Beltrán Vallejo 19 de julio de 2021
Hay
acciones de la tiranía madurista que escapan a la sindéresis y al razonamiento
político más básico. Por ellas se dice que el régimen de Maduro no es una
dictadura convencional, porque no entran en el ámbito de la política sino de la
truculencia más macabra cuyos efectos nocivos caen sobre los millones de
venezolanos de adentro y de afuera del país.
Digo
esto porque cómo se explica que a estos desalmados de Maduro se les haya
ocurrido ejecutar una razia represiva en plenos instantes de encontrarse
en el país una comisión de la Unión Europea, en tareas de evaluar técnicamente
las condiciones para que dicho organismo internacional pueda estar presente en
las próximas elecciones regionales; pero considerando que lo que se está
convocando tenga antecedentes de garantías democráticas y de voluntad política
de realizar unos comicios con el aval del cumplimiento pleno de los derechos
políticos de los venezolanos.
Pues,
vean que el régimen lo que le presentó a los europeos fue su brutalidad, al
capturar a un Freddy Guevara que salió de la embajada de Chile para realizar
tareas de negociación con la tiranía, para que la oposición más vertical
participe en esas elecciones; y no contentos con eso —y reitero que lo hace en
presencia de esa comisión— hasta se llegaron a la residencia de Guaidó donde
hicieron un «amague» de detenerlo.
Recalco
que fueron tan obscenos e impúdicos en su talante represivo que no le «pararon
pelota» a la presencia de la Unión Europea en el país, ni consideraron el hecho
de que también se estaba anunciando la suavización de algunas sanciones, que
tienen que ver con la norma emitida por el Departamento del Tesoro de
Estados Unidos donde se autoriza a las compañías no estadounidenses a exportar
gas licuado de petróleo a Venezuela sin arriesgarse a ser sancionadas, viéndose
esto, entonces, como un gesto humanitario.
Y esta
insensatez no es la primera que cometen cuando tenemos «visitas» de actores
internacionales cuya presencia obliga, así sea por prudencia, a que Maduro no
presente su cara más feroz como tiranía para así no caer del todo en el
aislamiento y la condena internacional.
Así
pasó cuando, dos días después de la visita de Michelle Bachelet a Venezuela en
el año 2019, muere el capitán Rafael Acosta Arévalo en custodia de las fuerzas
de seguridad y con evidentes signos de tortura.
Y lo
mismo ocurrió cuando en el 2018 el concejal Fernando Albán fue lanzado desde el
décimo piso del edificio del Sebin en Plaza Venezuela, y lo hicieron estando en
el país el senador de Estados Unidos Bob Corker, quien presidía la Comisión de
Asuntos Exteriores de la Cámara Alta del Congreso norteamericano y que en aquel
momento venía de reunirse con varios sectores, incluyendo la gente de Maduro y
con la red de parlamentarios estadunidenses y venezolanos del denominado Grupo
de Boston, considerada una oportunidad perdida para mejorar las relaciones
entre Washington y Caracas. Imaginamos cómo quedó ese gringo de contrariado en
sus esfuerzos de negociación con esa brutalidad cometida ante sus propias
narices.
¿Qué
pasa con estas barbaridades? ¿Es que a Maduro le importa un pito la comunidad
internacional? ¿Le importa un pito que le impongan más aislamiento y más
sanciones? y que, como se sabe, es la manera como Occidente castiga a los
gamberros del mundo como él, como Putin y Díaz-Canel, como los mandarines de la
China totalitaria y como los iraníes
Lo
malo es que estas tropelías del irresponsable de Miraflores las pago yo y las
paga usted que me lee.
Beltrán
Vallejo
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