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sábado, 27 de abril de 2013

Vulnerabilidad de nuestra economía, Parte I


Por Econ. Jesús Alexis González, 26/04/2013

Reflexión inicial: Asumimos que el debate relativo al “modelo rentista petrolero”, a la necesidad de “sembrar el petróleo”, a los problemas vinculados a la diversificación productiva, a la generación de divisas y al financiamiento externo, entre otros, está suficientemente agotado en su diagnóstico e igualmente ausente de un cuerpo teórico en el campo de la “socioeconomía” de donde emanen recomendaciones de políticas y propuestas de acción con su correspondiente cronograma para su ejecución.

Tal reflexión nos permite destacar la necesidad de procurar un diálogo nacional en aras de canalizar una concertación estratégica que culmine en una política de crecimiento económico con equidad social abstraída de cualquier sesgo ideológico que apunte hacia un Estado regulador de la sociedad (capitalismo de Estado) negador a ultranza del mercado (en lugar de su automatismo) y del sector privado, perfilando un totalitarismo impregnado de regulaciones, de populismo caritativo (“mano extendida”) y altamente ineficiente. Se hace obligante la  instrumentación de un modelo de desarrollo que reestructurando el papel del sector público, armonice en interacción con el sector privado, un aumento persistente de la oferta de bienes y servicios apoyándose en el dinamismo del capital humano observado como la elevación de las capacidades del ciudadano (mejoramiento de su condición de vida y productividad); todo ello en el marco de un Estado institucional y democrático que con responsabilidad y visión de trascendencia asuma la validez de la expresión: “no existe mejor política social que una buena política económica”.

La vulnerabilidad macroeconómica hace referencia a la capacidad que tiene un país (a corto y mediano plazo) para hacer frente a hechos económicos inesperados (básicamente externos), que pueden afectar el desempeño del crecimiento y potencial desarrollo económico y consecuencialmente el bienestar de la población. Es de esperar que esa visión de país ha de estar estructuralmente vinculada a la coherencia de un modelo determinado donde se privilegie la seguridad (personal y jurídica) como elemento vital para estimular reinversiones y nuevas inversiones de origen privado (nacional y extranjero), que dadas las expectativas favorables hagan viable la conformación de variadas actividades productivas; teniendo plena conciencia que en la Venezuela actual no estamos preparados para protegernos de los efectos externos, ante la ausencia de políticas públicas relacionadas con nuestra “socioeconomía”.

Es de resaltar, en sintonía con la Comisión Económica Para América Latina (CEPAL), que los más relevantes aspectos de vulnerabilidad macroeconómica se vinculan con la influencia de las reservas monetarias, en el total de producción y su diversificación, en la deuda interna y externa, en el saldo de la cuenta corriente de la balanza de pagos, entre otros; escenario que holísticamente repercute muy especialmente en el comportamiento inflacionario habida cuenta de la ejecución de políticas expansivas de la masa monetaria y del aumento en aquellas importaciones (“economía de puertos”) con marcado efecto multiplicador en los circuitos internos de la economía; con el consecuente impacto sobre la generación de desequilibrios en la renta disponible (elevación del índice de precios) , en los niveles de empleo y  pobreza del país.


Jesús Alexis González

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