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lunes, 10 de febrero de 2014

Sobre agendas ocultas o disfrazadas, @Mario_Villegas


Por Mario Villegas, 09/02/2014
Columna de Puño Y Letra

Manifestar y protestar pacíficamente es un derecho legítimo en cualquier país que se precie de democrático. La crítica y su libre expresión, ya sea a viva voz o a través de los medios de comunicación, es consustancial a la democracia misma, a tal extremo que una sociedad democrática corre el riesgo de naufragar más por ausencia de crítica y de protesta que por el permanente ejercicio de éstas. Y esto vale tanto más para las sociedades que se proclaman revolucionarias, pues nada hay más contrarrevolucionario que el unanimismo y la automática sumisión a cualquier poder.

Así que nadie tiene que alarmarse porque distintos sectores y movimientos sociales, incluso políticos, promuevan y desarrollen acciones de calle en demanda de reivindicaciones específicas, en protesta ante políticas y ejecutorias oficiales o, simplemente, en respuesta a un modelo de gobierno que no comparten. Están en su pleno derecho incluso quienes promueven el debate en concentraciones de calle sobre la eventual convocatoria de una nueva Asamblea Constituyente o de un referendo revocatorio a mitad del período presidencial, que son figuras perfectamente establecidas en nuestra Constitución. Más allá de si tienen razón política o no, o de si van o no a prosperar en sus objetivos, sus promotores están en todo su derecho. Será finalmente la voluntad popular la que asuma como propias o les dé la espalda a semejantes iniciativas.

Lo que no tiene nadie derecho es a pretender imponernos a los venezolanos agendas ocultas o disfrazadas que busquen retrotraer al país a escenarios de confrontación violenta, en los que siempre el pueblo termina poniendo los muertos y heridos, padeciendo hambre y sufrimiento, mientras las élites se fugan o reparten las cuotas de poder.

Y mire usted las vueltas que da la vida: ha sido precisamente el gobernador Henrique Capriles Radonski, el mismo a quien el gobierno acusó injustamente de convocar a la violencia callejera los días posteriores a las elecciones del 14 de abril, una de las primeras figuras en salir a condenar públicamente cualquier atajo o pretensión golpista que pudiera estar encubierta en los planes de sectores impacientes de la oposición.

Imposible saber si ciertamente hay un propósito golpista o violento en todos los líderes opositores que convocan a una salida de corto plazo, pero ya el hecho de que el propio Capriles lo denuncie y condene, es más que suficiente para encender las alarmas y ponerse en guardia en defensa de la paz, del diálogo y de la democrática convivencia. Lo cual, por supuesto, no significa bajar las banderas ni renunciar a la lucha política y social.

El gobierno, por su parte, en nada ayuda a consolidar un clima de paz y de elemental cooperación para afrontar con el respaldo de todo el país la madeja de problemas económicos y sociales existentes. Lejos de favorecer ese clima, persiste en ofender, denostar, descalificar y atropellar a quienes le adversan democráticamente. Las luchas intestinas en el chavismo parecieran ser por demostrar quién es más intolerante y agresivo frente a la oposición, en vez de quién propicia las mejores condiciones para que el país se enrumbe por el camino definitivo del diálogo y la reconciliación nacional.

BREVES

-Táchira y La Casona
Imposible dejar de condenar el ataque violento que sufrió el jueves la familia del gobernador del estado Táchira, José Gregorio Vielma Mora, mientras éste se encontraba en la reunión binacional colombo-venezolana que se realizaba en el estado Zulia. Grupos de exaltados manifestantes, varios de ellos encapuchados, violentaron la puerta principal de la residencia oficial y lanzaron objetos contundentes, mientras en su interior se encontraba la primera dama regional, Karla Jiménez de Vielma. Sin duda, un acto infame, como infame fue a la enésima potencia, justo hace 22 años, el 4 de febrero de 1992, el asedio por militares golpistas y ametrallamiento de la Residencia Presidencial de La Casona, en cuyo interior se encontraba otra familia tachirense, encabezada por la esposa del entonces presidente constitucional Carlos Andrés Pérez, Blanca Rodríguez de Pérez.

