Por Simón García
Una figura, de
dimensión nacional y respetado peso académico, el padre Luis Ugalde, lanzó la
primera piedra contra la inclinación inercial a la abstención ante el plan
oficialista de presentar a referendo el texto constitucional cocinado en fuego
autoritario.
No hay en el padre
Ugalde el residuo de un dilema, sino una clara convicción: hay que salir a
votar masivamente para impedir que el régimen unte legitimidad la
constitucionalización de sus fines totalitarios. Aún más, esa votación
volvería añicos el exitoso proceso de aparente legitimidad que ha logrado armar
Maduro, ayudado por errores, omisiones y un modo de hacer política que encierra
a la oposición en una burbuja fuera del país real y separa a los partidos de su
misión de ser útiles para superar desesperanzas y confusiones.
Dirigentes de fuerzas
políticas importantes, como Henry Ramos o Henrique Capriles, seguro que
mediante reflexión similar a la de Ugalde, llegan a la misma conclusión que
ofrece el sentido común: regresar al voto porque es el terreno donde la
oposición tiene las mayores ventajas y el régimen las mayores debilidades.
Se trata de impedir que
el régimen se legitime con el minoritario respaldo de la población que lo apoya
y el bulto de trampillas electorales, que sólo pueden ser frustradas con
testigos opositores que hagan respetar la voluntad de los electores.
Votar no es jugar en el
terreno del régimen, aunque el árbitro esté parcializado y las condiciones favorezcan
al equipo oficial, sino hacerse presente en uno de los pocos campos donde la
mayoría puede expresar lo que quiere y donde el deseo de cambio puede
propinarle una derrota fulminante al régimen. Lo electoral es el último
vestigio de poder que le queda al ciudadano y no puede cederlo voluntariamente
al poder que pretende borrarlo del mapa.
Participar en el
referendo sobre la Constitución no debe limitarse a votar NO. Es la oportunidad
para dejar en claro que frente a la oferta de control totalitario del Estado,
del mercado, de la sociedad y de la vida de cada uno, existe una salida de
libertad, defensa y afirmación de unos derechos irrenunciables.
Participar es decidirse
a no abandonar ninguno de los diversos tableros donde se pueda dar la lucha,
así sea en condiciones precarias. Participar debe tener el sentido de
fortalecer partidos políticos y organizaciones sociales, involucrarse en las
protestas reivindicativas, tener propuestas sobre medidas que protejan a los
más débiles de la hiperinflación roja y a los demócratas, en cualquiera de sus
acepciones, de una represión del poder para perpetuarse a sí mismo.
Participar es una de
las veredas que debe confluir en una ruta común de enfrentamiento a las
poderosas macollas extremistas y extrapolíticas que le dictan al régimen
el rechazo a un entendimiento nacional para encontrar una vía negociada,
progresiva, inclusiva para devolverle a los venezolanos democracia, mercado,
justicia social con bienestar y reglas para que dos proyectos políticos rivales
puedan coexistir sin pretender que el triunfo de un contendor requiere el
exterminio del otro.
Son los nuevos caminos
que pueden abrirse con la fuerza del voto.
14-10-18
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