Por Nicmer Evans
Cuando conocí a Juan Carlos
Monedero, lo entrevistaba en el canal Vive, un hermoso proyecto comunicacional
de la revolución que solo quedó en eso. Era 2006, quizá, no recuerdo con
exactitud. En esa oportunidad me impresionó mucho una frase de él que no puedo
citar textualmente, pero que decía algo así: A la revolución bolivariana le
falta más alegría.
Hoy entiendo mucho más lo que
decía quien después decidí asumir como mi maestro, no solo por su inteligencia
sino por su sensibilidad humana. Años más tarde Monedero escribiría “la
felicidad es la ausencia del miedo” (pág. 54, 2013) en uno de los libros que se
convertirían en esos imprescindibles para reencontrarme cuando
dudaba: Curso urgente de política para gente decente. [1]
Es posible que hoy las razones
que sostenían la amistad que nos unió no estén en sus mejores condiciones, en
especial porque entiendo que sus actuales ocupaciones en España, su madre
patria, no solo no le permiten estar mejor informado de Venezuela, sino que, al
no estar aquí (como lo estuvo durante años compartiendo su tiempo con sus
ocupaciones académicas en Madrid), inevitablemente le impide tener en la dermis
la sensibilidad de lo que hoy vivimos los venezolanos.
Sin embargo, recuerdo muy bien
que antes de irse me dijo de manera asertiva que no se me ocurriera hacer
política con Maduro y Diosdado porque estaba seguro de que ellos conducirían
esto a un desastre. Hoy mi estimado Monedero, incluso a pesar de ti, puedo
decir que tenías razón y no sabes cuánto te agradezco ese consejo en 2013.
Hoy leo con asombro un
artículo de mi estimado Monedero publicado en aporrea.org titulado “11 tesis sobre
Venezuela y una conclusión escarmentada”, en el que pretende darnos
lecciones éticas de cómo seguir soportando al gobierno de Maduro, pues si no
viene la derecha asesina y el imperio.
Mi querido Monedero, te
informo que esa derecha, la endógena (de la que siempre hablábamos), ya llegó y
el imperialismo ruso y chino son los que nos dominan, y sé que tú lo sabes,
pero entiendo que no quieres decirlo.
Señala Juan Carlos en su
artículo que “los enemigos de tus enemigos no son tus amigos.” (2017)
–afirmación que debería recordársele a Podemos cuando negocia con el PSOE o
cuando le rinden pleitesía a su rey–, cosa que es absolutamente cierta. Sin
embargo, en el caso venezolano cada cosa debe ser llamada de manera correcta.
Cierto es lo que dice Monedero: “Hay una primera regla para saber de política:
no vayas a las palabras del pasado creyendo que ayer significaban lo mismo que
hoy. Las palabras permanecen, los conceptos cambian” (Pág. 22, 2013).
Asumiendo esto último, los
enemigos de ayer pueden pasar hoy a ser transitoriamente adversarios, cuando el
verdadero enemigo de la Constitución –proyecto por el que incluso él luchó– es
el “hijo de Chávez” con el fin de utilizar el poder supraconstitucional
establecido en ella, que solo puede activar el poder constituyente y que
Monedero sabe muy bien que no fue así, porque no se le consultó al pueblo si
deseaba ir a una asamblea nacional constituyente ni bajo qué condiciones o
bases comiciales.
Tiene razón Monedero cuando afirma
que “no tiene sentido que el odio a Maduro ponga a nadie decente al lado de los
enemigos de los pueblos” (2017), pero el problema en sus palabras es que hoy ya
no es odio a Maduro, como sí lo hubo contra Chávez. Hoy más de 80% del pueblo
siente rechazo por el que traicionó al pueblo, por eso es que la gran mayoría
no se pone al lado de los enemigos del pueblo: el madurismo.
Es cierto que la MUD también
representa a un sector que fue, es y será “enemigo del pueblo”, un sector que
hoy ni la misma oposición defiende cuando mantiene la misma actitud, pero sea
dicha la verdad, ya no tiene ni fuerza para soñar con dar un golpe de Estado.
Aunque lamento decirle a Monedero que si eso sucediera, no habría pueblo como
el 13 de abril de 2002 que saliera a la calle a deponer ese golpe y regresar a
Maduro al poder, así como sucedió con Chávez.
Ha escrito Monedero en ese
nefasto artículo que “Maduro heredó un papel muy difícil: gestionar Venezuela
en un momento de caída de los precios del petróleo…” (2017). Lamento decirle
que me preocupa esta afirmación de su parte. Maduro gobernó antes de ser
presidente 8 meses con el barril de petróleo a 98 dólares y después casi un año
más a 90 dólares. Y para su información, hoy está a más del doble del peor
momento de la caída y después de un año de estabilización del precio del
petróleo, a poco más de 40 dólares, la escasez de comida y medicamentos, así
como la depauperación del salario, llega a niveles aún más críticos. Por lo que
aseguro que él, teniendo la oportunidad, saliera huyendo a Madrid a agradecer
al rey su sueldo de profesor universitario en la Complutense.
