Opus Dei 31 de diciembre de 2022
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Comentario de la Solemnidad de Santa
María, Madre de Dios. “María guardaba todas estas cosas ponderándolas en su
corazón”. María es Madre de Dios porque escucha con un corazón atento y
transforma la Palabra en vida divina.
Evangelio
(Lc 2,16-21)
Y
fueron presurosos y encontraron a María y a José y al niño reclinado en el
pesebre. Al verlo, reconocieron las cosas que les habían sido anunciadas sobre
este niño.
Y
todos los que lo oyeron se maravillaron de cuanto los pastores les habían
dicho. María guardaba todas estas cosas ponderándolas en su corazón.
Y los
pastores regresaron, glorificando y alabando a Dios por todo lo que habían oído
y visto, según les fue dicho.
Cuando
se cumplieron los ocho días para circuncidarle, le pusieron por nombre Jesús,
como le había llamado el ángel antes de que fuera concebido en el seno materno.
Comentario
Ser
madre siempre es un plan de Dios. Pero ser la Madre de Dios estaba pensado solo
para una mujer en la historia, María de Nazaret.
El
evangelio de hoy nos revela algo sobre el misterio de la maternidad divina de
María. No sabemos cómo Jesús fue concebido materialmente, como actuó el
Espíritu Santo, pero sabemos cómo Jesús entendía lo que suponía ser su Madre:
“Quien hace la voluntad de Dios, ése es mi hermano y mi hermana y mi madre” (Mc
3,35). Así el Hijo de Dios aclara que María es su Madre más por ser dócil al
querer de Dios que por todas las tareas naturales de una madre.
Y ¿qué
hace quien hace la voluntad de Dios? En los acontecimientos de la Navidad
muchos oyen palabras divinas, como los pastores el anuncio de los ángeles o
Zacarías la predicción de Gabriel, pero María hace algo más, ella “guarda todas
estas cosas y las pondera en su corazón”. Se trata de una actitud que
encontramos otras veces en María (cf. Lc 2,51).
Algunos
artistas representan la escena de la anunciación como la Palabra de Dios que
entra en el oído de María. Durante siglos en la antigüedad y la Edad Media tuvo
especial difusión la creencia que la Virgen habría concebido a Jesucristo por
el oído.
Esta
actitud específica de nuestra Madre nos invita a renovar el deseo, al principio
de un nuevo año, de acercarnos a la Palabra como algo que genera vida divina en
nosotros y a nuestro alrededor. A veces será una frase de una lectura de la
Misa, otras veces un salmo o un versículo del Evangelio leído antes de ir a la
cama.
Una
vez, a una mujer que escuchaba a Jesus le brotó del corazón una alabanza al
vientre que le había llevado, pero el Maestro había replicado: “Bienaventurados
más bien los que escuchan la palabra de Dios y la guardan” (Lc 11,28).
Si
intentamos escuchar con atención lo que Dios nos dice y lo ponemos por obra,
nos llenaremos de maravilla como los pastores y toda nuestra vida será para la
gloria de Dios.
Tomado
de: https://opusdei.org/es-ve/gospel/
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