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martes, 29 de marzo de 2022

La política de la posverdad, por @polis360


Piero Trepiccione 28 de marzo de 2022

@polis360

Semanas atrás, el estadio la Corregidora de México fue el escenario de una violencia que escaló entre los hinchas del Querétaro y Atlas. Pasión y fanatismo puro y simple que no razona con lógica alguna, sino que se deja llevar al límite. Este episodio es solo uno de tantas experiencias, unas más trágicas que otras, principalmente en el fútbol pero también en otras disciplinas deportivas que han enlutado a cientos de hogares.

Esa combinación explosiva que se da entre pasión y fanatismo genera consecuencias terribles porque “des-individualiza” a la persona, lo desconecta de su propia consciencia y lo transporta a un mundo de instintos salvajes cuya conducta añadida se vuelve colectiva. Allí no hay razonamiento ni análisis. Es la nada hecha furia. Imagínense extrapolar esta combinación hacia el mundo de la política.



Allí entra la construcción de posverdades, cuyo objetivo principal es el de desnaturalizar a la persona, al individuo, al ser humano, para que no razone, indague o certifique una afirmación. Para que se convierta en fanático, en lugar de militante de un partido, un movimiento o una ideología, sino que se aferre al híper liderazgo sin ningún tipo de reserva. Así es como se fortalece el autoritarismo y se debilitan las instituciones cada día diezmando a las democracias por todo el mundo. Sobre esto hay que leer con mucha atención el nuevo libro de Moisés Naím, La revancha de los poderosos, una guía metodológica, sin duda, que nos permite apreciar en su justa dimensión, la reaparición de este fenómeno de enorme peligro para la convivencia pacífica y digna, resultante de los avances en nuestros estadios civilizados que hoy muestran un retroceso de décadas.

La posverdad se ha convertido junto a la utilización del populismo y la polarización, en la herramienta predilecta para fortalecer a los autócratas de nuevo cuño que persiguen mantener el poder volándose los contrapesos constitucionales y legales.

Sembrar posverdades es uno de los elementos clave para controlar las emociones y convertir en pasión irreflexiva los apoyos necesarios para desbaratar cualquier intento por consensuar procesos. Esto lleva a la destrucción de la sana convivencia democrática.

La posverdad es un relato que persigue que obliteremos nuestros pensamientos; que nos intoxica de una realidad paralela totalmente ajena a la verdad científica; que nos impulsa a desatar nuestra pasión para respaldar a una persona por encima de todo sin que medie ningún tipo de razonamiento lógico. Nos conmina a burlarnos de las ciencias, del conocimiento estructurado en una especie de revolución cultural al mejor estilo del fallecido Mao Zedong que acabó con la vida de millones de personas y que ello, adicionalmente, nos parezca “normal” y “aceptable”.

La utilización de las posverdades en el mundo de la política lleva a convertirnos en eunucos del pensamiento, para simplemente ser una horda. Imagínense los peligros que esto puede conllevar en el deterioro creciente en el funcionamiento de las democracias alrededor del mundo que ya, un cada vez mayor número de personas, la consideran como algo “pasado de moda” e incapaz de resolver los grandes males de la humanidad. La posverdad nos hace justificar locuras de una manera sonriente y complaciente.

Piero Trepiccione

@polis360

  

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