domingo, 1 de agosto de 2010
No deshagan las maletas
Por Ana Julia Jatar
Esta nueva ruptura de relaciones diplomáticas con Colombia no va a durar mucho, como tampoco durará el período de “normalización” que le seguirá. Así que les recomiendo a ambos embajadores que no deshagan sus maletas al llegar a Caracas o a Bogotá porque este jueguito va para largo. La realidad es que el mismo Chávez se ha encargado de colocarse la soga al cuello que ahora le templa el Gobierno colombiano. Mientras coquetea con las FARC se ha ido quedando sin fichas para negociar.
Por ello acude al único recurso que le queda: romper relaciones. Fíjense que esta vez y para que pareciera algo distinto las calificó de ruptura “total", por lo cual nos enteramos de que las anteriores habían sido ¿parciales? Hay que estar pendientes a ver si las próximas serán rupturas integrales, globales o galácticas. Y es que tiene que sentirse acorralado el Presidente, pues mientras se derrumba en las encuestas, Uribe y Santos ya le tienden la cama en La Haya.
Entendemos, Presidente, que ante el jaque mate que le dio el embajador de Colombia en la OEA su única defensa era el ataque y volver a romper relaciones diplomáticas, su única opción. Si no aceptaba la propuesta de que se trasladara a Venezuela una comisión de otros gobiernos miembros de la OEA para verificar las coordenadas donde se encuentran las FARC, usted quedaba mal; y si, por el contrario, aceptaba que esa comisión se formara y viniera como hubiese hecho cualquiera que no la teme, usted quedaba peor. Mire, hasta los gringos secuestrados y liberados con Ingrid Betancourt, dicen en su libro Fuera del cautiverio que en varias oportunidades los guerrilleros de las FARC los llevaban a territorio venezolano para agarrar fuerzas. Usted poseía una amenaza creíble pero se la gastó: los 6 millardos de dólares de comercio que tenía Colombia con Venezuela. Fue usted quien decidió acabarlo y con ello eliminar el freno más importante que ese gobierno tenía para emplazarlo a usted. De hecho, Colombia ya se recuperó, buscó otros clientes y crecerá este año 4,5%. En otras palabras, el bloqueo a los productos colombianos impuesto por el Gobierno venezolano ya ni les va ni les viene. Mientras cerebros e inversionistas venezolanos se van a Bogotá, aquí la economía se desploma y el desempleo y la inflación se disparan. Presidente, usted mismo ha creado un escenario en el cual ya no tiene con qué amenazar al hermano país. Eso lo saben Uribe y Santos; por ello decidieron jugar con usted el viejo truco del policía bueno y policía malo, cosa que a usted también le conviene por ahora. Veamos sus otras opciones. ¿Podría usted declararle la guerra a Colombia? Ya esa carta también se la jugó y perdió cuando cayó Raúl Reyes con su computador y las pruebas que incriminan a su gobierno como colaborador de las FARC y la ETA. Ni el juez español Velasco que lo acusa de ello ni nadie en el exterior creen en sus gritos de guerra.
Usted quedó en ridículo ante corresponsales internacionales. No, esa de la guerra tampoco se la creen. Quizás por no tener más cartas contra Colombia, decidió meter al “imperio” en este lío y amenazarlos con cortar el suministro de petróleo a Estados Unidos.
Pero usted sabe que esa es más soga para su propio cuello que para el de los gringos.
Es cierto que con todo este aspaviento ha logrado que en el continente no se hable de las fundadas acusaciones de Colombia sino de que se restablezca el diálogo entre ambos países. Pero usted ya no puede dormir tranquilo porque mientras orquesta otro show en Unasur, se construyen dos verdades como templos: que Hugo Chávez apoya a grupos narcoterroristas y que se alarga la lista de quienes lo esperan en La Haya.
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