SOLEDAD MORILLO BELLOSO 17 de marzo de 2023
@solmorillob
La verdadera democracia no reverencia al
poder, no rinde pleitesía. Al contrario, le exige a quienes llegan a posiciones
de poder un decir y un hacer caracterizados por tres virtudes: la dignidad, el
respeto y la sobriedad
Es
claro que hay muchos aspirantes a la presidencia. Algo magnético tiene la silla
de Miraflores, algo que es como el canto de las sirenas.
Si
todos esos aspirantes tienen derecho legal y moral, ah, eso es otro asunto para
nada fácil de dilucidar.
En Venezuela no existen los perfectos. De hecho, no existen en el planeta Quizás porque no existe la perfección. Lo que sí puede y debe haber en este pedacito de tierra que pomposamente llamamos país es mejoría, progreso, evolución, que son precisamente las tres cosas que Venezuela no ha tenido en todos estos años de experimento revolucionario.
Aquí
todos, sin excepción, cojeamos, de alguna de nuestras (cuatro) patas. En el terreno
político no es diferente. Y como en muchas otras profesiones, los políticos (y
los antipolíticos) tienen varios pecados o defectos de fábrica: el egotismo, la
ambición desmedida, la incapacidad para el compromiso, la miopía mental, el
inmediatismo. Eso sin pasearnos por la codicia y la falsedad.
Políticos
hay muchos en Venezuela. Hay de todo tipo, color y sabor. Buenos, mediocres,
habla paja, mentirosos, capacitados, incompetentes, sabiondos, cobardes,
valientes, inteligentes, ignorantes. En fin, para todos los gustos. De lo que
hay poco, muy poco, es estadistas.
Desde
que tengo memoria, el discurso inaugural de los presidentes se ha basado en que
reciben la presidencia de un país en severa crisis. Tanto decirlo se convirtió
en realidad. Ahora sí Venezuela está destrozada, ahora sí está quebrada, ahora
sí tenemos gravísimos problemas de toda índole, ahora sí llegó la hora del
crujir.
Es
obvio que una democracia a medias, o un disfraz de democracia, no son la
solución. Es también obvio que modelos no democráticos no resuelven los
problemas en un país que de joven y pobre Capitanía General pasó a república
emancipada sin comprender a cabalidad qué significaba eso.
La
democracia es muy exigente. Demanda hombres y mujeres que entiendan que el
estado y el gobierno no son su coto de caza privada. Pero también la democracia
exige una ciudadanía en ejercicio, no contemplativa. Por supuesto que hay
palabras que ya suenan a tópicos. Estos años dejaron su reguero de pólvora, de
burlas, de rejas, de aniquilación. La destrucción también llegó al lenguaje. Y
si alguien cree que las formas no importan, yerra.
La
verdadera democracia no reverencia al poder, no rinde pleitesía. Al contrario,
le exige a quienes llegan a posiciones de poder un decir y un hacer caracterizados
por tres virtudes: la dignidad, el respeto y la sobriedad. La democracia no
fomenta ni premia la desigualdad de oportunidades. Los países democráticos que
realmente funcionan son aquellos en los que hay apenas un puñado de ricos (que
invierten), una enorme clase media (creativa, trabajadora, poderosa) y un
porcentaje pequeño de pobres. Esa clase de países trabajan mucho, no viven de
las rentas y en ellos los servicios funcionan. En esos países, la ciudadanía
(que no es lo mismo que la sociedad) está atenta, muy atenta al comportamiento
y actos de los personeros de estado y gobierno.
Tenemos
una democracia fantoche. Muy inculta, muy chabacana, muy carente de principios
y valores y, para peor, dirigida por gente que enterró el espejo, botó el
largavistas y se baña todos los días en una piscina de protuberantes placeres
que comparten en las redes, para restregarnos en la cara su "éxito".
Hay
muchos aspirantes a la candidatura de oposición. Algunos ya han expresado su
deseo de participar en las primarias; otros, supongo, están esperando que algún
iluminado encuestólogo le dé la señal de partida. Bien. Es importante el
proceso, pero también el propósito y el fin. Es un viaje con destino, no un
pedestre, ejercicio de popularidad transitoria.
Eso lo
debemos tener claro. Tiene que haber reglas y compromisos públicos. Y dejar de
decir que esto es una "fiesta de la democracia". La democracia no es
una fiesta.
SOLEDAD
MORILLO BELLOSO
@solmorillob
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