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miércoles, 30 de marzo de 2022

Jorge Rodríguez: una guerra sin arte, y el viraje del pueblo exchavista en torno al liderazgo de Juan Guaidó, por @Jufraga12


Juan Francisco García Escalona 29 de marzo de 2022

@Jufraga12

El error emerge en la desesperación

Sun Tzu, o maestro Sun, fue un general chino que escribió El arte de la guerra probablemente en el año 320 a.C; la obra en realidad es un tratado sobre estrategias y prácticas militares, que obliga a evaluar la naturaleza de los conflictos y así mismo estudiar las alternativas para sus posibles soluciones, desde un punto elevado del conocimiento y la sabiduría.

Ha sido un texto de obligatorio estudio en las escuelas de formación política del PSUV, generando condiciones para que sus dirigentes adquieran suficientes habilidades, para estar por encima de las estrategias empleadas en los núcleos opositores, el arte de la guerra exige elevadas destrezas hacia el engaño. “Cuando eres capaz de atacar, ha de aparentar incapacidad, cuando las tropas se mueven, aparentar inamovilidad. Si estás cerca del enemigo, hazle creer que estás lejos; si estás lejos, aparenta que estñas cerca” es un juego de percepciones para confundir al adversario.

Se dice que es un arte, porque cuando se traba un conflicto de intereses bélico, económico, político, social, inmediatamente el arte reacciona y se transforma en un espejo de realidades, siendo las capacidades que se demuestren en el ejercicio de las estrategias un verdadero arte a la hora de generar las tácticas a emplear para conquistar las soluciones.

Toda la carga de la estrategia política del régimen de Nicolás Maduro ha recaído en el psiquiatra Jorge Rodríguez, con puntos de acuerdos  en los demás factores circundantes al poder, la invasión de Rusia a Ucrania les ha generado posibilidades de acuerdos políticos con el principal adversario en planos geopolíticos y de visión de modelos de desarrollo, Estados Unidos, un acercamiento de alto nivel con voceros calificados de la Casa Blanca ha de suponer condicionamientos políticos para ejecutar algunas acciones inmediatas que flexibilicen las tantas sanciones impuestas a la dictadura Venezolana, teniendo como eje transversal, la posibilidad de que empresas petroleras estadounidenses y sus socias de la India realicen importantes inversiones con la estatal petrolera Pdvsa, que sin dudas reflotarán la economía del país.

El régimen obligatoriamente deberá procurar avances políticos en torno a los conflictos existentes, producidos por la ausencia de democracia en la nación, sabe muy bien que debe atender la escandalosa situación de los presos políticos, civiles y militares, que palpita aceleradamente en el contexto internacional, un paso agigantado ha sido la liberación de los dos ciudadanos estadounidenses privados ilegítimamente de libertad, que a juicio de Washington no tuvieron oportunidad de un juicio justo, debido a la delicada situación judicial de Venezuela.

Sin embargo, estas acciones no son suficientes, sobre Venezuela recaen profundas dudas y la perturbación de criterios con relación a la flexibilización de las sanciones, posee demasiadas observaciones, y los enemigos de estos acercamientos no han dudado en exteriorizar su negatividad, por cuanto el desempeño de la dictadura ha sido cruel entorno a los dirigentes políticos opositores y la exacerbada crisis social de 7 millones de migrantes, que es un tema álgido en el debate de la región.

Para algunos analistas políticos, esta coyuntura es solo un éxito para el madurismo imperante, sin embargo mirar en una sola dirección es absolutamente incorrecto e inadecuado, la aparente normalidad que intentan imponer en el país, esconde grandes inconformidades y desacuerdos en la aplicación de sus estrategias políticas, a pesar de las innegables oportunidades que abren brechas, también es innegable la necesidad de un cambio vertiginoso de posiciones, seguramente impulsadas por el aislamiento político y económico del Kremlin, donde las sanciones también sacuden Caracas.

