Thays Peñalver 07 de octubre de 2018
Al repetir esto se está educando a las
nuevas generaciones para que crean que se requiere que los militares sigan
dominando al país
Esta
es una de las frases más educativas que existen en Venezuela, digo educativa
porque es proferida por muchos civiles que piensan que quedan regios,
pero no se dan cuenta de que cuando la dicen están “educando” en los
cuarteles a cuanto teniente sueña con ser un nuevo prócer y sobre todo
colaborando con el “chavismo mental”. Pero además “Una mentira que se
repite mil veces se convierte en verdad”, frase de las que han sido padres
Goebbles, el famoso ministro de propaganda nazi y Vladimir Lenin.
La
verdad es que cuando se inició la planificación de la Autopista Caracas la
Guaira, Marcos Pérez Jiménez estudiaba en el Perú porque en Venezuela no habían
academias militares reales. Cuando se aprobaron los estudios generales –que
duraron casi una década- Pérez Jiménez era apenas un capitán del ejército y
cuando se aprobaron los planos de toda la obra en 1947, el futuro dictador ni
siquiera tenía la mas remota posibilidad de opinar al respecto.
A
nadie le importa que Rómulo Betancourt fuera quien inauguró el primer tramo
–Maiquetía-Catia la Mar, porque la gigantesca obra exigía reformar buena parte
de Caracas y la Guaira antes de comenzar. Cuando la gran obra central
finalmente se licitó a todas las grandes compañías extranjeras en Junio de
1949, Marcos Pérez Jiménez no tenía absolutamente algo que ver con la
construcción de aquella magnifica obra –que duró mas de cuatro años- y en su
exposición como presidente en 1951, el doctor Germán Suárez Flamerich dijo que
las obras estaban tan adelantadas, que probablemente ocurriría antes su
inauguración a los primeros meses de 1953, razón por la que un año antes de
convertirse en dictador, ya los viaductos, los cortes de la montaña y casi dos
tercios de la obra estaban completamente finalizados.
Pero
aun cuando yo le demuestre, documentos en mano que Marcos Pérez Jiménez tuvo
poco o nada que ver con la construcción de tamaña obra, que ya estaba
construida en cerca del 85% cuando era Ministro de la Defensa, aun cuando usted
puede solicitar todos los documentos en la Biblioteca o Hemeroteca Nacional, la
mayoría de la gente incluso luego de leer éste artículo, seguirá diciendo que
el dictador construyó la autopista, solo porque la televisión enseñó que
inauguró el tramo final, que era el más pequeño e insignificante de todos.
Eso es
lo que se ve en las fotos y en YouTube con un Pérez Jiménez acompañando, como
Ministro de la Defensa, al presidente de la Republica (Flamerich) pero no se
debió a ninguno de ellos, ni a Betancourt, ni a la Junta, sino como todas las
demás del Plan Nacional de Vialidad, se les debe a los arquitectos, ingenieros
y urbanistas de la generación del 28, los mas grandes héroes civiles que haya
parido la historia de la nación y que a pesar de los truhanes y malhechores
vestidos de verde, lograron hacer de Caracas lo que es hoy.
Por
eso cuando muchos repiten “es que lo que Venezuela necesita es a un Pérez
Jiménez” porque construyó la autopista, no solo está diciendo algo que no es
cierto, sino que está educando a las nuevas generaciones en que lo que
necesitan es que los militares sigan dominando al país.
Ocurre
lo mismo con la Ciudad Universitaria, proyectada y construida a partir de 1942
y comenzada a ejecutar durante diez años antes de la llegada del dictador, al
que se le imputa su construcción cuando apenas inauguró las obras que ya
estaban avanzadas desde su licitación y construyéndose desde 1949. Por eso hay
que decirlo claro y en alta voz: Pérez Jiménez ni construyó la autopista
Caracas-La Guaira, ni construyó la Ciudad Universitaria. Ni tampoco proyectó
las obras que ya estaban diseñadas entre 1940 y 1949 del Centro Simón Bolívar,
ni las obras del centro de Caracas cuya planificación central fue aprobada en
1939 con las que concluye el “periodo francés de Caracas” iniciado en la época
de Guzmán Blanco y que en especial se les debe a los gigantes arquitectos,
urbanistas e ingenieros civiles de esa generación de superhéroes del 28.
