Por Fernando Pereira
Llegaron nuevamente las
vacaciones escolares con el coronavirus “vivito y coleando”. Para muchos niños
la realidad de este período no se diferencia de la cotidianidad de los últimos meses
de educación a distancia, mientras que, para otros significa la liberación del
peso de las responsabilidades escolares.
Tener a los niños en la
casa sin poder salir se vuelve un verdadero dolor de cabeza. El confinamiento,
el cierre de algunos espacios públicos y la crisis económica agudizada por la
pandemia, alejan las posibilidades de opciones recreacionales para la mayoría
de los hogares.
La falta de
oportunidades o alternativas puede hacer que nuestros hijos e hijas queden
atrapados por las pantallas del televisor, enredados en la redes, secuestrados
por videojuegos, sobre expuestos a situaciones que ponen en riesgo su salud
emocional. El reto es poder equilibrar su uso con las otras actividades que se
puedan realizar.
En estos períodos por
la cantidad de tiempo libre, la dinámica familiar suele cambiar, los horarios
se tornan más flexibles a la hora de levantarse o ir a la cama, comer,
recrearse, jugar. Estos cambios pueden generar estrés, a veces difícil de
manejar sobre todo cuando las carencias hacen que no puedan comer lo
que quieren en la cantidad y variedad que desearían o salir con otros
amiguitos, ir al parque.
La preocupación por los
vacíos en la educación durante estos meses hace que surja la tentación de
ponerlos a realizar actividades de nivelación. Las vacaciones deben ser un
período de corte con lo escolar.
¿Qué podemos hacer con
los niños?
Realizar actividades artísticas. Estimulándolos a que se expresen con dibujos que pueden convertirse en cuentos que se compartan con la familia. Podrían realizar tarjetas, cuadros con imágenes o escenas que obsequien a sus seres queridos o para decorar su habitación.
Convertir las manos en
posibilidades de creación con manualidades sencillas, para crear juguetes,
títeres, porta lápices, juegos de memoria, rompecabezas.
Realizar deportes,
paseos, visitas. Se pueden organizar las familias para turnarse y
acompañarlos.
Colaborar con las
tareas del hogar y compartir en horarios acordados y que tengan como
compensación el estar juntos, comunicarse mientras realizan las actividades
domésticas.
Redecorar el cuarto o
algún lugar de la vivienda con el apoyo de los adultos. Pueden organizar
la habitación de forma diferente, seleccionar lo que ya no utilizan y si están
en buen estado donarlos y de esta forma se estimula la solidaridad.
Ver juntos series o
películas, reflexionar sobre el contenido, los personajes, la trama, para
identificar qué opinan y sienten sobre lo planteado. Se puede estimular su
imaginación preguntándoles qué hubiesen hecho ellos en esa situación.
Participar en
actividades vacacionales que cumplan medidas de bioseguridad. Son una buena
oportunidad para que puedan recrearse y socializar con otros niños. Se
puede investigar los que están realizando las alcaldías para este período, con
costos accesibles y personal preparado.
Hay que estar atentos
con lo que sentimos, porque puede pasar que por la situación que vivimos
consideremos que no debemos estar buscando espacios para el esparcimiento
y la recreación, sin embargo estos momentos son claves para el equilibrio
personal y familiar.
La prioridad
tiene que ser mantener a los niños y adolescentes alejados de situaciones de
riesgo, el consumo de sustancias, la violencia o los accidentes en el hogar que
suelen aumentar durante este período.
29-07-21
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