MUD Viernes,
25 de Abril de 2014
Venezuela sufre una severa crisis
económica que se expresa en una elevada inflación, cifrada en 60,0% al cierre de marzo,
altos niveles de escasez, en particular
de alimentos, una economía afectada por la recesión, todo ello en el contexto
de restricciones importantes al acceso de las divisas.
Este cuadro de malestar económico no
se ha producido como resultado de la caída de los precios del petróleo o del
impacto de una declinación de la economía global. Las causas de la crisis
tienen que ver con el colapso de un modelo económico que destruyó las capacidades
productivas internas, especialmente las de la industria de alimentos, lo que ha
obligado a importar en 2013 bienes alimenticios por el orden de US$ 9.756
millones, cifra muy superior a los US$ 3.005 millones de importaciones de 2006.
Esa merma en las potencialidades productivas de la economía es igualmente
visible en la industria manufacturera, la cual ha permanecido estancada durante
más de dos años, lo que se ha traducido en la destrucción de puestos de
trabajos en se sector.
Por su parte, las crecientes cifras de
inflación están afectando a todos los venezolanos, pero con mayor incidencia a
los grupos más pobres, ello debido a que la inflación en el rubro de alimentos
ya alcanza el 80,0% por cuanto los estratos de menores ingresos dedican la
mayor parte de su ingreso a la compra de alimentos. Pero no se trata
exclusivamente de que los precios están altos. Tan grave con el alza de precios
es la escasez, al punto tal que de cada cien artículos, treinta no se
consiguen. Estos dos factores se han combinado para producir una caída de más
de 10,0% en el poder adquisitivo de los trabajadores.
Aunque la inflación y la escasez son
síntomas de una economía en crisis, también lo es la contracción que está
experimentando la actividad económica. Según ha confesado el presidente del
BCV, la economía entró de nuevo en una fase recesiva, como consecuencia de la
devaluación del bolívar y de la restricción en la entrega de divisas, que ha
afectado negativamente la importación de materias primas y bienes de capital
esenciales para la producción de bienes finales.
Ninguno de los anuncios que realizó el
presidente Maduro está encaminado a la resolución de la crisis. No se avanzó
una sola medida destinada a contener la inflación y, contrariamente, se corre
el grave riesgo de que la escasez aumente si el gobierno sigue perseverando en
el error de creer que la inflación se genera en la comercialización de los
bienes y no en la devalución del bolívar y la creación de dinero inorgánico por
parte del BCV con el objeto de financiar al fisco nacional.
Ha sido la política económica diseñada
y aplicada por el gobierno la que ha exacerbado el rentismo petrolero y la
dependencia externa. Ello se ha materializado en las compras de productos
importados y la firma de acuerdos comerciales donde el gobierno de Venezuela ha
privilegiado las importaciones en lugar de la producción nacional. De hecho,
más del 70,0% de los bienes vendidos en la red Mercal, provienen del exterior.
A esto se suma la liquidación del
establecimiento productivo que se orientaba a las exportaciones no petroleras.
Las cifras son más que elocuentes. En 1998, de cada cien dólares exportados,
treinta eran productos no petroleros. En 2013, esa relación se redujo a apenas
cuatro dólares de cada cien de ventas al exterior.
La MUD ha venido reiterando que urge
en Venezuela un nuevo modelo económico que promueva el desarrollo, estimule la
producción nacional, acompañadas de acciones que corten el financiamiento
inflacionario del déficit fiscal por parte del BCV como requisito para
estabilizar el valor del bolívar y así bajar la inflación y recuperar el poder
adquisitivo de los salarios.
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