Entrevista
Henrique Capriles, de 40 años, sabe
que está haciendo Historia: ha empujado al todopoderoso chavismo contra las
cuerdas tras obtener unos resultados electorales sorprendentes el 14-A.
Viendo su austero despacho de campaña
parece un milagro. Con su famosa gorra tricolor calada y con varias chaquetas
de chándal que cuelgan del repaldo de su silla, el líder opositor reconoce que
está reventado.
No hace falta que lo diga, incluso
tiene el rostro enjuto después de varias semanas en el ojo del huracán
político. Aún así está dispuesto a seguir en él, convencido de que una
repetición parcial de los comicios en las mesas donde se demuestren
irregularidades le otorgaría la victoria.
Le rodean una figura de la Divina
Pastora, Virgen por la que profesa devoción, varios libros de campañas e
Historia y una biografía: Hugo Chávez sin uniforme. Cómo ha cambiado Venezuela
desde que Cristina Marcano y Alberto Barrera describieran los entresijos del
"comandante eterno". La cruzada de Capriles pretende seguir luchando
para que el país cambie del todo.
Pregunta.-
¿Cuáles son las principales irregularidades electorales detectadas por la
oposición?
Respuesta.- Sobre el 54% que ya se
auditó detectamos irregularidades como, por ejemplo, centros donde Maduro sacó
el 1.000% más de votos que Chávez el 7-O… ¿Quién se lo cree? Ahora comenzamos
la auditoría sobre el 46% restante. En realidad quedan 18.000 cajas, pero vamos
a revisar 12.000 y yo acepté. Pero no sólo para abrirlas, sino para
inspeccionar las papeletas, el acta de escrutinio y el cuaderno de votación,
que es el corazón del proceso. Ahí podemos descubrir si una persona votó varias
veces o si votaron muertos. Nuestras quejas se centran en las inconsistencias
entre el acta y el escrutinio, violencia en los centros, votos asistidos,
proselitismo en los centros, gente que votó dos y tres veces. El CNE [Consejo
Nacional Electoral] quiere hacer de esto en una revisión simple de números.
Pero no.
P.-
¿Qué entienden por auditoría?
R.- La auditoría no es un saludo a la
bandera. Usted no puede decir auditoría y no ver el cuaderno de votación. Hay
que ver todos los elementos que intervienen en el proceso: la caja, las
papeletas, el acta de escrutinio y, finalmente, el cuaderno de votación, porque
ahí está la identidad de la persona, la huella, la firma… Por eso se llama
auditoría y no es una concesión, sino un derecho. Le pongo un ejemplo. Si el
SENIAT [Hacienda] va a su casa y le hace una auditoría, le pide documentos,
estados de cuenta, títulos de propiedad, recibos de pagos… Si no, no es una
auditoría. Y el CNE dijo auditoría, y eso es lo que planteó la presidenta en
cadena de TV y radio.
P.-
Hay indicios y declaraciones que indican que no se hará así.
R.- Yo no le paro bola [no hago caso].
Aquí hay un anuncio hecho al país en cadena nacional y sobre la base de ese
acuerdo UNASUR emitió su comunicado. No hago caso a las declaraciones
posteriores y me remito a lo anunciado.
P.-
¿Qué cree que acabará saliendo finalmente de esta auditoría?
R.- Que hay que repetir las
elecciones. Si no son totales, parciales. Pero esa parcialidad abarca a un
número de electores tan grande como para no sólo acortar distancias, sino para
darnos la victoria.
P.-
¿Aceptarán el veredicto del Consejo Nacional Electoral?
R.-Los resultados se presentarán ante
el país y el mundo. El árbitro puede darle un puñetazo a la mesa, pero los ojos
de todos están ahí y verán el resultado de la auditoría. A partir de ahí, el
Gobierno puede quedar bajo la sombra de la legitimidad o de la deslegitimidad.
P.-
¿Confía en el CNE?
R.- Hay una institucionalidad que
responde a los intereses de un partido, pero el voto no han podido cambiarlo.
Quedó en evidencia la persecución a los funcionarios que nos votaron. La verdad
la tenemos en nuestras manos y debe permitírsele al país conocerla con la
auditoría.
P.-¿Confían
en el Supremo para impugnar las elecciones?
