José Luis Farías 30 de abril
de 2013
@fariasjoseluis
Corto y Picante:
La represión selectiva está en marcha,
es un recurso para el régimen detener su desmadre. Es usual en modelos totalitarios
haciendo aguas. Tanto en su forma como en su contenido, la detención del
General Antonio Rivero constituye un claro mensaje a la Fuerza Armada Nacional.
Que lo haya llamado un compañero de promoción para conversar y convierta este hecho en una emboscada no es un hecho cualquiera, más allá de que el General Miguel Rodríguez Torres pueda ser un personaje deleznable capaz de eso y de otras conductas cuestionables.
Rivero, siendo Jefe del Estado Mayor de la V División de Infantería de Selva, dio un paso que tarde o temprano le iban a cobrar: escribió una comunicación a sus superiores pidiendo la baja por estar en desacuerdo con la injerencia de militares cubanos en las FAN. Actúo con apego a la Constitución.
No fue poca cosa. Rivero fue el primer oficial activo, tras los días del templete de Plaza Altamira, que se atrevió a una conducta semejante.
En tiempos del Difunto, éste mantuvo un control férreo sobre las FAN después de una purga sistemática una vez controlados los sucesos del 2002.
Su muerte cambió por completo el panorama. Las informaciones del malestar castrense son inocultables. Van y vienen noticias sobre detenciones, persecusiones y amenazas.
Ante semejante cuadro, el desespero puso a ToriPollo a tomar medidas meticulosa y sádicamente dirigidas por los Castro con el objeto de preservar el control, es ahí donde la explicación de Rivero cobra sentido.
La conducta del dueto de ToriPollo y el Teniente asemeja a la de un perro tratando de morderse la cola. Da vueltas sobre sobre sus estupideces y errores con la consecuencia de que cada acción se les revierte. Le ponen los grillos a Rivero para asustar y sólo consiguen moralizar y fortalecer las luchas democráticas. Arremete contra Rivero para silenciar los cuarteles. Recordando al ronco Moleiro: "será inútil".
Que lo haya llamado un compañero de promoción para conversar y convierta este hecho en una emboscada no es un hecho cualquiera, más allá de que el General Miguel Rodríguez Torres pueda ser un personaje deleznable capaz de eso y de otras conductas cuestionables.
Rivero, siendo Jefe del Estado Mayor de la V División de Infantería de Selva, dio un paso que tarde o temprano le iban a cobrar: escribió una comunicación a sus superiores pidiendo la baja por estar en desacuerdo con la injerencia de militares cubanos en las FAN. Actúo con apego a la Constitución.
No fue poca cosa. Rivero fue el primer oficial activo, tras los días del templete de Plaza Altamira, que se atrevió a una conducta semejante.
En tiempos del Difunto, éste mantuvo un control férreo sobre las FAN después de una purga sistemática una vez controlados los sucesos del 2002.
Su muerte cambió por completo el panorama. Las informaciones del malestar castrense son inocultables. Van y vienen noticias sobre detenciones, persecusiones y amenazas.
Ante semejante cuadro, el desespero puso a ToriPollo a tomar medidas meticulosa y sádicamente dirigidas por los Castro con el objeto de preservar el control, es ahí donde la explicación de Rivero cobra sentido.
La conducta del dueto de ToriPollo y el Teniente asemeja a la de un perro tratando de morderse la cola. Da vueltas sobre sobre sus estupideces y errores con la consecuencia de que cada acción se les revierte. Le ponen los grillos a Rivero para asustar y sólo consiguen moralizar y fortalecer las luchas democráticas. Arremete contra Rivero para silenciar los cuarteles. Recordando al ronco Moleiro: "será inútil".
@fariasjoseluis
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico