Ismael Pérez Vigil 24 de julio de 2021
Lo
ocurrido en la Asamblea Anual N° 77 de Fedecámaras el 20 de julio, es motivo de
una intensa polémica −o cayapa− que no baja de intensidad. Yo me referiré a los
mensajes contenidos en los discursos de tres de los actores: la Iglesia, el
Gobierno y Fedecámaras; obviamente tomaré en cuenta sus discursos, pero también
lo que no se dice, pues en este tipo de eventos, es tan importante lo que se
dice, como lo que se calla.
El
mensaje de la Iglesia.
Aparte
de sus propias palabras −breves, profundas, trascendentes, que vale la pena
escuchar−, el vocero de la Iglesia, Monseñor Ricardo Barreto, Obispo auxiliar
de Caracas, envió dos mensajes, políticos, importantes. El primero fue la
ausencia del Cardenal Baltasar Porras; yo no puedo imaginar que compromiso
podía tener el Cardenal Porras en Mérida que fuera más importante que atender
la invitación del máximo organismo empresarial del país, en su Asamblea Anual,
a la que asistiría la Vicepresidente de la Republica. No voy a especular, ni
hacer conjeturas acerca de los motivos de Cardenal Porras para no asistir. Dejo
simplemente mi duda y extrañeza como reflexión.
El
segundo mensaje fue la lectura de la carta del Cardenal Pietro Parolin, al
Presidente de Fedecámaras. Esta carta, obviamente, no es de un Cardenal que
ocupa un cargo en la Santa Sede; representa la posición de El Vaticano, del
Papa Francisco, porque el Cardenal Parolin ejerce el cargo de Secretario de
Estado y cuando habla no lo hace en nombre propio. La carta contiene varios
puntos importantes que, en mi criterio, se resumen en dos: La necesidad de que
participe la sociedad civil como protagonista en la solución de los problemas
del país; y que esto solo será posible mediante la disposición a negociar, de
modo serio, por parte de los que tienen responsabilidades en el país.
La
verdad es que por más que leo y releo la carta −que me parece bastante formal y
anodina− no alcanzo a entender porque la misma molestó tanto a algunas personas
y de manera tan particular al gobierno y provocó tan duros comentarios y
descalificaciones por parte del presidente Maduro, quien se refirió a la misma
señalando que es “… una carta llena de veneno, de odio, de intrigas, de
cinismo, de ataques” (¡?)
El
mensaje del Gobierno.
Obviamente
el elemento que irritó y ha levantado todas las críticas en prensa y redes
sociales, fue la invitación y presencia en la Asamblea de la Vicepresidente
Ejecutiva de la República, Delcy Rodríguez. Si esto se considera un error, hay
que decir que el mismo se cometió hace un año, cuando el Directorio de
Fedecámaras fijo la política de buscar una ruta eficaz: “Por una Nación
incluyente y productiva”. En la búsqueda de esa ruta se han producido
acercamientos con el Gobierno, reuniones, invitaciones, diálogos, mesas de
trabajo, etc., que ya han sido motivo de críticas al organismo empresarial, muy
en particular los intentos fracasados de diálogo que se produjeron en el mes de
febrero de este año. Al respecto publiqué un artículo: El Diálogo de
Fedecámaras, el 13 de febrero de este año (https://bit.ly/36VUtDu),
con motivo de aquel famoso y frustrado episodio; en una época en la cual está
de moda desdecirse y recoger las palabras, yo ratifico todas y cada una de las
ideas expresadas allí, sobre Fedecámaras, el diálogo y el papel del
empresariado.
Por lo
tanto, la invitación a la Asamblea de este año a la Vicepresidente Rodríguez,
es una consecuencia de esa política del organismo empresarial y sobre la
inclusión de la Vicepresidente en la agenda caben solo dos interpretaciones: o
bien los empresarios están de acuerdo con esa política o bien el sector que la
promueve tiene mucha más fuerza que los que se oponen. No hay otra posibilidad
y de nada sirve rasgarse las vestiduras al respecto. Queda por ver si el nuevo
directorio, que asumió esta semana, continuará con esta política, la modificará
o la abandonará. Por cierto, me recomendaron que escuchara el discurso de
Carlos Fernández G., el nuevo Presidente de Fedecámaras, lo hice y se los
recomiendo a todos. (https://bit.ly/2V66iob,
a partir de 1:40:00)
Si
algunos consideran que fue un error invitar a la Vicepresidente Delcy
Rodríguez, pues implica el reconocimiento a un gobierno, que muchos no
reconocen, hay que decir −como varios ya lo están destacando− que su presencia
allí es también un reconocimiento del gobierno hacia Fedecámaras, como la
expresión y representación del empresariado venezolano, gremio e institución
que ha intentado destruir y reemplazar durante 20 años y no lo ha logrado. Esa
resistencia es sin duda, un éxito de Fedecámaras.
De
resto, las palabras de la Vicepresidente Rodríguez están en el marco de lo
esperado, no suponen ninguna novedad. Fue un discurso, en mi opinión, poco
estructurado, lo cual no quiere decir que fue improvisado o poco elaborado;
todo lo contrario, creo que cada una de sus piezas fue cuidadosamente pensada.
Contiene, eso sí, las exageraciones, calificativos y falsificaciones de la
realidad que se podían esperar y a los que ya nos tienen acostumbrados.
Yo no
voy a contribuir a destacar nada de su discurso, quienes lo deseen lo pueden
ver completo en el siguiente vinculo: https://bit.ly/2W73Tdb,
(a partir del minuto 1:57:44); pero en todo caso, no cabe la menor duda que la
Vicepresidente Delcy Rodríguez supo sacar partido a su presencia en la Asamblea
de los empresarios.