A Monedero hay que
recomendarle que se cuide de las generalizaciones. Ha dicho que “los cuarteles
en Venezuela están con el presidente constitucional” (2017). Pero lamento tener
que refutarle, pues son las cúpulas militares las que tienen privilegios y
controlan una empresa como Caminpeg, o controlan la importación de los
alimentos, o tienen bajo resguardo no la frontera sino el contrabando, las que
mantienen en el poder a Maduro, porque la tropa, la que hace vida en los
cuarteles, esa que dice Monedero conocer, sufre tanto ella como su familia la
pobreza con el mismo dolor del resto de los venezolanos. Parece no saber
Monedero sobre las detenciones de cientos de militares, sobre el terror que hay
dentro de los cuarteles porque quien se atreva a disentir termina preso, una
cárcel de la que nadie se entera porque se ejecutan juicios a través de
tribunales militares que hoy son aplicados también a civiles de manera masiva.
Otro error que comete Monedero
es la generalización sobre la oposición:
“La oposición en Venezuela
lleva intentando dar un golpe de Estado desde el mismo día que ganó Chávez.
Venezuela fue el mascarón de proa del cambio continental. Acabar con Venezuela
es abrir la espita para que ocurra lo mismo en los sitios donde aún no ha
regresado el neoliberalismo”.
Hoy en Venezuela existe otra
oposición, que no es la MUD; es aquella que denuncia desde la izquierda que
este gobierno es un neototalitarismo con políticas de derecha. Por cierto, esa
otra oposición de izquierda está muy vinculada con lo que él dejó sembrado y
que ahora desconoce: la autocrítica.
¿Qué opina Juan Carlos
Monedero del decreto del Arco Minero y la entrega de la soberanía de 12% del
territorio nacional a más de 150 transnacionales mineras? ¿No he leído a mi
maestro Juan Carlos Monedero pronunciarse sobre la deuda externa venezolana, su
inviabilidad y necesaria auditoría? ¿Por qué Monedero no explica el daño que
han hecho y siguen haciendo los corruptos que tanto confrontamos en otros años?
¿Qué dice Juan Carlos Monedero sobre Haiman el Troudi?
Estoy seguro de que Juan
Carlos tiene razón cuando afirma: “Los mismos que han llevado la destrucción a
Siria, a Irak o a Libia para robarles el petróleo, quieren hacer lo mismo en
Venezuela” (sic). El problema es que él piensa que eso pasará si sale Maduro,
como si no supiera que la faja del Orinoco está llena de eso hace mucho pero
mucho tiempo, con la complacencia de Chávez y hoy con la gran impunidad de
Maduro, que les creó una figura jurídica que permite que la legislación
venezolana pueda ser vulnerada por el interés económico en esos territorios
(zonas económicas especiales).
Monedero afirma que “un
referéndum ilegal en Venezuela presiona al régimen hasta el límite”. Un
referéndum ilegal en Cataluña es un acto cercano al delito de sedición. Lo que
olvida es que aquí el gobierno de Maduro impidió la realización de un
referéndum el año pasado, a diferencia de Chávez que lo confrontó, para que el
pueblo decidiera si lo revocaba. Por eso la oposición-MUD hizo una consulta
popular maltrecha, y con unas preguntas nefastas, pero que movió mucha más
gente que la elección del 30J para la ANC, a pesar de que Monedero solo consuma
las cifras oficiales del totalitarismo. Lo que lamento es que no hubiésemos
sido nosotros los que tuviésemos la iniciativa para realizarlo mucho mejor.
Lo más insólito de las
palabras de Monedero es cuando asume que “gente de buena voluntad termina
creyendo que hay armas de destrucción masiva o que Venezuela es una dictadura
donde, curiosamente, todos los días la oposición se manifiesta (incluso
atacando instalaciones militares), donde los medios critican libremente a
Maduro (no como en Arabia Saudí, Marruecos o Estados Unidos) o donde la
oposición gobierna en alcaldías y regiones” (2017).
Sería interesante discutir hoy
con Juan Carlos el concepto de “dictadura”. A mí ya me parece arcaico tal como
se usa dicho concepto para explicar regímenes que con elecciones igual
desarrollan sistemas totalitaristas. Recuerdo haber estado con Monedero en Cuba
y analizar ese sistema electoral, para concluir que eso no es democracia.
