FERNANDO CASTRO AGUAYO 03 de febrero de 2018
“Con
la ayuda de Dios hay que tener el convencimiento de que un hombre es capaz de
amar a una mujer para siempre y al revés”.
“La
calidad de la política depende de la familia”. Son palabras de Francisco al
Presidente de la República italiana (2013-11-14). Igualmente, “en el centro de
las esperanzas y de las dificultades sociales está la familia”.
Con
esta introducción surge una idea de sentido común: lo primero que toda persona
tiene en su cabeza es la familia: la que tiene. Y todos aspiran a ella aunque
estén desorientados en cómo constituirla. La cultura y los medios de
comunicación tienen embotadas las mentes. Ya mucha gente ve imposible conformar
una familia natural; de hombre y mujer, estable, para toda la vida y llena de
fecundidad. Amargas experiencias o mensajes repletos de una libertad sin
compromisos, hacen difícil la comprensión de la familia, y el planteamiento del
ideal familiar. La Iglesia, experta en humanidad, proclama “el Evangelio de la
familia”. La vida de Jesús nos muestra una familia. Un hombre, una mujer, que
educan a un hijo, y que viven de su trabajo y se relacionan con sus parientes y
vecinos como cualquiera. Es la infancia de Jesús.
Un
creyente en Jesucristo puede formar una familia. Con la ayuda de Dios hay que
tener el convencimiento de que un hombre es capaz de amar a una mujer para
siempre y al revés. Y juntos ser artífices del amor fecundo que engendra unos
hijos en la comunidad familiar.
Sólo
así, se construye una nación con fundamentos. Favorecer la dignidad de la
familia, atender sus necesidades básicas: alimentos, medicinas, hospitales
adecuados, fomentar la iniciativa para el trabajo, crear espacios de sana
convivencia familiar, constituyen desafíos positivos para las autoridades y
para la política. Lo contrario es favorecer niños y jóvenes muchas veces
desafectados y sin referencias en valores y de identidad claras.
Así
niños y jóvenes sienten de sus padres la seguridad del hogar. Tener creatividad
para vivir en familia, es un fundamento sólido para la vida y para la patria.
Fernando
Castro Aguayo
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