El Nacional 20 de julio de 2021
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Colette
Capriles, politóloga y profesora de Filosofía Política de la Universidad Simón
Bolívar, y Roberto Patiño, fundador y director de Alimenta la Solidaridad,
participaron en un debate organizado por la Oficina en Washington para Asuntos
Latinoamericanos sobre un informe reciente acerca de los procesos de diálogo en
Oslo y Barbados, elaborado por Geoff Ramsey, Keith Mines, David Smilde y Steve
Hege
La
politóloga Colette Capriles, profesora de Filosofía Política de la Universidad
Simón Bolívar, y el dirigente social Roberto Patiño, fundador y director de
Alimenta la Solidaridad, participaron este martes en un debate sobre los desafíos de
negociar el retorno a la democracia en Venezuela, organizado por la
Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos.
Discutieron
sobre el informe Negociando un retorno a la democracia en Venezuela,
perspectivas de participantes en las negociaciones de Oslo-Barbados de 2019,
elaborado por Geoff Ramsey, Keith Mines, David Smilde y Steve Hege. En el texto
se presentó una serie de recomendaciones para el proceso que podría comenzar en
el incierto escenario político venezolano.
El
conflicto no es intratable
Capriles
dijo que el conflicto en Venezuela no es intratable. Explicó que las partes
recurren en ultima instancia a un mecanismo que, aunque no ha logrado los
objetivos explícitos, sí ha construido progresivamente algunos
fundamentos, frágiles aún, para avanzar a una solución política en
Venezuela.
Dijo
que tanto el chavismo como la oposición coinciden en el objetivo de
alcanzar elecciones justas y competitivas como método para distribuir
el poder. Sin embargo, el significado no es el mismo para ambos factores.
“Para
la oposición significa elecciones con garantías institucionales y políticas para
participar y hacer respetar los resultados. Pero para el chavismo competir
significa llegar a unas elecciones habiendo desarrollado su gestión de
gobierno sin las restricciones que le imponen las sanciones, que
presuntamente serían la causa de su mala gestión y de su impopularidad. Esa
ecuación resume el nudo de la zona del posible acuerdo en cualquier proceso
futuro”, expuso.
Las
debilidades de la negociación
La
politóloga señaló que parte de las debilidades que ha tenido el proceso de
negociación es que su agenda, al estar centrada estrictamente en la política,
en la demanda de cambio político y las resistencias, deja por fuera otras exigencias
de gobernanza o de restitución del Estado de derecho.
Por lo
tanto, agregó, esos aspectos tendrían un significado directo en la población y
producirían confianza hacia la idea de una solución negociada al
conflicto y, al crear un acompañamiento colectivo al proceso, se
pudiera disminuir el impacto del spoiler o de los sectores que
a cada lado se esforzaban por impedir o hacer fracasar la negociación.
“La inclusión
de otros actores en el campo de la negociación es la que resulta más
complicada. La experiencia muestra que muchos procesos de democratización
negociada han logrado tener éxito gracias a la participación de la sociedad
civil organizada, que puede cumplir varios roles”, expresó.
Capriles
aseguró que las organizaciones han emprendido una labor de intermediación y de
puente entre actores políticos del régimen y la oposición, asumiendo el
costo político de adelantar iniciativas negociadas que los
actores no pueden asumir.
Señaló
la conformación del nuevo Consejo Nacional Electoral, la participación en la
mesa para el acceso al mecanismo Covax, el diseño para la acción humanitaria
que facilite el trabajo de las organizaciones humanitarias, la conformación de
un grupo de trabajo en el campo de la justicia transicional y las iniciativas
sectoriales como el diálogo tripartito.
“Este
conjunto de iniciativas y capacidades de intermediación que se han
construido son un capital para la negociación política y esa
es la principal razón para abogar por una ampliación de la mesa de la
negociación o de las bases de sustentación de las mesas de negociación”,
expresó.
“La
sociedad civil no es un ente que pretende ocupar un puesto en la mesa de la
negociación, sino que quiere ser su sustento. No solo como intermediario,
sino un espacio autónomo que puede dirigirse a ambas delegaciones y
convocar además a los movimientos sociales del chavismo y a la sociedad en
general”, añadió.
La
profesora indicó asimismo que es necesario construir un proceso de
prenegociación que se centraría en los distintos tipos de
coordinaciones.
“Habría,
por lo menos, tres: al interior de la oposición, que se establezcan
mecanismos confiables de consultas y de precisión; entre actores
internacionales, que se defina un campo de incidencia; y la generación de los
enlaces con la sociedad civil para asegurar el fortalecimiento de los vínculos
con la sociedad en general y el aprovechamiento de las capacidades ya
desarrolladas”, puntualizó.
“Borrón
y cuenta nueva”
El
dirigente social Roberto Patiño dijo durante su intervención que parte del
drama que ha habido en algunos procesos de negociación es que pareciera que se
entra en una especie de “borrón y cuenta nueva”, cuando en realidad
hay gran cantidad de aprendizajes y de procesos que se han sumado.
“Es
evidente que en Venezuela no hay una solución que no pase por el
reconocimiento mutuo como movimientos políticos, en cuanto a lo que
significan la oposición, los sectores democráticos y el chavismo”, manifestó.
La
perspectiva debe incluir una visión de la negociación como el elemento
estratégico para la solución del conflicto y no como un elemento
táctico que, a consideración de Patiño, ha sido utilizado por ambas partes en
distintos momentos para tratar de dividir al contrario, conseguir tiempo y
desviar la atención.
“Eso
apunta a un conflicto que lo que hace es extenderse en el tiempo y mientras la
negociación no tenga éxito vamos a tener un país cada vez más
disminuido en sus capacidades económicas, sociales y de salir adelante
por sus propios medios”, afirmó.
El
tiempo, una paradoja
Patiño
resaltó que los venezolanos están interesados en que los sectores políticos
asuman la negociación como el elemento central y estratégico para salir
de la crisis. Pero está también la paradoja del tiempo con respecto a la
negociación.
“Por
una parte sabemos la urgencia que requiere una salida política en
Venezuela a lo que estamos viviendo. Pero por otra parte está el querer hacer
una negociación exprés, que dure cuatro u ocho semanas. Es algo que también
hemos visto en el pasado que ha fracasado porque hay gran desconfianza de parte
y parte”, manifestó.
Aseguró
que no es realista acordar simplemente unas condiciones electorales y
que eso va a ser suficiente para resolver el conflicto político. Agregó que se
requieren garantías para que, independientemente del resultado electoral, se
pueda tener un país donde haya una sana competencia en lo político y que se
atienda a las víctimas del conflicto.
“Sobre
la zona del posible acuerdo es importante incluir el concepto de la escalera de
oro, que la negociación pueda ayudar como proceso a que se descubra esa
zona. Que se empiecen a desarrollar relaciones de confianza, dentro y fuera
de la mesa, y que puedan proponerse soluciones creativas”, planteó.
El
dirigente lamentó también cómo la situación en Venezuela comenzó a
formar parte de la política interna de Estados Unidos y cómo este
escenario puede generar también obstáculos para una solución negociada a la
crisis.
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