Por
eso las avenidas Andrés Bello, Bolívar (concluida la obra principal en 1949),
Sucre, Nueva Granada, México y Victoria (Presidente Medina), no son tampoco
obras de Pérez Jiménez porque ya estaban en plena construcción a su llegada y
fueron proyectadas desde 1940. Repetir que Pérez Jiménez es
una necesidad o que él fue quien las realizó, como si él hubiera planificado
realmente esas obras gracias a su “mentalidad desarrollista”, no solo es una
necedad, sino que educa al coronelato a que son ellos los únicos en capacidad
de desarrollar a Venezuela y que les debemos mucho, cuando no le debemos un
carrizo, porque la historia de Venezuela ha sido una larga lucha entre los
civiles preparados y los políticos armados.
Pero
repito, aunque las evidencias estén allí, es imposible que no salga alguien de
turno a decir que fue el dictador, como repetirán como loros que Pérez Jiménez
eliminó los ranchos de Caracas y de nada valdrá explicar que cuando Marcos
Pérez Jiménez era capitán, habían 7.776 ranchos en Caracas, cuando lo nombraron
presidente su propio censo revelaba que existían 20.993 y cuando salió del
poder habían 54.237 ranchos en Caracas. En otras palabras Pérez Jiménez en sus
propias memorias perdió la famosa “Batalla contra los ranchos” como la perdió
Páez en 1830 y como la hemos perdido siempre, porque el rancho solo puede ser
erradicado desde adentro y desde la cabeza de sus ocupantes.
Solo
haciendo lo contrario a lo que si hizo Perez Jimenez se puede prosperar, es
decir producir, crear industria, creando puestos de trabajo y mucha educación
se puede ganar esa batalla. Por esa razón la Venezuela que habitaría la “Ciudad
Radiante” planificada y construida bajo la influencia nada menos que de Le
Corbusier, una verdadera obra de arte, la convertirían en el 23 de Enero,
mientras el rancho y la marginalidad comenzaron a devorarse por dentro a la
“Petit-Paris”. Porque nuestros políticos de antes o de ahora piensan que pueden
llevar al habitante del rancho a un mejor lugar, sin antes educarlos para
cambiarles la mentalidad que ranchifica.
Pérez
Jiménez tampoco es responsable por planificar el barrio 2 de Diciembre (23 de
Enero), cuya obra se debe a los mismos grandes urbanizadores y al mismo equipo
de arquitectos del Banco Obrero que crearon antes la Delgado Chalbaud y el
Paraíso, de lo que si es responsable fue de triplicar su tamaño contrariando a
esos urbanizadores, porque creía ingenuamente que eliminando los dos barrios
donde vivían los comunistas, se desharía de ellos. Y precisamente por estar mas
pendiente de cobrar el 5% de las comisiones por las obras “lo cual era
perfectamente legal” (Perez Jimenez dixit) fue la razón por la que los
comunistas, se lo comieron vivo.
Por
eso el problema principal era el drama de un país que no buscaba un verdadero
desarrollo, no era que Pérez Jiménez fuera bueno o malo, sino que todos creían
que construir una “Petit Paris” traería la modernidad en vez de educar a sus
niños, en un país en el que solo estaban inscritos en los planteles educativos
(según memoria y cuenta del propio dictador) 646 mil de los 1,7 millones de
niños en edad escolar (pág. 57). Pero el problema era tal que solo uno de cada
4 niños en Venezuela estudiaba una primaria que le permitiera continuar el
bachillerato (el resto eran primeras letras) y casi el 60% de la población de
nuestro querido país, no sabía leer ni escribir para el día que Hugo Chávez
cumplió 4 años.