R.-No tenemos confianza. Sin embargo
la lucha se va a dar. La verdad terminará imponiéndose. Yo no quiero
adelantarme a lo que pasará, pero en estas elecciones están puestos los ojos
del mundo. Hay verdades que terminan imponiéndose, por más que haya
instituciones secuestradas políticamente. Esto se parece al Perú de Fujimori y
al cabo de un año se impuso y hubo que ir a elecciones. La ilegitimidad provoca
un problema de incapacidad de gobernar gigantesco y ésa es la diferencia con la
ilegalidad. Esta lucha viene desde muy atrás de la campaña y los abusos que
hemos sufrido… Me pregunto: ¿cuánta habrá sido la diferencia real a nuestro
favor? Este es un Gobierno del mientras tanto, hasta que el país sepa la
verdad.
P.-
¿Ve Maduro que hay un país diferente tras el 14-A?
R.- No se ha dado cuenta de nada. O no
ha querido o no sabe cómo leer la elección, porque ya no hay una mayoría. Hay
dos mitades.
P.-
En los últimos días le han atribuido ocho muertos.
R.- Los casos de violencia que hemos
podido investigar son mentira. Hablaron de centros de salud afectados
[atendidos por cubanos] y según lo que hemos investigado en ninguno pasó
absolutamente nada. Es falso y hay que ser irresponsable para alimentar el
clima de intolerancia. Igualmente hemos investigado los muertos anunciados y lo
que sabemos es que los casos no tienen que ver con violencia política, sino con
la violencia habitual que vivimos. En Venezuela caen diariamente 50 personas
por violencia de armas de fuego y esos no importan.
P.-
En los medios oficiales se habla de baño de sangre.
R.- Es lo típico. Esa es la agenda que
quiere el Gobierno, porque así no hablamos de auditoría, de la suciedad en las
elecciones, de los problemas sociales, los económicos… Así los ojos del mundo
estarían puestos en la violencia. Y le voy a poner un ejemplo: en el acto de
cierre de campaña de Maduro en la Avenida Bolívar de Caracas hubo cinco muertos
y ni una sola palabra hacia ellos. Incluso hay una foto muy elocuente, en la
que hay un muerto a pocos metros de la caravana de Maduro y ni pararon a ver lo
ocurrido. Ése es su estilo. Pero no voy a caer en la provocación de hacer politiquería
con los muertos. Quieren que se hable violencia para no hablar del recuento.
P.-
También se han denunciado casos de persecución a empleados públicos en
represalia por el resultado electoral.
R.- Eso es propio de regímenes
fascistas. Este Gobierno está lleno de contradicciones, como decir que son
marxistas y cristianos. Ahora han comenzado la persecución a los trabajadores
públicos, pero como el voto es secreto empieza la caza de brujas colectiva. Me
cuentan que se han revisado teléfonos y se han metido en Facebook, en Twitter…
Eso es fascismo, pero le vamos a hacer frente. No somos optimistas con la
justicia venezolana, pero quedan los organismos internacionales. Tengo
información de miembros de las Fuerzas Armadas obligados a tomar foto al comprobante
de la votación. Un Gobierno que funciona así no se sostiene en el tiempo. Yo le
quiero decir a nuestros servidores públicos que no se dejen amedrentar por
nadie. La libertad de conciencia está contemplada y no nos van a poner de
rodillas frente a quienes actúan de esta forma. Y yo le digo al Gobierno:
«Usted habló de diálogo, pues dé señales». Pero no con una pistola en la cabeza
ni a base del chantaje. Que cese la persecución, no hay que darles las gracias
por cumplir con su trabajo o por recibir casa o ayuda social.
P.-
¿Está consumada la presidencia de Maduro tras la investidura?
R.- Una cosa es la legalidad y otra la
legitimidad. Maduro tomó posesión pero hay una sombra de ilegalidad. Si yo
fuera él, estaría en el CNE pidiendo revisión para que nadie ponga en duda la
victoria. Su discurso fue vacío. Hoy no hay ningún venezolano que tenga
expectativas positivas en torno a esta presidencia. Ni siquiera habló de los
problemas económicos graves. Habría que preguntar si la subida salarial
fraccionada que propuso contrarresta la devaluación del 46% que les metió por
el pecho a los venezolanos. Esa no fue fraccionada.
