Por Gregorio Salazar
Los venezolanos necesitaremos
del coraje ciudadano y la fortaleza espiritual de nuestras vidas, no solamente
para ir a votar si es que definitivamente se concreta la realización de las
elecciones, sino para enfrentar y salir airosos del reto integral que tenemos
por delante en esta etapa crucial de nuestra patria.
Una vez concretado el fraude
constituyente y reunido en asamblea no otra cosa que lo más radical y delirante
de la secta oficialista, no habrá sorpresa pequeña, no habrá desmán ni
ventajismo irrealizable para quienes, basados en una supuesta “legitimidad
histórica” nacida al parecer de la intentona golpista del 4-F, creen ser los
únicos poseedores de los derechos y los privilegios que durante estos tiempos
les han venido negando a la gran mayoría de los venezolanos. Y como tal actúan.
Después de haber recibido para
su creación de la servil anuencia de la dupla TSJ-CNE y puesto en sus manos el
control de las elecciones regionales a las que venían rehuyendo desde hacía más
de un año, va a ser mucho muy fácil (porque ya venían haciéndolo) para esa
cúpula decir arbitrariamente este candidato sí y aquel candidato no, aquel
alcalde sí y éste descabézalo y mándamelo a prisión, y tú Asamblea Nacional
subordínate o date por disuelta. Esto último, vano empeño, la AN seguirá
reconocida dentro y fuera de Venezuela aunque intenten borrarla del mapa.
Ese accionar perverso que se
va intensificando en la medida que la mentada revolución ve esfumarse la base
de apoyo popular que otrora tuvo ha colocado en distintos momentos a los
venezolanos en la paradójica situación de renegar de dos de los mecanismos
consustanciales al funcionamiento de la democracia: el diálogo y las
elecciones. Obvio, la burla a la Constitución y el fraude reiterado, hacen
mella en las víctimas.
Es comprensible, por ejemplo,
que el pueblo tiemble de indignación al ver que con el mismo artificio
criminalizador, el mismo abuso de poder con el cual se le robó al ciudadano el
derecho a un referéndum revocatorio se le impida ahora la participación de la
tarjeta de la Mesa de la Unidad Democrática en siete estados. Era insoportable,
de paso, para los “legítimos” que esa tarjeta siguiera siendo la más votada en
la historia electoral del país.
Es inaudito que para intentar
mantener alejado al pueblo opositor de las mesas de votación se ratifique al
frente del organismo electoral a las cuatro rectoras que por su parcialidad y
sus actos contrarios a la ley más desconfianza y más repudio levantan en la
población. Y aun así, Socorro Hernández intenta salir de compra dominical a la
charcutería, así tan felizmente como cualquier hacendosa ama de casa altamente
estimada por sus vecinos. Y un pueblo enardecido y ciego del dolor se lo cobra.
Duele ver al rector Luis
Emilio Rondón tener que someterse a un poder cuyo procedimiento electoral
inconstitucional él denuncio. Pero, puestos a elegir, confesamos que preferimos
su permanencia en el CNE a que saquen de allí a la única mirada crítica e
imparcial y que en ese cargo se escoja a otro cómplice.
La lucha toca darla en las
elecciones regionales, que ojalá no sean nuevamente postergadas. Cada espacio
que se gane debe ser un tributo a la lucha de tantos jóvenes que perdieron la
vida o aún padecen cárcel en la lucha por una Venezuela distinta. Vienen más
dificultades. Asimismo se necesitará más coraje y más entereza ciudadana. La
rendición o la desesperanza sería la gran victoria de los enemigos de la libertad.
20-08-17
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