Incluso, recuerdo haberlo escuchado criticar el sistema electoral de Estados
Unidos por ser de segundo grado. Pero me parece increíble que una elección por
sectores sociales, con circuitos municipales que rompió la proporcionalidad de
la densidad poblacional, hecha con número y sin campaña transparente, sin
testigos y con el cuestionamiento de la empresa encargada de suministrar el
apoyo tecnológico, le sea digna de ser ejemplo para que no se le diga al
gobierno de Maduro “dictadura” o “neototalitarismo”, aunque además tenga
ciudadanos con orden de excarcelación aún presos o detenidos desaparecidos
durante días, sin que su familia pueda saber en qué condiciones o dónde están,
que enjuicia a civiles en tribunales militares por delitos civiles, y tantas
otras cosas que sé que él sabe, pero que ignora intencionalmente para
justificar lo injustificable.
Por otra parte, aquí hay libertad
de expresión hasta que no hay. Gente presa por decir lo que piensa y medios que
Monedero sabe muy bien que los compró el gobierno, porque así lo discutimos,
que veta a actores políticos por incómodos, o el hostigamiento a medios con la
policía del pensamiento como lo es Conatel, o canales sacados de las cableras,
que no tiene nada que ver con la situación de finalización de la concesión de
RCTV… Eso, Monedero, no es libertad de expresión ni socialismo, eso es
neototalitarismo madurista ramplón.
Una estrategia típica del
ejercicio de la justificación a la que apela Juan Carlos es hacerla a través de
las acciones inapropiadas de otros: “Donald Trump puede cambiar a la fiscal
general y no pasa nada, pero si lo hace Maduro, jefe del Estado igualmente elegido
en unas elecciones, se le acusa de dictador” (2017). Primero es bueno aclararle
a Monedero que no fue Maduro quien lo hizo formalmente, fue la ANC con
justificación del TSJ, pero después de un ciclo de amenazas que incluía desde
el presidente hasta actores de reparto en el canal del Estado que afirmaban
dicha acción, amenazaban, incluso el PSUV acosaba las instalaciones de la
Fiscalía permanentemente. En este punto en especial Monedero demuestra un nivel
de ignorancia sobre el tema que me hace dudar de su sinceridad.
Lo injustificable de Monedero
se encuentra en esta sentencia: “Maduro, en un contexto regional muy
complicado, con fuertes estrecheces económicas que afectan la compra de insumos
básicos, incluidas medicinas, ha juntado 8 millones de votos (aunque sean 7,
según las declaraciones tan sospechosas del presidente de Smartmatic, que acaba
de firmar un contrato millonario en Colombia). Venezuela está claramente
dividida” (2017).
Al aceptar que no es una
guerra económica, sino una mala política económica, Monedero termina
reconociendo que es posible que, aunque hayan sido 7 millones los que votaron
el 30J, Venezuela “está dividida”. Al final, esa fue una elección formal, que
no puede tener un solo voto de más o menos, y no es un valor correcto mostrar que
ha “juntado” 7 u 8 millones, como parece serlo para Juan Carlos. Esa elección
es una estafa que no puede servir para justificar nada y punto.
Estoy de acuerdo con Monedero
cuando afirma: “La derecha mundial quiere acabar con Venezuela, aunque eso le
cueste sangre y fuego a la población venezolana” (2017), porque de hecho lo ha
demostrado tanto en 2014, en la llamada “salida”, como hoy desde el gobierno de
Maduro, matando a venezolanos, más de 120 por disentir, y eso para información
de Monedero está suficientemente documentado, todos son venezolanos, nos deben
doler por igual, los quemados por odio y los asesinados con balas, metras,
bombas lacrimógenas, etc.
Al final, mi querido Monedero
demuestra sus contradicciones. Después de afirmar que “no tiene sentido que el
odio a Maduro ponga a nadie decente al lado de los enemigos de los pueblos”
(2017), nos dice que: “Venezuela tiene que solventar sus problemas dialogando.
Es evidente que tiene problemas. Pero dos mitades enfrentadas no van a ningún
lado monologando. Aunque a una parte le apoyen los países más poderosos del
ámbito neoliberal” (2017).
Me imagino que esa es la misma
contradicción que vive Podemos todos los días en España. Para Monedero, si un
sector crítico al gobierno y de izquierda dialoga públicamente con actores de
la MUD que fueron golpistas, ¿eso es traición? ¿Pero si lo hace el gobierno
entonces qué es? Pensé que Monedero no sufría de ese infantilismo izquierdista
maniqueo y manipulador, pero creo que aquí lo deja muy claro.
Mi antiguo maestro Juan Carlos
Monedero indica en ese fabuloso texto que regularmente consulto que “la
política nació para evitar la guerra interna, triunfar en la externa y
garantizar el reparto de las ventajas de la vida común” (Pág. 19, 2013). Pues
sepa usted que eso no es lo que hace el madurismo. Y de manera lapidaria afirma
que: “Solo cuando hay memoria los mentirosos tienen menos oportunidades”
(2013).
Lamento afirmar que es
necesario que vuelva a leer sus propios escritos “…para gente decente” y
recobre la memoria, mi querido maestro.
[1] Monedero, Juan Carlos.
2013, Curso urgente de política para gente decente. Editorial Seix Barral,
S.A. Barcelona, España.
17-08-17
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