P.-
La división se vive también en la calle. Cohetes contra cacerolas.
R.- Quieren convertir los cohetes en
una forma de expresión popular cuando en realidad nadie tiene cohetes en sus
casas. Los venezolanos no tienen capacidad económica para gastar cada día toda
la plata que eso cuesta. Y habrá que saber quién los mete en los barrios. Para
tirar cohetes hay que tener dinero, para tocar la cacerola, gente.
P.-
El ejército juramentó a Maduro como comandante en jefe.
R.- El ministro de Defensa no
representa a nuestro ejército.
P.-
¿Cómo valora la postura de UNASUR en la Cumbre de Lima? Se habla de presidentes
que amenazaron con no venir a la toma de posesión si no se recontaban los
votos.
R.- Es muy posible. Los países de
UNASUR cambiaron el informe final cuando supieron de la decisión del CNE. Fue
un triunfo de nuestro pueblo que trató de manchar el Gobierno. No le hemos
pedido a ningún país ni jefe de Estado que desconozca al Gobierno. Lo que
queremos es que nos dejen presentar todas nuestras irregularidades.
P.-
¿Le ha molestado la postura internacional?
R.- No, no me ha molestado, aunque sí
algunos presidentes que van más allá y emiten opiniones sobre nuestro país. En
realidad lo que hay son países que defienden el statu quo. Tenga en cuenta que
un cambio en Venezuela es un cambio en América Latina, porque el petróleo
dejaría de ser fuente de lealtades en la región. Hay algunos que vienen aquí y
aplauden todo lo que diga el Gobierno. Eso lo rechazamos. Igual que rechazamos
la presencia de militares cubanos en nuestro ejército. Exigimos que los
militares cubanos salgan de las Fuerzas Armadas ya. Es inaceptable que impartan
órdenes a nuestros soldados.
P.-
¿Echa de menos un posicionamiento internacional ante la ausencia de diputados
opositores en la toma de posesión de Maduro?
R.- No era el momento, pero la actitud
de nuestros diputados es la lógica porque lo que sucedió en el Parlamento fue
muy grave. Se agredió a un diputado y le han negado el derecho de palabra a los
nuestros. Habrá que saber si los venezolanos están dispuestos a aceptarlo.
P.-
¿Seguirán las caceroladas?
R.-Ya veremos. Esta es una lucha por
la verdad para la que pido paciencia y tolerancia. Aquí hay una agenda que
busca la verdad al tema electoral y soluciones económicas.
P.-
¿Cuál es su agenda ahora?
R.- Yo empezaré a viajar por todo el
país, organizando asambleas. La lucha no termina con las elecciones. El mundo
no termina aquí. Y estoy peleando porque no haya inflación, porque no haya
escasez, porque no haya violencia, porque los jóvenes tengan primer empleo…
Aunque hoy fuera presidente, la lucha sigue.
P.-
Los medios describen una grave situación económica.
R.- Es muy compleja. Está bajando el
precio del petróleo y creciendo el desabastecimiento. Hay rubros que muestran
un desabastecimiento del 60% y 70% de escasez. No hay nadie en América Latina
en esta situación: ningún país con esta situación de inflación,
desabastecimiento, fallas eléctricas e inseguridad.
P.-
¿Se desmonta que los pobres votan a Maduro y los ricos a Capriles?
R.- Este ha sido el cierre de un
ciclo. Los venezolanos saben que Maduro no es un mejor futuro. Yo estuve
construyendo un liderazgo a pulso, ladrillo a ladrillo. ¿Qué he hecho yo?
Trabajar. Y estoy cosechando esos frutos. El debate del Gobierno entre derecha
e izquierda no es el debate de mi generación, del mundo moderno. El debate es entre
progreso y atraso. Nosotros somos progresistas. En el acento pongo lo social,
con las acciones que permitan que el que vive en la pobreza salga de ella. La
realidad en Venezuela es que existe una asistencia. Una asistencia que queda
ahí. Lo está logrando Brasil: sacan a millones de personas de pobreza
convirtiéndolos en consumidores, en gente con trabajo de calidad, que no
depende del Estado.
P.-
¿Qué le pide a la comunidad internacional?
R.- Que esté atenta a lo que pase en
Venezuela y no pase página.
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