ENTREVISTA

Froilán Barrios, sindicalista
“El llamado Presidente Obrero ha sido una gran decepción”

-¿El 2014 será un año mejor o peor para los trabajadores venezolanos? ¿Por qué?
-Va a ser mucho peor porque después de un 2013 con 56 por ciento de inflación promedio, más casi 80 por ciento de inflación en alimentos, evidentemente que la condición de vida del trabajador va a desmejorar mucho más. A esto se agrega que ya se pronostica para el 2014 una inflación que puede estar superando el 40 por ciento. Con esas cifras será pulverizado el poder adquisitivo del trabajador.

-¿Presagia paz laboral o arreciarán los conflictos laborales en las empresas públicas y privadas?
-La muestra de que no habrá paz laboral la tenemos con el caso de los petroleros de Anzoátegui, liderados por el compañero José Boda,  quienes el lunes 3 de febrero fueron detenidos por el destacamento 75 de la Guardia Nacional cuando reclamaban su derecho a la contratación colectiva.  Caliente estaba todavía la visita de la Misión de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), donde el gobierno publicitó un paraíso laboral, y apenas tres días después lo que nos presenta es un panorama militar para los trabajadores.

-¿Fue útil la presencia en Venezuela de esa Misión Tripartita de la OIT? ¿Cuáles han sido sus resultados?
-La visita ha sido muy útil para el sindicalismo venezolano y para los trabajadores en general. Primero, porque actualiza y mantiene activa ante el mundo entero la tragedia laboral que vivimos en Venezuela. Y segundo, facilitó aun más la unidad del sindicalismo autónomo frente al estado, los partidos políticos y los patronos.

-¿Ciertamente hay una guerra económica dirigida contra el gobierno por Fedecámaras y la ultraderecha?
-No. Lo que ha sucedido es que el gobierno se ha metido un autogol con sus fracasadas políticas económicas y culpa a terceros de su incapacidad.

-¿Por qué no se habla también de los salarios cuando se habla de costos y precios justos?
-Yo le agregaría a la Ley un nombre adicional: ley de costos, precios y salarios suficientes. Porque existe un desequilibrio en la economía con relación al poder adquisitivo del trabajador, que debería gozar de un ingreso que le garantice las famosas tres “C”: casa, comida y carro.

-¿Qué siente un dirigente sindical al ver en Miraflores como Presidente a un ex sindicalista?
-Una terrible decepción, porque quien se hace llamar Presidente Obrero es el que más ha militarizado las relaciones laborales y desconocido los derechos de los trabajadores, incluso más que Hugo Chávez.

-¿Será capaz el presidente Nicolás Maduro de reunirse y dialogar con todas las corrientes sindicales, como lo ha hecho con gobernadores y alcaldes de la oposición? 
-Ojalá, pero hasta ahora no le ha consultado ni a la Central Socialista Bolivariana de Trabajadores, ni al resto de sus camaradas sindicalistas, el aumento salarial que merecen los trabajadores venezolanos, ni ninguna otra materia.

-¿Cuál es su balance de la larga presencia de María Cristina Iglesias en el Ministerio del Trabajo?
-Lamentándolo mucho, el Ministerio del Trabajo se convirtió en una comisaría política del partido de gobierno, debiendo ser el Ministerio del Trabajo un ente que resuelva la conflictividad laboral. Más bien, le echó gasolina a la candela de los conflictos laborales.  

-¿Cuáles son las expectativas con el nuevo ministro, Jesús Martínez?
-El nuevo ministro es mucho más talibán que María Cristina Iglesias, lo cual no inspira nada bueno para la libertad sindical.

-¿El movimiento sindical está hoy más dividido o unido que nunca?
-Yo creo que el movimiento sindical está reconociendo su fragmentada realidad. Ello ha determinado que decida unirse y recomponerse para rescatar la precaria libertad sindical que tenemos y la autonomía de las organizaciones sindicales sobre todo frente al estado, puesto que la autonomía ya no está amenazada por los partidos, que ya ni burós sindicales tienen.

Epígrafe
“El sindicalismo está ligado a la democracia. En un país donde exista libertad de expresión, libertad sindical y empleo digno, la democracia tiene un significado y un contenido para los trabajadores”


Mario Villegas
Twitter: @mario_villegas

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