María Teresa Urreiztieta 13 de octubre de 2018
El
ciclo de protestas del año 2017, después de cuatro meses de intensas
manifestaciones, culminó con la elección ilegal e ilegítima de los miembros de
la Asamblea Nacional Constituyente (ANC), órgano paralelo creado para desplazar
a la Asamblea Nacional elegida por más de 14 millones de venezolanos el año
2015. Al instalarse la ANC, la sociedad venezolana, profundamente consternada,
comenzó a cuestionar los resultados de las protestas y su saldo trágico en vidas
humanas, lo que derivó en un largo periodo de desmovilización de las fuerzas
sociales y políticas.
Se
pasó entonces de un intenso estado de indignación y rebeldía a un estado de
perplejidad y desconcierto. A pesar de ello, como ya lo hemos analizado en otras
oportunidades, las protestas también se constituyeron en un laboratorio de
experiencias inéditas de resistencia civil no violenta, las cuales fueron
consolidando y sistematizando sus proyectos y acciones durante todo el 2017
hasta nuestros días. Podemos decir con ello que uno de los más valiosos frutos
del ciclo de protestas fue el surgimiento y empoderamiento de nuevos actores
sociales inspirados en el marco filosófico de la resistencia civil no violenta,
quienes persisten en dotar de significados y sentidos sociales y políticos a
las diferentes expresiones del malestar social y del reclamo ciudadano.
Estos
nuevos actores y la sociedad civil entera se enfrentan ahora a unos contextos
en donde el autoritarismo actúa con gran violencia de Estado en su afán por
imponer un sistema político inspirado en los totalitarismos del siglo XX, como lo es la propuesta del Estado comunal,
la cual pretende sustituir el Estado democrático basado en los preceptos de la
democracia participativa y protagónica que contempla la Constitución Nacional
vigente.
El
Gobierno está consciente de la pérdida creciente de respaldo popular, del
profundo malestar y repudio que crece día a día debido, sobre todo, en estos
momentos, a la hiperinflación que ha generado el fracaso de sus medidas
económicas, lo cual somete a la población a situaciones límites de
sobrevivencia y malvivir. Esto lo ha obligado a profundizar su furia
autoritaria, acelerando el desmantelamiento de las instituciones democráticas,
inhabilitando, persiguiendo y encarcelando a dirigentes políticos y sociales,
censurando y vetando medios de comunicación social, criminalizando la protesta,
convirtiendo al ciudadano en objetivo policial y militar, socavando así el
Estado de derecho, el respeto a los derechos humanos y el orden constitucional.
Ante
esta arremetida autoritaria, es perentorio reflexionar y redefinir las líneas
estratégicas de acción para la resistencia civil organizada, no violenta, en
estos contextos. A continuación se proponen algunas ideas claves:
√ Resignificar la noción de resistencia. Es
decir, preguntarse qué significa e implica resistir en estos contextos,
evaluando las oportunidades, alcances, amenazas, riesgos y peligros.
√
Recrear, diversificar, ampliar los repertorios de la acción colectiva
para el logro de una mayor incidencia institucional, mediática, social y
política.
√ Estudiar de manera sistemática los contextos
y dinámicas autoritarias para identificar las oportunidades políticas y sus
posibilidades para la acción colectiva.
√ Nunca actuar solos. Actuar en red a través de
la organización, participación y articulación de los esfuerzos. Conformar una
malla social que contenga o aminore los embates del autoritarismo y que a la vez
aproveche su elasticidad para impulsar nuevas dinámicas democratizadoras en
todos los espacios de actuación posibles.
√ Articular la agenda ciudadana con la agenda
política de los partidos democráticos.
√ Registrar, documentar, denunciar, difundir
hechos que atenten contra los derechos humanos.
√ Prever y evadir la violencia de Estado.
Realizar estudios de riesgos y de las medidas de seguridad necesarias para
protegerse y proteger a los ciudadanos que se involucren en sus proyectos.
√ Evitar la confrontación con las fuerzas de
seguridad del Estado. Identificar y/o aislar a los violentos.
√ Concentrarse, sobre todo, en cohesionar,
articular el tejido social para fortalecer las posibilidades democráticas.
Insistimos:
Resistir no es aguantar. Resistir es rebelarse al autoritarismo de mil maneras:
es interpelar, exigir, alzar la voz, protestar, visibilizar, proponer,
presionar, organizarse, movilizarse, defender los #DDHH. Resistir es hacer todo
lo posible por recuperar las libertades para la convivencia democrática en el
marco de una cultura para la justicia social, los derechos humanos y la paz.
Tomado
de: http://elpitazo.info/opinion/opinion-ahora-avanzamos-resistencia-civil-contextos-autoritarios/
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