Por Mercedes Malavé González
El título viene a
cuento por la idea que, al margen de su excelente discurso, expresó el nuevo
presidente de Fedecámaras, Carlos Fernández, al decir que le hubiese encantado
ser profesor de Filosofía para partir de cero supuestos y llegar a la verdad;
sin embargo, le tocó ser empresario y debe vivir pegado a la realidad.
En efecto, asumir la
realidad, conocerla y reconocerla, supone enormes desafíos y grandes
desprendimientos, tanto para empresarios como para filósofos. Se cuenta de
Hegel que frente a uno que le increpó con el argumento «muy bien su teoría pero
no concuerda con la realidad», la respuesta del padre del idealismo filosófico
fue «pues lo lamento por la realidad».
Filósofos, políticos,
científicos y artistas; jóvenes y ancianos, hombres y mujeres de las más
diversas corrientes de pensamiento y de acción tenemos en común la búsqueda de
la verdad.
Incluso quienes niegan
su existencia o su capacidad de conocerla, la afirman irremediablemente. Por
eso, la respuesta, quizás más honesta, sea justamente la de Hegel: exista o no
la realidad, me tiene sin cuidado.
Se estrena una nueva
directiva de Fedecámaras en medio de enormes desafíos políticos y económicos.
Las opciones parecen ser esas mismas que nos vienen del debate filosófico:
abrazarnos a la realidad de lo que el país es hoy o seguir actuando al margen
de ella esperando que, en algún momento, salgan del hermetismo o inmanencia
imaginativa e impacten en la realidad. Esto ha ocurrido en otras latitudes con
terribles consecuencias para pueblos y naciones: utopías, idealismos, delirios
de grandeza, nacionalismos exacerbados han sido la causa de las peores y más
destructivas ideologías políticas.
Pero la realidad no es
algo superficial, fácilmente captable por los sentidos. El conocimiento humano
incluye una serie de adecuaciones que van desde la percepción sensorial hasta
el razonamiento. Cada paso en el conocimiento supone una captación más
profunda, más penetrante, más real de las cosas. La superficialidad, el
sentimentalismo, los prejuicios, los lugares comunes, la falta de lógica y de
autocrítica no son buenos compañeros del conocimiento precisamente porque se
cierran, en algún momento del proceso cognitivo, a la verdad.
En el acto de
instalación de la 77ma Asamblea Anual de Fedecámaras escuchamos discursos
abiertos y discursos cerrados a la verdad. No deja de impactar, por ejemplo, la
clausura de representantes del gobierno, como Delcy Rodríguez, que no
entienden, no captan o no quieren ver señales de los nuevos tiempos que vive
Venezuela, y que sus empresarios no son una excepción.
Permanecen anclados en un pasado que solo ellos intentan resucitar de forma retórica, ignorando el entorno, fecha y lugar que los circunda, y sin querer percatarse de que ni en la memoria común ni en la voluntad política hay intenciones de revivir lo ocurrido siquiera hace tres años.
Volviendo a las
palabras de Carlos Fernández, pienso que todos nos sentimos interpelados en
algún momento de su discurso, por esa búsqueda de la verdad de manera seria,
abierta, profunda. La necesidad de compartir la realidad de que hoy vivimos en
una nación sin rumbo ni destino; que lo que ocurre en Venezuela es una auténtica
tragedia nacional, y que la única forma de incidir en esta grave coyuntura es
abrazarnos al realismo, aunque duela, para comenzar a plantear y ejecutar
soluciones. Por eso, al nuevo presidente del gremio empresarial y a todo el
equipo que lo acompaña les deseo el mayor éxito posible.
Mercedes Malavé es político.
Doctora en Comunicación Institucional (UCAB/PUSC) y profesora en la UMA.
26-07-21
https://talcualdigital.com/el-realismo-de-fedecamaras-por-mercedes-malave-gonzalez/
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