Ismael Pérez Vigil 11 de agosto de 2019
Mi artículo de hace dos semanas (https://aperturaven.blogspot.com/2019/07/ganar-tiempo-por-ismaelperez.html) me ha traído
algunos comentarios que creo que vale la pena referir, con la finalidad de
reiterar, reafirmar y aclarar mucho más el punto. Sobre todo, lo relativo a con
quien ganaría tiempo la dictadura, que es lo que busca al aceptar la
negociación y por qué ahora se levanta de la mesa.
La expresión “ganar tiempo” tiene un significado
literal: no creo que la dictadura esté intentando “ganar tiempo” con las
negociaciones. Admitir eso supondría que su permanencia en el poder no depende
de su voluntad y que tiene su tiempo contado, pues en el momento en que
quisiéramos, la podríamos desalojar del poder. No es esa nuestra realidad.
Tenemos el apoyo de la inmensa mayoría de la población, probablemente más del
85%; el apoyo de la comunidad democrática internacional, que es la que cuenta
en estos casos; y el apoyo de la mayoría de la Asamblea Nacional, la más
genuina expresión del pueblo, y aunque no son poca cosa estos apoyos, no
tenemos la fuerza para desalojar, a voluntad, a la dictadura del poder.
El usurpador tiene el poder efectivo; controla las
fuerzas armadas y represivas del estado, el sistema de justicia, los organismos
del estado, las empresas públicas, los recursos del país, etc. y el apoyo
internacional de gobiernos de su misma baja calaña moral o parecida, entre
ellos: Rusia y China. ¿Para qué ganar tiempo, si es sorda al clamor del país
que ha destruido económicamente y lo tiene sumido en la miseria y las
enfermedades? Si no le importa la suerte del país, ¿Qué le va a importar el
“tiempo”? ¿Por qué negocia, entonces, la dictadura?
Sin duda la dictadura está presionada, nacional e
internacionalmente; las cosas no han llegado al extremo de urgirle,
perentoriamente, con una amenaza creíble o una fuerza similar a la que ella
tiene, que deje el poder o se vea en la necesidad de “estirar” su permanencia
mediante el ardid de una negociación, porque sea inminente su salida. No. No es
así, desgraciadamente.
Donde la dictadura tiene que buscar tiempo, espacio
vital, apoyo, es con sus aliados internacionales y sobre todo los internos y
para ello no es claro que el recurso de la negociación sea el más útil, pues,
de hecho, toda “negociación” para buscar una salida implica –para algunos de
sus aliados internos, los más radicales– que los estaría “vendiendo”,
“entregando”, pues son los que más tienen que perder con el fin de este
régimen. De allí que no ha dudado en abandonar la mesa de negociación en
Barbados tras las últimas sanciones tomadas por los Estadios Unidos. Tratemos
de encontrar una explicación a esta decisión.
La dictadura acepta negociar por tres razones; la
primera, por la presión de la comunidad internacional –UE, Grupo de Lima, e
incluso sus propios aliados, Rusia y China– que la conminan a encontrar una
salida constitucional, electoral; la segunda razón por la que acepta negociar
es por sus propios intereses y los de sus aliados menos radicales, para buscar
una salida “honorable” en la que no pierdan todo; la tercera razón,
probablemente, es por la presión del sector militar, su base fundamental de
apoyo, que también quiere encontrar una salida que los aleje de la simple
aplicación de la represión para mantener el poder y los privilegios que esto
implica. La dictadura, entonces, acepta la puerta negociadora que le abre
Noruega, pero tiene que convencer a todos los suyos que hace lo más adecuado
para proteger los intereses de sus aliados internos, esos que están nerviosos y
se sienten amenazados por las sanciones internacionales.
En el momento en que los EEUU –principal fuente de
presión internacional– aunque sigue apoyando a Guaido, deja entrever que no
cree en la sinceridad del “diálogo” del usurpador y por tanto que la
“negociación” quizás no sería la mejor opción que ellos apoyarían, el
“gobierno” usurpador se levanta de la mesa de negociación y busca cerrar filas
con el sector más radical –con la ANC y su cabecilla– que es el sector que más
tiene que perder en una negociación que tenga como consecuencia unas elecciones
libres y por tanto el final del régimen. En cuanto al sector más moderado del
chavismo, ya se encargará la dictadura de culpar a las “sanciones” de los EEUU
de su decisión y con ello calmar, además, a algunos de sus aliados
internacionales; el sector menos radical, si bien numeroso e importante, es
solo una parte del complicado juego interno que tiene que sortear el régimen y
después de todo, también se ve muy afectado por las sanciones internacionales,
sobre todo las de los EEUU. Por el momento, los sectores radical y militar, que
también cuentan, están ejerciendo la presión más efectiva y hacia ellos fue la
decisión del gobierno usurpador de levantarse de la mesa.
Esa es, para mí, la razón que explica que la dictadura
se retire, momentáneamente, de Barbados y que refuerza el argumento de que
“ganar tiempo” no es la clave para entender su posición de negociar. La
incógnita ahora es: ¿Cómo va a hacer la dictadura para regresar a la mesa de
negociación? ¿Cómo convencerá al sector radical que es necesario volver?,
porque no hay duda que las presiones internacionales se intensificarán. Sin la
opción de la negociación, a la dictadura solo le queda el camino de la
represión. Dejo para otra ocasión el vacío y banal argumento relativo a la
“inmoralidad” de negociar con la dictadura.
Ismael Pérez Vigil
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