Un alienado Jorge Rodríguez, con aparente calma y siempre revestido de un profundo cinismo, intentó relacionar a Juan Guaidó con el narcotráfico, maniobra repetida en el guion de presentar a todos los factores de oposición como promotores de la violencia, esta estrategia fue desmentida incluso por medios y periodistas críticos del interinato y su desempeño. El silencio de todo el régimen con respecto a este tema se ha hecho de un largo silencio que parece eterno, lo único que lograron despertar es mayor reconocimiento sobre la figura de Juan Guaidó, y una clara determinación del régimen de invalidarlo ante la mesa de negociaciones, promoviendo su descrédito con acciones bajas, sin sustento alguno, poniendo una vez más de relieve la estrategia de construir una oposición a su medida a través de la cooptación de dirigentes “opositores” para que actúen en la justa dimensión de los intereses de la tiranía. La embestida del régimen obedece claramente a la frustración que significa la figura del líder opositor, a quien venden como fracasado por no deponer a Nicolás Maduro del poder, pero que a su vez es imposible de soslayar la realidad; es el régimen con todo su poder internacional e interno a la vez el que de ninguna forma ha logrado disminuir su figura, por el contrario con estas estrategias sin calibrar, han generado un repunte importante, porque el régimen solo ataca a quien representa una amenaza, denotando que la fuerza de Juan Guiadó se diferencia de la conducta de los demás “líderes” de partidos de oposición.

El plurichavismo que ahora se planta junto a Juan Guaidó

El término de plurichavismo le pertenece al también psiquiatra Walter Boza, a quien buena parte de la población y exdirigentes del chavismo identifican como el bueno, conociendo las características del otro psiquiatra que se esfuerza por manipular la realidad de la sociedad venezolana.

Boza posee una narrativa interesante acerca del chavismo de hoy, en el que algunos siguen teniendo ciertos afectos a Hugo Chávez, la mayoría social constituida por clases populares lo asume como un error histórico, y todos en conjunto lo diferencian de Nicolás Maduro, por cuanto consideran que el madurismo es una negación del principio básico del chavismo, es todo lo contrario a los planteamientos de Chávez, que también resultaron en un engaño, y sin exculparlo y sin evadir responsabilidades a todos los niveles, se asumen en la necesidad de luchar por la democracia del país, partiendo del aumento de la pobreza extrema del modelo del chavismo madurismo, las desapariciones forzadas en las barridas por parte del aparato represivo y la angustiosa diáspora que hacen de todo esto una situación angustiantemente anormal.

Ahora bien, la historia nos dicta que existen en el país muchas razones y grandes vestigios por los cuales el ciudadano común se motivoó a ser chavista, muy pocas seguramente de corte ideológico, algunas quizás por la identificación de un líder nítido que condujera al país, y otras tantas por las debilidades insuperables por mucho tiempo del grupo opositor y sus extremas imposibilidades de cohesionar un liderazgo y una propuesta para la reconciliación nacional.

Aquí es donde se desata el nudo grueso e interminable, que impedía que fuerzas sociales provenientes del chavismo se sumaran a la estrategia política para unificar al país, la duda sobre los partidos opositores y su dirigencia de complicidades con los opresores ha sido un obstáculo duro de superar. El pueblo llano en sus distintas expresiones valora este hecho como la peor carga que se ha tenido que soportar.

El liderazgo de Juan Guaidó sin dudas es digerible por todos quienes en distintas oportunidades y por diferentes motivos apoyaron al chavismo, no es un dirigente que responda a las élites tradicionales opositoras, posee rasgos que lo diferencian y lo acercan a los sectores populares, su acción mesurada, respetuosa, pero a la vez contenida de arrojo lo constituyen en un río que poco a poco aumenta su caudal, para transformarse en un vendaval de oportunidades, desde hace mucho esperadas para la construcción de la Venezuela de todos.

El madurismo no es hoy ninguna fuerza social, se encuentra fragmentado, confrontado en sí mismo y sin respaldo popular, grandes oportunidades se han de presentar para que Venezuela viva una floreciente primavera, que sin duda la antecede el despojo del poder al régimen de Nicolás Maduro, toda su marcha es incierta, por ello la respuesta opositora debe ser robusta e inteligente, en torno a un liderazgo que es pertinente. No es posible en esta fase continuar colocando piedras en el camino, la propuesta de elecciones presidenciales y parlamentarias está en el centro del debate, capaz de romper como un rayo para ahuyentar toda esta tragedia que se ha cernido sobre el país, de allí la necesidad de presentarse en una sola y nítida fuerza.

El liderazgo de Juan Guaidó es el único realmente unificador, por ello todos debemos asumirlo sin ningún complejo, la gesta histórica es salvar a Venezuela.

Juan Francisco García Escalona

@Jufraga12

  

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