con su valoración, “los regímenes autoritarios prefieren hacer sufrir a sus pueblos que aceptar abiertamente que necesitan alimentos y medicinas para sus poblaciones, porque en el fondo es la admisión de su fracaso”.
Buena señal para la economía
-¿Cuál sería la salida plausible que usted ve?
-La salida plausible es que los sectores democráticos del país, dentro y fuera del chavismo; los que no tienen intereses en la permanencia de un régimen por la permanencia en sí mismo en el poder, se aglutinaran y empujaran por una salida democrática en Venezuela. En este caso, por el revocatorio.
-¿Piensa que el chavismo también debería impulsar el revocatorio?
-Claro. Es crítico. Es es una demanda que hay que hacerle al pueblo chavista, que es nuestro pueblo. Esto ya no es entre chavistas y no chavistas. Es una cosa que trasciende del chavismo. Aquí lo que hay es un grupo de individuos que está en control del poder en Venezuela, que a mi juicio no representa ni los ideales ni los sueños originales del chavismo, y cuya agenda ha pasado a ser una agenda de mantenimiento indefinido del poder. No quieren abandonar el poder por ninguna razón y, por lo tanto, amenazan a este país con llevarnos a un caos político y social extremo, de descontrol, de conflictividad social, de caos de todo tipo. Por eso tenemos que unirnos y empujar en esa dirección. Si aquí se aceptara un revocatorio, esa señal beneficiaria al propio Gobierno, porque ese cambio de dirección, ese aire que le entraría al país en la economía empezaría a generar cierto nivel de interés, de confianza, de recuperación en la economía. Eso se ha visto, por ejemplo, en el caso de Brasil, donde la economía ha estado pasando por su peor momento en décadas: la salida política a la crisis en Brasil es una vía de escape y reanima la economía.
-¿La sola aceptación del revocatorio en Venezuela reactivaría la economía?
-El referéndum revocatorio sería una señal positiva para la economía y para la población. Cuando cambian las expectativas el presente luce mejor. Los estudios enseñan que la esperanza juega un papel fundamental en la manera como vivimos el presente. Puedes tomar dos individuos desempleados y puedes concluir que su situación es la misma, pero se sabe que, si uno de ellos dos tiene esperanza de conseguir empleo, y el otro no la tiene, esos dos individuos son individuos distintos, porque la esperanza nos hace vivir el presente de una manera distinta. La esperanza que pueda tener la sociedad venezolana con el revocatorio, con el oxigenamiento de un nuevo gobierno, se convierte en una válvula de escape y nos hace sentir relativamente mejor en el presente aun cuando las condiciones objetivas y materiales no hayan cambiado. Pero lo que está haciendo el régimen, de bloquear todas las salidas…
-¿Hacia dónde llevará?
-Es muy peligroso, porque es el acorralamiento de la gente; es la intensificación de la frustración, de la rabia, de la angustia, de la desesperación y eso hace impredecible lo que pueda pasar en Venezuela. Este es un régimen político que pareciera no estar consciente de lo que está pasando, y eso me hace pensar que no estamos frente a un actor político que reconoce realidades políticas, se repliega, se reagrupa y vuelve. Eso es lo que hacen los actores políticos, pero aquí no está ocurriendo.
Ya no tan felices
El proceso venezolano no ha logrado concretar ninguna de las utopías de la izquierda, rebate Gerver Torres. “No ha logrado generar un modo de organización productivo; es uno de los déficit más grandes, históricos y del presente. Se inventaron y se crearon nombres, hubo una proliferación de nombres: círculos zamoranos, fundos zamoranos, y eso ahora es un cementerio. No se generaron ningunas formas nuevas de organización social, de producción, de trabajo de cooperativas; no se generó ningún movimiento popular organizado, no se generaron prácticas sociales diferentes”, enumera.
El economista fustiga “los programas asistencialistas” que se volvieron insostenibles porque, simultáneamente, se “iba destruyendo la economía”. En la misma línea, reitera que “este régimen logró convertir una inmensa riqueza en una inmensa pobreza”.
-¿Somos una sociedad más feliz? ¿Más infeliz?
-Somos una sociedad que experimentó alto nivel de bienestar subjetivo en los momentos iniciales de la euforia de lo que se iba a hacer. Eso me ha llevado a insistir mucho en el valor de la narrativa, y en eso Chávez fue muy poderoso y además contó con recursos petroleros para hacerlo. Pero en las mediciones que hemos hecho vemos que el bienestar subjetivo, lo que la gente llama “la felicidad del venezolano”, ha ido cayendo año tras año. Y es comprensible, es lógico que ello sea así. Venezuela es hoy el país con la percepción de inseguridad más alta en el mundo, según Gallup. La percepción de inseguridad es más alta que en Irak, que en Afganistán, que en Siria. Eso me lleva hacia otro tema. ¿Hacia dónde va esto? Esto va hacia convertirse en un Estado fallido, que también pierde el control en el ejercicio de sus competencias, como la seguridad. El crecimiento de las bandas organizadas en Venezuela, que se están articulando cada vez más y mejor, que se posesionan de armas cada vez más sofisticadas, representa una amenaza de una dimensión tan seria como la de la economía. Esta es una sociedad que está acosada por todos lados.
Semejante paisaje nacional haría pensar que Torres se volvió escéptico cuando se trata de Venezuela. Pero es todo lo contrario. “Soy muy optimista con Venezuela”, asevera. Una de las razones es “la dirección por la que va el mundo”, porque la gente tiene una buena expectativa y millones de personas han salido de la miseria. Otra, que América Latina “lo está haciendo relativamente bien”, valora, y como prueba de ello cita la apertura de Cuba, además de lo que ha sucedido en Argentina y en Brasil y del crecimiento de la clase media en América Latina.
La tercera razón de su optimismo es “nuestra propia historia”, se explaya el consultor de Gallup, porque “Venezuela no siempre fue así” e, incluso, tuvo épocas en las cuales la inflación era de un dígito y los precios no variaban, la gente viajaba al exterior y retornaba a su país y la nación lucía “logros significativos en materia económica” y política.
“Estoy seguro de que, cuando Venezuela dé el giro correcto, mucha de la gente que se ha ido va a regresar”, concluye Gerver Torres. Incluso, anticipa que “la división entre chavistas y no chavistas la vamos a superar, y lo necesitamos. Las tareas que tenemos por delante, todos unidos, son complicadas, y divididos es imposible. No tenemos manera de salir adelante divididos. Es que nos necesitamos, extremadamente, cada uno al otro”. A pesar de las diferencias.
23-05-16
http://contrapunto.com/mobile/noticia/gerver-torres-si-el-regimen-sigue-se-hunde-y-si-intenta-un-viraje-se-quiebra-77813/
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