Era el
drama de una nación que prefería construir un minúsculo hotel en la cima de una
montaña –obra que es la mas estúpida de nuestra historia y que si es de Pérez
Jiménez- al costo de todas las escuelas que hacían falta. Porque al venezolano
lo que le llena de orgullo es enseñar una construcción excéntrica construida
por el Estado, en vez de los logros de millones de educados. Obras absurdas
mientras solo habían menos de mil estudiantes universitarios inscritos, porque
la verdad es que el primer decreto de Pérez Jiménez fue suspender las
actividades de la Universidad de Mérida y Zulia y el segundo decreto, fue
decretar el cierre de la Central y declararla “zona militar” dejando a
Venezuela desnuda de luces, para atender nada menos que la llegada de la era de
la computación. Porque nadie entendió que había que dejarse de excentricidades
afrancesadas cuando desde el otro lado lo que habían eran pobreza, ranchos y
enfermedades endémicas en pleno desarrollo. Había que invertir en industrias,
en trabajos, pero sobre todo en educación. Y de eso, no se ocupó el “tan
necesario” dictador.
Mientras
que Pérez Jiménez cerró las únicas tres universidades con menos de mil alumnos
inscritos, solo autorizó la apertura 89 escuelas públicas de las cuales, se
construyeron 47, pues las restantes eran casas de familia con el modelo
“escuelas de un solo maestro”. Con solo el costo del paseo los Próceres, se
pudieron haber construido las 1.976 que hacían falta y dotarlas de presupuesto
por cinco años. Las obras planificadas por Pérez Jiménez, fueron en realidad
los disparates mas grandes y costosos de nuestra historia, el minúsculo Hotel
Humboldt sirve para todo menos para hotel, pues devora millones de dólares al
año en mantenimiento y operaciones, sin casino e incluso con este, las perdidas
son gigantescas. El Hotel Guaicamacuto tendría que ser remodelado tres veces,
porque tras su inauguración y la primera llegada de turistas extranjeros, estos
se quejaron pues ninguna habitación tenía baño adentro, por lo que hubo que
demoler todo su interior y ser vendido al Sheraton. Esa era una Venezuela con
ínfulas de nuevo rico, que nunca entendió sus prioridades.
Finalmente
la frase que titula este articulo viene siempre acompañada de “es que con Pérez
Jiménez se podía dormir con la puerta abierta” engañando a quien lo escucha,
como si fuera gracias a un estado policial que se podía dormir tranquilo,
cuando la realidad es que la Venezuela provinciana de los años cincuenta, como
la de prácticamente todo el planeta, eran sociedades simples en las que no
había mayor violencia. Engañan con la frase, porque esa Venezuela no volverá
jamás, como no volverán los años cincuenta en los Estados Unidos, ni en Europa.
Por
eso los que repiten peligrosamente que Pérez Jiménez es una necesidad, educan
permanentemente al coronelato en las academias, con aquello de que los
problemas de Venezuela los puede resolver un solo hombre uniformado y no los
millones de venezolanos educándose. Enseñan permanentemente a que un solo
coronel puede resolver el tema de los ranchos, sustituyéndolos por Misión
Vivienda, un solo coronel puede resolver el tema de la delincuencia con un
estado policial. Un solo coronel puede poner a producir mas petróleo rezando,
un solo coronel puede hacer producir el campo, mejorar la economía o puede
convertirnos en potencia. Eso es lo que en realidad dicen, los que invocan a
Pérez Jiménez.
Y si
no lo logra, es porque no se trata del coronel correcto y se ponen a buscar
otro. La realidad no es que los militares nos gobernaron durante tantos siglos
por la amenaza de sus armas, sino por la debilidad y la cobardía de los civiles
que no quieren tomar las riendas de su destino, abriendo constantemente las
puertas de que: “aquí lo que hace falta es un militar”.
Una
frase tan simplista, tan necia y tan absurda que raya en lo homicida. Una frase
que cada vez que se repite y lo escucha un teniente como Hugo Chávez, piensa
que al pasar su examen de Estado Mayor ya esta listo para seguir
“desarrollando” a Venezuela. Los que repiten esa necesidad, son los civiles que
añoran permanentemente una bota militar y son los que ya están educando, al
próximo Hugo Chávez en los cuarteles.
No
amigos, Venezuela no necesita a un Pérez Jiménez, sino al concurso de millones
de civiles educados en todas las áreas y ramas del saber.
Cara..,
¿por qué eso es tan difícil de entender?.
Thays
Peñalver
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