Julio César Arreaza B 13 de enero de 2020
@JulioCArreaza
El
oficialismo comenzó de la peor manera el nuevo año 2020, con el asalto militar
perpetrado contra el recinto sagrado de la soberanía popular; confirmando así
su naturaleza criminal y su ideología totalitaria. Esta actuación bochornosa
convenció definidamente al mundo sobre los delincuenciales manejos de la
usurpación.
Entre
tanto a Juan Guaidó se le abre una segunda oportunidad, con un “Segundo Debut”,
como ponderaba el viejo comercial de la crema rejuvenecedora; veremos si se
rompe el dicho y las segundas partes resultan buenas. Ha reconocido sus propios
errores en la conducción política y declara estar dispuesto a rectificar.
Veremos.
Sin
duda, la pragmática estructura del G-4 fracasó y resultó penetrada por la
corrupción. Le corresponde a Guaidó, ahora liberado de atadura partidista,
integrar una dirección política más representativa de la mayoritaria
resistencia y con un alto componente ético.
Padecemos
una situación moralmente intolerable y debemos enfrentarla con la fuerza del
coraje ético. Esperamos que el presidente interino diga claramente que mientras
se mantenga la usurpación en el poder está descartada la participación en unas
elecciones parlamentarias. Primero lo primero: el cese de la usurpación. Deberá
invocarse el tratado del TIAR, el 187-11 y la Responsabilidad de Proteger, lo
clama un país cuya fuerza laboral no tiene acceso al trabajo y a una
remuneración digna, con 13,5% de desnutrición en niños recién nacidos a 5 años
y 87% de familias que sufren privación alimentaria.
La
fuerza moral será determinante para la salida de la narcotiranía del poder,
esto lo confirma un dato: el alto nivel de confianza que tiene la Iglesia en la
opinión pública, 63% de aprobación. El número 1. El respaldo popular se lo ha
ganado por su acción en pro del bienestar de la gente, acompañándola y
asumiendo sus luchas. No estamos llamando a la Conferencia Episcopal a
convertirse en un mero actor político, sino que estamos destacando la
significancia de lo moral para superar la crisis que tiene rostro de tragedia y
horror, por la violación sistemática de los derechos humanos.
Veamos
los vectores de su actuación pública que sirven como inspiración.
Promueve
modelos de sociedad que incrementen el bien común.
La
dura realidad debemos atenderla pero no con los mismos mecanismos de siempre,
sino con la creatividad intelectual y estratégica que implica el juego
socio-político del momento, en el que hay diversidad de actores y multiplicidad
de intereses.
Llegó
el tiempo para considerar si- ante tanto sufrimiento y violencia- no ha llegado
la hora de apostar porque el pueblo decida por sí mismo lo que desea ante
insolubles problemas, verbi gracia expresando su voluntad inequívoca,
“soberana”, por medio de una consulta vinculante.
Aprovechemos
esta oportunidad histórica para construir, sobre la base de lo mejor que hemos
sido, una nueva historia fundamentada en el bien común y la libertad.
¡No
más prisioneros políticos, torturados, asesinados, ni exiliados!
Julio
César Arreaza B
@JulioCArreaza
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