El
mensaje de Fedecámaras.
Lo
siento, pero lo menos que se puede decir del discurso de Ricardo Cussano,
presidente saliente de Fedecámaras, es que fue desafortunado, en la forma y en
el fondo. Que un “bajón de luz” le haya impedido terminar su discurso, no creo
que sea una excusa suficiente para la ocasión de que se trataba, su despedida
como presidente de la institución empresarial del país, que hasta el propio
régimen ya ha reconocido. Ciertamente fue un discurso inconexo, difícil de
seguir. Cuesta reconocerlo en comparación con su discurso en la Asamblea pasada
de Fedecámaras, la N° 76, de agosto de 2020.
Lo de
menos es que Cussano haya dicho que se opone a las sanciones internacionales,
pues es algo que −como él mismo señaló− ya lo había dicho el año pasado; y,
además, esa es una posición −la de oponerse a las sanciones internacionales,
excepto a las personales, como el aclararía posteriormente− que es compartida
por muchos empresarios y políticos en el país. Tampoco creo que sea criticable
que haya señalado que está en favor de participar en el proceso electoral del
mes de noviembre, pues igualmente hay muchas personas que favorecen esa
posición y es un tema que aún está por definirse en la propia oposición; de
manera que cualquiera puede argumentar su posición al respecto, por lo menos
hasta que se defina una posición unitaria.
Omito
referirme a sus alusiones a la importancia que él le da al reconocimiento o no
de la comunidad internacional o a lo de poner en pie de igualdad, porcentual, a
los que estamos por uno u otro modelo de país; los atribuyo a comentarios
desafortunados, dentro de un discurso poco elaborado o elaborado
apresuradamente.
Más
lamentable es que su discurso careció de contenido, de orientación específica,
de planteamientos y propuestas. Creo que se quedó en señalamientos generales e
insustanciales. Pero, en todo caso, el principal problema del discurso de
Cussano el 20 de julio de 2021, fue que desaprovechó la presencia de la
Vicepresidente de la Republica, para fijar la posición del empresariado en
algunos puntos importantes, cruciales, para la institución y el país. Esa
oportunidad, por lo menos él, no la volverá a tener.
Pero,
como ya dije, en este tipo de eventos, es tan importante lo que se dice −en
este caso el líder−, como lo que se calla. El expresidente Ricardo Cussano, en
su discurso final en la organización que presidió durante dos años, en
presencia de la Vicepresidente de un gobierno que ha agredido severamente al
sector empresarial y que no participaba en un evento de Fedecámaras desde hace
20 años, perdió la oportunidad de decir lo siguiente:
– “Venezuela
agoniza… Ya no es suficiente decir que está en crisis. … No fue
suficiente el petróleo, el rentismo, la redistribución de beneficios que solo
terminaron socavando todas las capacidades para invertir, para producir… para
convivir.”
– “No
tenemos instituciones ni referentes… ante la ausencia de propuestas y
conducción política … El modelo de socialismo del siglo XXI desapareció casi
400.000 empresas. El afán controlador, la política expropiatoria y el exceso de
burocracia y regulaciones levantaron enormes barreras a la producción…
(completado con)…la colosal caída de la producción petrolera.”
– “de
ser un país puntal en Latinoamérica…(hemos pasado) a ser hoy la economía más
pequeña…con cerca de un 80% de venezolanos en pobreza extrema que no pueden cubrir
la canasta alimentaria…. El salario mínimo… (es) inferior a los 1,25 dólares
diarios fijados en la Agenda 2030 de las Naciones Unidas… El 74% de los hogares
vive en inseguridad alimentaria de moderada a severa y el consumo proteico
promedio sólo llega al 34%…”
–
“Todo esto ha ocurrido a la vista de un Estado desmantelado, incapaz de
planificar ni aplicar un esquema ordenado de decisiones coherentes en política
económica… (No hay)…un ambiente propicio a la inversión del sector privado, con
políticas públicas coherentes y visión a largo plazo que respete la libre
iniciativa y la propiedad privada…
–
“Deben abrirse los espacios para los acuerdos políticos, donde cada actor pueda
asumir el rol que le corresponde… privilegiar al país por encima de ideologías
o intereses partidistas, garantizar una gestión pública eficiente con rendición
de cuentas, sin corrupción, y con el objetivo superior de satisfacer las
necesidades ciudadanas”.
– “No
compartimos el modelo centralista ni rentista que trajo este desastre a nuestra
puerta. Pero, tampoco queremos un modelo que limite nuestras libertades
políticas, económicas y sociales en función de la centralización del poder y el
control de la sociedad, nos negamos a transitar hacia un modelo como el chino o
vietnamita…Sugerimos un modelo propio… Un modelo de desarrollo sustentable, con
democracia, progreso y justicia social.”
– “El
único proyecto político que apoyamos en Fedecámaras es el que respeta los
derechos humanos y constitucionales que enarbolan la vida, el acceso a la
salud, la educación, la alimentación, el respeto a la propiedad privada y la
libre iniciativa, el derecho al voto; en fin, libertades plenas en lo político,
económico y social.”
– “La
sociedad que queremos no es compatible con la existencia de persecución y
represión, con la permanencia de presos de conciencia o con el desmantelamiento
de los partidos políticos.”
Todo
lo presentado en el párrafo anterior está tomado, textualmente, del discurso de
Ricardo Cussano ante la Asamblea N° 76 de Fedecámaras de agosto de 2020. No
obstante, Fedecámaras −una institución democrática con 77 años de existencia,
22 de los cuales los ha vivido bajo el asedio y la amenaza de un régimen que ha
tratado de eliminarla−, sobrevivirá a cualquier desafortunado discurso.
Ismael
Pérez Vigil
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