ALEJANDRO ARMAS 17 de julio de 2023
@AAAD25
“Pienso que el público interesado en votar
por la oposición en 2024 solo apoyará a un candidato unitario cualquiera,
aunque sea tapándose la nariz, si el mismo se midió en la Primaria y demostró
en buena lid contar con más apoyo. Al margen de la cuestión esencial de una
estrategia de movilización ciudadana para elecciones no democráticas, habrá que
desearle lo mejor a la Comisión Nacional de Primaria en su ejecución. En los
próximos tres meses veremos si tiene con qué”.
Como señalé en una de las últimas emisiones de esta columna, la falta de acuerdos que desde un principio debió haber en la dirigencia opositora sobre cómo escoger a un candidato unitario para las elecciones presidenciales constituye una de las mayores fuentes de animosidad entre facciones, que a su vez impide el desarrollo de la estrategia común necesaria para afrontar estos comicios en un contexto autoritario. Desde entonces, varios hechos han precipitado un “cuasi consenso” sobre la Primaria sin asistencia técnica del Consejo Nacional Electoral (CNE). Principalmente, la implosión del CNE negociado por el chavismo y la oposición pro sistema hace dos años. Es una buena señal que casi todos los actores políticos importantes estén de acuerdo con la decisión de la Comisión Nacional de Primaria (CNP).
Sin
embargo, aún quedan algunos focos de resistencia al acuerdo. El más notable es
el de Un Nuevo Tiempo, con su inscripción ad hoc de un militante cualquiera que
le guarde la silla a Manuel Rosales mientras el partido decide si se
anota en definitiva o no. Primero Justicia, con Henrique Capriles a
la cabeza, al parecer irá por la misma vía que sus rivales. Pero las
reticencias que la tolda amarilla manifestó y la inscripción a última hora de
su abanderado dan para pensar que serían los primeros en abandonar la nave ante
algún obstáculo considerable.
Entonces,
¿las inquietudes de este sector sobre una Primaria sin el CNE, que hasta cierto
punto compartí por esta vía, dejaron de ser legítimas? No realmente. Lo que
pasa es que las nuevas circunstancias obligan a proceder por el
camino que la comisión organizadora seleccionó, incluso a sabiendas de los
desafíos que supone llevar a cabo una elección de esa magnitud con los recursos
monetarios y técnicos limitados con los que la oposición cuenta. Yo no seré
quien augure el éxito de la Primaria. No descarto que haya fallas severas en
octubre. Pero los involucrados tendrán que intentarlo.
“Que
sean los ciudadanos quienes escojan al retador del chavismo”
En
primer lugar, si había argumentos válidos a favor de una Primaria asistida por
el CNE, el chavismo se encargó de dinamitarlos. La comprensiblemente poca
confianza que pudo haber en el ente como actor en los comicios opositores desapareció,
ahora que su futuro es totalmente incierto. Si una institución no es estable,
no se puede confiar en ella. Esa es la consecuencia de la renuncia forzosa de
los cinco rectores del CNE, que en términos prácticos es una destitución
ordenada por la elite chavista. La oposición pro sistema puede deshacerse en
quejidos sobre los “radicales que pisan peines” todo lo que quiera, pero fue el
chavismo el que torpedeó su proyecto bandera del “mejor CNE de la historia”. Si
quieren reclamar a alguien, que sea al responsable.
Una
alternativa hipotética es olvidarse de la Primaria y escoger un candidato
unitario por consenso. Efectivamente, quienes se inclinan por esa opción
aprovecharon el caos en el CNE y la desorientación en la que momentáneamente
dejó a la dirigencia opositora y a la Comisión para insistir en que es la mejor
vía. A primera vista es tentadora porque libera a la oposición de un esfuerzo
pantagruélico con logística harto complicada. Pero en mi opinión el consenso
tiene sus propios peligros, mucho más grandes que los de una Primaria sin los
recursos del Estado.
Después
de todo, tendría sentido si hubiera un candidato que claramente goce de un
respaldo mayoritario y muy superior al de todos los demás. Pero más bien estamos
en medio de una crisis de representatividad terrible, por la cual todos los
dirigentes opositores solo cuentan con bases de apoyo pequeñas cada uno. Ese ha
sido el patrón en las encuestas. Por ejemplo, en febrero la firma Datincorp tenía
a María Corina Machado a la cabeza, pero con solo 25% de intención de
voto, seguida por Benjamín Rausseo (17%), Manuel Rosales (16%),
y Henrique Capriles (12%).
Algunos
sondeos más recientes le dan a Machado una ventaja mucho mayor. Poder y
Estrategia el mes pasado estimó que la intención de voto por
ella en la Primaria es de 57%, para un margen de 37 puntos por encima de un
Rausseo que iría de segundo (y que, ahora sabemos, no participará en las
elecciones internas). Pero incluso si otros estudios de opinión confirman tal
tendencia, creo que es muy arriesgado decidir sobre la base de unas mediciones
por definición limitadas algo tan transcendental. Ninguna encuesta de
intención de voto puede reemplazar al voto en sí mismo. Además, quien en todo
caso más se acercaría al apoyo mayoritario es Machado. Justamente alguien que
rechaza el consenso e insiste en la Primaria.
Y no
es solo que el respaldo a cada precandidato es insuficiente numéricamente. Hay
que agregar que el recelo y la tensión entre facciones son tristemente bastante
profundos. Entonces, la designación por consenso pudiera hacer que los
simpatizantes de un partido sientan que “les impusieron” un candidato que
detestan y que, a su juicio, hubiera perdido la Primaria. Que la decisión la
tome una suerte de conciliábulo de sabios sin identificación partidista alguna
tampoco me parece apropiado. Semejante ejercicio de “reyes filósofos” à la
Platón no remediaría la crisis de representatividad. El ciudadano común no
tiene por qué sentirse identificado con un miembro de la elite intelectual del
que tal vez nunca ha oído hablar en su vida, por prestigioso que este sea en
cenáculos académicos. La alienación sería la misma. Irónicamente, algunos de
los que más expresan preferencia por el consenso son quienes más reafirman que
siempre se debe votar sin importar las condiciones, pues el sufragio es
“la única herramienta de los demócratas” y lo demás es “antipolítica”. Resulta
cuanto menos irónico que se opongan con tanto tesón a que sean los
ciudadanos quienes escojan al retador del chavismo.
Pienso
que el público interesado en votar por la oposición en 2024 solo apoyará a un
candidato unitario cualquiera, aunque sea tapándose la nariz, si el mismo se
midió en la Primaria y demostró en buena lid contar con más apoyo. Será mucho
más difícil racionalizar y justificar el rechazo a votar por un aspirante si
este ya derrotó al predilecto del votante en un proceso acordado por todos los
contendientes. En conclusión, al margen de la cuestión esencial de una
estrategia de movilización ciudadana para elecciones no democráticas (mi
cantinela de siempre, a la que le di un descanso para atender otras
circunstancias), habrá que desearle lo mejor a la Comisión Nacional de Primaria
en su ejecución. En los próximos tres meses veremos si tiene con qué.
ALEJANDRO
ARMAS
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